sábado, 23 de enero de 2021

LUGARES EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES 19. El Camino de Santiago (La Calle Santa María) (6)

La Plaza de Abastos, al fondo y, en primer plano, el Hostal Santa María y el Mercado de Abastos.

 Foto de 2010.


 

 LUGARES EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES

19. El Camino de Santiago (La Calle Santa María) (6)

Por Pepe Couceiro

 

La inexorable y necesaria transformación del entorno acabó por traernos el Hostal Santa María, la remodelación del mercado (ver fotografía) y la proliferación de múltiples y variadas terrazas donde satisfacer nuestros mundanos placeres.

Enfrente del mercado de abastos todavía podemos contemplar otra bella fachada (ver fotografía), la que en su día perteneció a D. Andrés Valcarce López y a Dª. Dolores Fernández Teixeiro (ver fotografía), abuelos de mis buenos amigos Andrés y María Fernanda (ver fotografía), hijos de D. José Fernando y de Dª. Herminia. 

 La casa señorial que fuera de D. Andrés Valcarce y Dª. Dolores Fernández, enfrente del Mercado de Abastos, en una imagen de 2007.

 D. Andrés Valcarce y Dª. Dolores Fernández, abuelos de mis amigos Andrés y Fernanda. Foto del archivo de Andrés Valcarce. 

 Andrés y Fernanda en la Plaza Mayor, probablemente en un día de Pascua de 1964. Foto del archivo de Andrés Valcarce.

 

Tras dividir la casa por motivos hereditarios, la parte delantera fue residencia de D. Ángel (El Juez), marido de Dª. Carmen, hermana del padre de mis mencionados amigos, junto a sus hijas Cruz y Elena. Según me recuerdan mis pacientes informadores, Dª. Carmen estuvo casada anteriormente con D. Hermógenes Rodríguez, y de ese matrimonio nació Mari Carmen, la actual propietaria de la casa. Dª. Carmen y D. Hermógenes fueron los propietarios del Cine Rodríguez, que luego pasaría a llamarse América (https://castroventosa.blogspot.com/2020/02/lugares-emblematicos-de-nuestro-pueblo_18.html).

En la parte de atrás de ese edificio vivieron Andrés y Fernanda, en una de grandes galerías de la plazoleta situada enfrente al Hostal Santa María (ver fotografía). 

 La plazoleta cercana al Hostal Santa María (al fondo) y la parte posterior de la casa de D. Andrés y Dª. Dolores, donde sus nietos Andrés y Fernanda vivieron unos cuantos años muy bien cuidados por Dª. Rosario Basante.

En esa misma zona de grandes galerías ejerció de asistenta de D. José Fernando (el padre de mis amigos) una extraordinaria mujer que proporcionó incontables alegrías a las madres de varias generaciones de nuestra villa; la que durante varias décadas más caras de cacabelenses vislumbró antes que nadie y la que, como perfecta asistenta, cuidó de Andrés y Fernanda siendo niños tras fallecer su madre Dª. Herminia. Nos estamos refiriendo a Dª. Rosario Basante, a la que todo el mundo conocía como La Cachonda, quien ejerció su profesión de matrona con auténtica devoción. Deseamos que esta mención forme parte de un merecido homenaje a una mujer excepcional totalmente entregada a sus paisanos y que acabó ganándose ante ellos el mayor de los respetos y cariño; sin duda apreciadas dádivas que pocas personalidades, ya con calles y estatuas en la localidad, habrían recibido de forma tan unánime y clamorosa.

 

Imagen de la matrona Dª. Rosario Basante, la que ayudo a traer a este lado a multitud de cacabelenses. Foto del archivo de Conchi Vázquez.

 Dª. Rosario Basante realizando uno de los diversos trabajos que desarrollaba para la familia de mi amigo Andrés Valcarce, en este caso limpiando estaquillas, trozos de sarmiento bravo, cuyas yemas se injertaban de la variedad deseada: mencía, alicante, valenciana, jerez; que eran las que solía poner su padre en el vivero de su huerta ubicada en El Campelín, y que luego vendería a las personas que quisieran replantar o hacer alguna plantación de viña nueva. Según me apunta Andrés, la foto se sitúa en un terreno espacioso que había a continuación de la fachada norte de su casa. Foto del archivo de Andrés Valcarce.

 Una entrañable fotografía de 1967 que denota el amor de Dª. Rosario hacia Fernanda, en ese momento soplando emocionadamente las velas de una tarta que Dª. Rosario le había preparado con todo cariño por su cumpleaños. Foto del archivo de Andrés Valcarce.

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Una simpática historia de esta calle la rememora nuestra querida amiga Tere La Tarula. Ella, junto a su amiga Susi, hija de Dª. Manola (propietaria muchos años de la panadería La Espiga de Oro y que se tomó sus merecidas vacaciones pasando al otro lado recientemente) y del maestro D. Jesús; pues como nos cuenta Tere, ambas solían subirse a las monturas que los feriantes dejaban atadas en el callejón aledaño a la panadería (ver fotografía) y, echándole cara al asunto, se daban unas cuantas vueltas por los alrededores emulando a los cowboys americanos, pero con la incertidumbre de ser descubiertas en cualquier momento y ganarse los consabidos azotes, en aquellos tiempos relativamente frecuentes, y no pocas veces ineludiblemente parejos a ese tipo de infantiles e inocentes travesuras.

