El crepúsculo en Santiago de Peñalba acrecienta aún más su, ya de por sí, envidiable belleza.
LUGARES EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES
20. Santiago de Peñalba y cercanías
Por Pepe Couceiro
Los viajeros conocedores y amantes de la geografía española coincidirían en que, en este recorrido por los lugares emblemáticos de nuestro Bierzo, no podía faltar uno de los pueblos más bellos: Santiago de Peñalba. Junto a sus nada desdeñables y mágicos alrededores, Valle del Silencio, Valle de Compludo y el Monasterio de San Pedro de Montes, como leales escuderos medievales protegiendo tan elegante y distinguido caballero, realzan todavía más la armonía del conjunto, con un resultado que no podía ser más atrayente para los aventureros visitantes. En la rica y variopinta alfombra vegetal que se extiende por montañas y valles todavía podemos percibir la extraña y placentera paz que sintieron sus primeros pobladores y que, irresistiblemente, nos incita a volver a visitarlo repetidamente.
A finales del siglo IX San Genadio, un eremita que se atrevió a mantener su fe cristiana en plena dominación musulmana fundó Santiago de Peñalba en el año 919, comenzando por un sencillo monasterio de influencia mozárabe erigido en el más agraciado lugar, donde se yerguen imponentemente las majestuosas montañas que lo rodean.
Este Santo pasó gran parte de su vida meditando en el interior de una pequeña gruta natural situada en el Valle del Silencio y que, en la actualidad, lleva su nombre y puede ser visitada recorriendo un camino que nos llevará 30 minutos desde Santiago de Peñalba. En ese enigmático valle los sonidos desaparecen por arte de magia, circunstancia a buen seguro considerada por los primeros monjes a la hora de establecerse hasta el final de sus días, con una plena dedicación al recogimiento y la meditación. El valle también es conocido como la Senda de los Monjes y se halla ubicado en la cara norte de los Montes Aquilianos donde se alza el pico más elevado del Bierzo, Cabeza de la Yegua (2.142 m), más concretamente en las faldas del Pico Tuerto (2.051 m). Este paraje forma parte de la cuenca del río Oza (Valdueza) en la que uno de sus arroyos le regala permanentemente su abundante y diversa flora (ver fotografía).
Un seductor río Valdueza (Oza) nos dirige, rio arriba, hacia las inmediaciones de Santiago de Peñalba.
En ese lugar se originó la conocida Tebaida Berciana, en aquellos tiempos un agreste territorio rodeado de montañas sin vías de comunicación. El nombre de Tebaida le fue otorgado por el gran número de templos que fueron erigidos en un breve periodo de la historia, tal como sucedió, milenios antes, en la mítica y enigmática Tebas egipcia.
En Santiago de Peñalba sigue destacando su arquitectura popular serrana, posteriormente restaurada con mayor o menor acierto (ver fotografías).
Una de las calles y casas originales de Santiago de Peñalba en 1.989.
Santiago de Peñalba luciendo su perfecta armonía en 1.989.
Casas de una de las calles de Santiago de Peñalba ya restauradas en 2006.
La iglesia de Santiago fue obra del abad Salomón entre 931 y 937, pocos años después de la muerte de San Genadio (ver fotografías).
La Iglesia prerrománica de Santiago de Peñalba, una joya arquitectónica de estilo mozárabe en una imagen de 1.989.
La Iglesia de Santiago junto a su atrio en un día de invierno de 2006. Archivo de Ignacio Couceiro.
La preciosa puerta de entrada a la Iglesia en una imagen de 1989.
En el siglo VII el monje, obispo y cortesano San Fructuoso fundó San Pedro de Montes y el ermitaño y asceta San Valerio lo amplió pocos años más tarde. A finales del siglo IX, San Genadio lo reconstruyó y fue definitivamente llevado a la ruina siglos más tarde a raíz de la desamortizacion de Mendizabal. Localizado en Montes de Valdueza, se considera, junto al Monasterio de Santa María de Carracedo, los templos que mayor poder acumularon en aquellos lejanos tiempos, en lo que hoy día se conoce como una buena parte del territorio que integra la comarca del Bierzo (ver fotografías).
Vista primaveral del Monasterio de San Pedro de Montes en la actualidad.
Las ruinas del Monasterio de San Pedro despiertan la imaginación de cualquier visitante.
Una vista del interior del Monasterio de San Pedro, tal como debió habitarse durante siglos.
Nuestro vecino y admirado Monasterio de Santa María de Carracedo el cual, junto al de San Pedro de Montes, ejercieron el máximo poder eclesiástico en el territorio que hoy se conoce como El Bierzo.
Los pueblos asentados en el Valle de Compludo poseen una especial belleza que realza su arquitectura popular con casas elaboradas de piedra y tejados de pizarrra, sus bosques de castaños, encinas, robles y álamos y la abrupta orografía de las empinadas montañas donde se asientan (ver fotografía).
Un bonito rincón de Carracedo de Compludo.
Además del paisaje sus visitantes quedan asombrados ante la pintoresca Herrería (ver fotografía) diseñada en el siglo XIX con el objeto de aprovechar al máximo la energía del agua que, por un lado, impulsa una corriente de aire que aviva o reduce el fuego de su fragua por el efecto Venturi y, por otro, mueve las aspas de una rueda que activa el movimiento de una gran viga de nogal que hace golpear rítmicamente el martillo pilón sobre el yunque en el que se moldea el incandescente metal hasta darle su deseada forma.
Interior de la fragua en la que la regulación del agua que cae sobre las aspas aumenta o disminuye la cadencia del golpeo de la maza sobre el metal a moldear.
Otro aspecto interesante de esta singular herrería es su alejado emplazamiento de los pueblos colindantes, teniendo que recorrer un largo, pero agradable camino hasta llegar a ella. Por esa vía paralela al río de exuberante vegetación podemos presenciar el discurrir el agua por un canal natural que la conduce hasta la fragua (ver fotografía).
El agua del río y la transportada hacia la fragua circulando por cauces paralelos en perfecta avenencia.
Y aquí concluye nuestro viaje a uno de los rincones más fascinantes del Bierzo, uno de esos que reúne exultante belleza junto a historias de realismo mágico que protagonizaron siglos atrás unos denodados monjes en búsqueda de Dios y de la realidad de la trascendencia del alma.
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