sábado, 27 de diciembre de 2014

"Zumbapellerios" en concierto por las residencias de Cacabelos







Una Navidad más Zumbapalleiros, el grupo de música tradicional de Cacabelos, está realizando una serie de conciertos en las residencias de la tercera de edad de nuestro pueblo. Esta mañana lo hizo en la Residencia el Humeral y El Camino, mañana visitará Mirador del Cúa.
En la Residencia el Humeral los componentes de Zumbapalleiros ofrecieron el primer concierto ante unos animados espectadores que muy pronto no dudaron en invadir la pista para bailar con sus cuidadores y cuidadoras al ritmo de la música.
El buen ambiente y “la marcha” de la que hicieron gala los mayores obligaron al grupo musical a prolongar su actuación más tiempo del previsto, incluso debieron realizar algún bis de sus más conocidas melodías.







Un belén familiar que ni te lo imaginas




A pesar de la invasión de adornos y símbolos que llegan de más allá de nuestras fronteras para celebrar la Navidad, aún se mantiene muy viva la costumbre de montar el tradicional belén en parroquias, sociedades, ayuntamientos…y en casas particulares.
Y este belén que hoy aparece en castroventosa es un belén familiar, es el belén de la familia Udaondo-Puerto de Camponaraya. Los progenitores-Fermín Udaondo “el sillero” de Cacabelos y Azucena Puerto-junto con sus hijos son los “responsables” de su ya larga (cuarenta años) presencia en el domicilio familiar.
El cacabelense Fermín Udaondo posando ante su belén
Varios centenares de figuras, decenas de edificios y artilugios integran actualmente este belén de casi cuarenta metros cuadrados. Cantidad de figuras de personajes tradicionales en la representación del nacimiento de Jesús en Belén, sus casas, sus animales domésticos, sus muebles, sus herramientas…parecen cobrar vida en él. La iluminación imita al día para que el escenario cobre actividad (todos los mecanismos y figuras articuladas se mueven) y también lo oscurece para recobrar la calma de la noche. El sonido ambiente reproduce los ecos de la naturaleza en un ambiente rural. Nada queda al azar. Incluso el tamaño de las figuras y edificios está concebido para que, desde  la perspectiva del espectador, se produzca el efecto de lejanía y que el trigo que crece en el sembrado sea tan natural para precisar una poda  de vez en cuando.
Si  tiene mérito el enorme trabajo que supone el montaje-catorce días este año-con un  tinglado de plataformas, de circuitos eléctricos, de mecanismos y, por supuesto, de todos los edificios y figuras que suelen estar presentes en esta conmemoración navideña; también lo tiene el ser todo artesanal. Azucena durante estos años se ha hecho una experta  pintando las figuras y Fermín se especializó en el montaje de la estructura, en el rompecabezas del sistema eléctrico y en los mecanismos.
Posteriormente se sumó su hijo Francisco José en labores de arquitectura. De sus manos salieron el Castillo de Herodes, las viviendas, molinos, etc. que pueblan  este espectacular belén.
No falta-semioculto y muy discreto entre unos arbustos-el típico “caganer” que en la actualidad una mayoría de medios de comunicación atribuyen a una tradición catalana. Tradición que será cierta, pero que también existía y existe desde hace muchas décadas por otras zonas de España. En Cacabelos se podía ver hace más de medio siglo al cagador  en belenes cuya figura tenía más de cien años.
Este llamativo belén nació para deleite de la propia familia, pero el boca a boca de familiares y amigos fue extendiendo su fama no solo por la comarca berciana, sino también por el resto de la provincia y Galicia; hasta un autobús  con setenta jubilados aparcó un día delante del domicilio para visitarlo y, por supuesto, lo visitaron. Nadie que llame a la puerta se quedará sin entrar…y más si los visitantes son de Cacabelos. Azucena y Fermín abrirán y ejercerán gustosamente de cicerones en su propia casa.

Con la aquiescencia de Azucena y Fermín,  castroventosa anima realizar una parada en Camponaraya (muy cerca de las naves de Mancomunidad de Aguas) para contemplar este galardonado belén (una docena de trofeos adornan las vitrinas familiares) que ni te lo imaginas.