sábado, 26 de agosto de 2017

Regresa el fútbol con el partido entre Veteranos de la Unión y Veteranos Fabero


Los nacidos en 1956 despiden el verano con ronda, cena y fiesta



Una quinta con muchas ganas de divertirse


Y es que no se puede entender de otra manera. No hay festejo que se precie en Cacabelos si no va precedido de una ronda (lo que se entiende aquí por una ronda). Seguirá una buena y copiosa cena que precederá a su vez a una larga noche de fiesta.
Todo eso es lo que han hecho en parte y están haciendo todavía los “jóvenes” nacidos en 1956; año, por cierto, que fue bisiesto y comenzó en domingo. ¿De dónde sino les viene a estos quintos el alma jotera?

viernes, 25 de agosto de 2017

Con “Cantos a mi madre” de Helios Estévez se cierra el miércoles el I Ciclo de Presentaciones de Libros del MARCA




Finaliza el próximo miércoles el I Ciclo de Presentaciones de Libros que ha venido desarrollándose con gran éxito en el Museo Arqueológico los miércoles de julio y agosto. Y pone el punto final “Cantos a mi madre y otros poemas” de Helios Estévez en un acto que comenzará, como los anteriores, a las seis y media de la tarde.

Este poemario ya fue presentado en este mismo lugar en agosto de 2013 y ahora, en 2017 se estrena una reedición. En aquella ocasión el autor estuvo arropado por dos personalidades del mundo de la literatura y de la escultura: el catedrático, editor y crítico literario Nicolás Miñambres y el escultor Adolfo Alonso Ares. El primero nos habló entonces del esfuerzo creativo de Helios para plasmar en la belleza de los versos los recuerdos más profundos de los paisajes del alma. Ares, por su parte, centraba la atención en los silencios. Decía que su poesía estaba llena de silencios, algo imprescindible en la verdadera poesía.

Se asoma a mi ventana...José Yebra con "La Raspa la inventó el cura de Carracedo"



La Raspa la inventó el cura de Carracedo

Por José Yebra, cacabelense, escritor y profesor
   La Raspa la inventó el cura de Carracedo. ¿En serio? Vamos a ver, ¿era este párroco que oficiaba en la parroquia de Carracedo del Monasterio oriundo de México? Porque, según tengo entendido, la Raspa proviene del este del país azteca, y es una canción que además viene acompañada por una coreografía graciosa a la par que sencilla, con sombrero de charro incluido. Puede que ese hecho sea ya cierto en sí mismo, pero existe otra posibilidad, quizá en un mundo paralelo, que paso a narrar a continuación:

   Como solía hacer casi a diario, la señora Lucrecia, la hermana de un industrial de la villa, se acercó aquella mañana de invierno de uno de los primeros años 1950 a la iglesia de Santa María de Cacabelos a vestir a los santos que debían estar aquel día más que preparados y relucientes para las inminentes procesiones de Semana Santa. No contaba Doña Lucrecia con la inesperada presencia de Cruz, la del Sillero, (de hecho, nunca jamás llegó a saber que una niña que ni pestañeaba la estaba observando ojiplática en aquel preciso momento). Cruz escucha desde la sacristía una voz que parece cantar algo;
Iglesia Santa María hacia 1955
la curiosidad vence (como casi siempre sucede) por goleada al inicial atisbo de miedo y se acerca muy sigilosa caminando tan de puntillas como podía hacia la estancia en la que se guardaban los santos y, nada más llegar a la altura de la puerta, la abre un poco, lo justo para acercar su cara a la rendija que hace salir la luz hacia afuera y ver a Doña Lucrecia bailando muy ufana y feliz bien agarrada a San Antonio, patrón de los animales, o más bien a la cabeza y las manos de ese San Antonio, que el cuerpo que se encarga de sujetar las vestimentas del santo no es más que la conjunción de dos palos cruzados que hacen las veces de sostén de las sayas brillantes, impolutas que luce siempre ante los ojos de devotos y curiosos que se acercan a saludarlo. Doña Lucrecia destila pura felicidad en cada paso de su coreografía mientras no deja de cantar “la Raspa la inventó el cura de Carracedo”, sin temor alguno a estar cometiendo sacrilegio alguno, que los santos, inocentes o no, también merecen un baile de vez en cuando que les saque de esa apatía y quietud de la vida beata, inerte.

   Desde que la misma Cruz nos contó esta anécdota en el filandón del último miércoles de julio de este año, 2017, en el Museo Arqueológico, cada cierto tiempo viene a mi mente aquella melodía y canto para mis adentros, “la Raspa la inventó el cura de Carracedo” y así definitivamente me olvido de aquélla de mi niñez que tanto me fastidiaba, “la Raspa la inventó Amancio con el balón”, que para un hincha del Barça como yo suponía casi siempre un pequeño y llevadero suplicio, aunque aquello sí que era fútbol del de verdad, no estas zarandajas tan volátiles del fútbol moderno… pero ahí entraríamos ya en otro tema a debatir; de momento, quedémonos con que la Raspa fue creada por Don Celso, aquel párroco de Carracedo del Monasterio que se acercaba cada tarde a Cacabelos en bicicleta, a jugar la partida de tute al casino, sujetando bien su sotana a su cintura con un buen cinturón para que la misma no se le enganchase con los radios de las ruedas. Seguro que, además, iba dando pedal y cantando su propia versión de la Raspa en el corto trayecto entre los dos pueblos.