 Otro de los tramos de la calle Santa María con la emblemática panadería La Espiga de Oro en un primer plano con más de 90 años de actividad y el cartel que señala la ubicación del muy popular Mesón El Apóstol. Puede contemplarse el inicio del callejón donde Tere y Susi montaban clandestinamente los équidos que los feriantes dejaban amarrados. Fotografía de 2010.

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A la derecha de la imagen anterior puede verse un solar y más allá, justo antes de llegar a la calle de El Risco, la casa que habitó D. Desiderio, antes de trasladarse a la casa cercana a San Roque, actual peluquería, según nos recuerda Luis Cela. D. Desiderio fue uno de los párrocos de Cacabelos que marcó una era desde mitad de los 40 hasta los primeros años de los 60 (ver fotografías).

 

D. Desiderio dando de comulgar a mis amigos Andrés Valcarce y Florencio (Jotiti) en su primera comunión en 1963. Los padres de Florencio eran D. Feliciano, el Guardia Civil, y Dª. Gabriela. Foto del archivo de Andrés Valcarce.

 D. Desiderio en 1954 a la derecha, probablemente en el merendero del Hotel Miralrío. También reconocemos, de izquierda a derecha: D. Ángel El Juez; D. Celso, el que fuera cura de Carracedo, situado de espaldas; D. Manuel El Alcalde y Monseñor Jesús Mérida Pérez, el obispo de Astorga, de blanco. Foto del archivo de Manolo Rodríguez.

Viniéndonos hacia la panadería, tras ella y en dirección a la Plaza de Abastos, había una de las más bellas casas señoriales perteneciente a las conocidas en el pueblo como Pixeiras, en la actualidad, Hostal Santa María.

Y en nuestro placentero caminar llegaríamos a la Plaza de las Flores (ver fotografías). En la primera de las imágenes contemplamos la casa donde vivieron la familia de D. Isidoro Valcarce y de Dª. Isidora Pestaña, padres de una numerosa y prodigiosa descendencia por los importantes cargos que llegaron a ocupar en la sociedad de entonces, como nos recuerda la amiga Lita La Tarula.

La Plaza de las Flores perfectamente ambientada en un óleo del querido y admirado artista D. Pedro Cotado realizado en 1988. La casa de la derecha, antes del callejón, era la de D. Isidoro y de Dª. Isidora. Archivo de Manolo Rodríguez.

  

Continuará………………

 

viernes, 22 de enero de 2021

Las esculturas de Gil del Pozo reinan en el M.AR.CA.


Gil del Pozo e Inés Díaz durante la inauguración de la exposición

Gil del Pozo nos ofrece desde hoy en el Museo Arqueológico una nueva selección de sus obras que muestra la variada y original forma de concebir la escultura. Acompañado por la concejals de cultura, Inés Díaz, esta pasada mañana quedó inaugurada la exposición que se mantendrá abierta hasta el próximo 14 de marzo.

Texto de Inés Díaz para la presentación:

Después de diez años volvemos a tener con nosotros en el M.ARCA. al escultor y artista Gil del Pozo. Fue un gran descubrimiento aquella magnífica exposición que disfrutamos durante dos meses hace ya más de 10 años. Su maestría estaba patente en su obra, muebles y figuras surrealistas, realistas, y en relieves de formas imposibles y de extraños seres que se movían en mundos oníricos.


 Hoy volvemos a comprobar que de la magia de sus manos sigue brotando arte, y desde la médula del ébano, o el abeto, del castaño o roble, nogal, peral, cedro o de cualquier raíz o tronco, llenos de tiempos y de vidas, regresan en cientos de figuras y formas únicas, llenas de pureza, originales como su espíritu mismo.

Sigue sorprendiendo la destreza, la impronta, su huella personal, la suavidad de las texturas...y sobre todo su mensaje. Ninguna figura o pieza es ajena al mensaje. Cada obra nos traslada a la expresión de lo humano o inhumano.  Ahí reside la lectura de su obra: en la ecología, la historia, la naturaleza, lo pragmático o lo onírico, la vida y la muerte, lo sagrado o lo profano... Gil siempre encuentra las formas y las expresiones de sus figuras, como si realmente se tratase de seres durmientes en las entrañas de las maderas, parece como si los hados de nuestros bosques del Bierzo le hubieran elegido para extraerlos de las sombras. 


A Gil del Pozo las musas siempre le encuentran trabajando, y ese debe ser su secreto. Nació con Arte en las venas, pero también se forjó y aprendió con el maestro suizo (Berna1990) Hans Peter Raihen, y desde ese momento no ha dejado de crear, de realizar exposiciones, y de enseñar en Escuelas de ebanistería.

Las figuras de princesas merovingias, caballeros, monstruos del devenir, cruces, retablos, puzles multicolores, Venus o madres llenarán de aromas y belleza las salas del Museo Arqueológico de Cacabelos.


 

San Bartolo

Ojo de serpiente