sábado, 22 de agosto de 2015

Ricardo reúne un año más a los veteranos de la Unión



Foto de familia ante el Vendimiador


Un año más decenas de veteranos de la Unión Deportiva Cacabelense se dieron cita ante la estatua del Vendimiador para celebrar una jornada de convivencia en torno a Ricardo “Relojero”. Pasados los saludos y abrazos, los asistentes posaron para la tradicional foto de grupo y se dirigieron al restaurante Gato para dar buena cuenta del abundante y sabroso menú que les tenía preparado Julio.

Un minuto de silencio en memoria de los compañeros ya fallecidos dio paso a la comida y demás actos de la reunión.  Fue Nino Cubelos el encargado de la presentación y de poner la nota de humor (Pepe Reina comparte con Nino puesto en el campo y dotes de animador de espectáculos).

Ricardo y Nino Cubelos
A la hora de los postres,  los veteranos Nino Vázquez y Gonzalo recordaron sabrosas historias de su época en la Unión, cuando los jugadores se encargaban de subir a hombros las porterías hasta el Campo de San Bartolo antes de los partidos, y citaron  a Manolín el de Eudosia y a Manolo Sernández como directivos entusiastas y fundamentales para la constitución del equipo cacabelense. Ricardo recibió enmarcada una caricatura de manos de su creador, Antonio Esteban, uniéndose al homenaje el poeta Dionisio Álvarez Trincado con la lectura de un poema en su honor y las entrañables melodías de los chicos de Terra del ouro.
Esta plantilla hoy sería de primera: Nino, Caramés, José Mª, Batalla, Pinilla, Banderas y Darío. Agachados: Tirso, Ricardo, Picos, Quiscolo, Campomanes, Quino y Tito, veterano masajista.


Gonzalo y Luso, dos leyendas

Antonio entrega la caricatura a Ricardo
Los yogurines de la comida pero veteranos también
Terra del Ouro amenizó la fiesta de Ricardo

Los veteranos del 35 cierran las fiestas de quintos del verano




Son los más veteranos, pero han sido los últimos en celebrar la fiesta de quintos en este verano que está siendo generoso en celebraciones. Este grupo de animosos quintas y quintos nacidos en 1935 –ochenta años los contemplan-  se han reunido esta tarde para compartir mesa y mantel en La Moncloa de San Lázaro.  Los años vividos, la abundancia de experiencias y los muchos recuerdos suministrarán infinidad de temas de conversación para toda la noche.

viernes, 21 de agosto de 2015

Eduardo López “Pirulo”, el marino que tenía su puerto en Cacabelos



Eduardo García López "Pirulo"


Cacabelos no tiene puerto, pero para el marino Eduardo era su puerto soñado  y también ha sido el último y definitivo, como él deseaba. Desde el pasado día nueve descansa aquí para la eternidad a muchos kilómetros del mar, tierra a dentro, después de noventa años de vida y de haber circunvalado la Tierra hasta cuatro veces.
Eduardo García López "Pirulo" no había nacido en Cacabelos, pero su sangre llevaba esencia pura del pueblo. Era un Porrete, como sus hermanos Alberto, Teresa, Luisa y Amalia. El lugar donde iba a nacer quizá fuese ya, por la lejanía,  premonitorio del inquieto personaje que vería por vez primera la luz en la ciudad de Avellaneda (Provincia de Buenos Aires, Argentina) en 1925. Apenas ha comenzado a corretear, a los cuatro años, cuando llega por primera vez a nuestro pueblo. Aquí pasará los años de infancia y juventud que marcarán su fuerte e inalterable sentimiento cacabelense.
Con veinte años hubo de cruzar el Atlántico para regresar a tierras argentinas donde debía realizar el servicio militar por estar nacionalizado en ese país hispanoamericano. El pasaje fue sufragado por la mismísima Eva Perón, la mítica esposa del presidente Juan Domingo Perón.
No fueron años fáciles para Eduardo aquellos primeros del regreso a su tierra natal . La morriña por su Cacabelos de adopción era continua. Los recuerdos acumulados brotaban constantemente: familia, amigos, juegos, la pesca en el Cúa con su padre…y un incipiente amor, seguramente  el más culpable a la hora de soñar con el pequeño pueblo berciano. Presumía, orgulloso, entre los argentinos de su Cacabelos y de su condición de cacabelense ante quien quisiera escucharle. Sus años de juventud y su mejores recuerdos eran del Bierzo (me comentaba días pasados Javier Pablo, su hijo).
Durante sus rutas marítimas tocaba en ocasiones puertos españoles. El saberse en España, por lejos que estuviese Cacabelos de la costa, obnubilaba de tal forma su mente que abandonaba el puesto y regresaba, aunque sólo fuesen unas horas, a su querido pueblo. Cuando se reincorporaba al barco de destino le esperaban, como era de rigor, una reprimenda y una sanción. Pero ambas habían valido la pena -seguramente pensaba- después de haber estado con sus amigos Purín, Lolo Couceiro, Horacio Guerra, Guillermo Luna, Alfredín el Mineiro, Xoquinín, Manolo el Pardal, Tano y tantos otros. Y por supuesto la visita a su novia Luisa “La Fusila” del Campo de los Bueis con quien se casó por poderes. La rigidez de la sociedad y de la Iglesia de aquellos años era fuerte y, en consecuencia, la familia  no iba a permitir que viajase la novia a casarse a Argentina: Vas, pero ya casada, como deber ser.
Después de toda una vida de trabajo, regresó a España y se estableció con su familia en Torremolinos. Los casi mil kilómetros de distancia  no han sido obstáculo para seguir viniendo a Cacabelos durante estos últimos quince años. Se compró un apartamento céntrico para pasar la Pascua y el verano entre nosotros. Disfrutaba plenamente de los paseos y las charlas en el Parque con otros jubilados arreglando el mundo.
Sus restos descansan en paz en el cementerio de Cacabelos como siempre había sido su deseo y lo hacen en la tumba de su abuelo, Pedro García El Esparaván.
-A buen seguro en el cielo se habrá encontrado con algunos amigos para jugar a la billarda. Estará preparando ya alguna cacería o buscando el mejor racimo para colgarle a San Roque (imaginaba su hijo durante las pasadas fiestas del patrono de Cacabelos).