jueves, 12 de marzo de 2020

LUGARES EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES 9. La Carretera General (2)





LUGARES EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES

9. La Carretera General (2)

Por Pepe Couceiro

Cambiándonos de acera y de dirección, es decir, desde donde finaliza la Puerta del Sol, actual Plaza del Vendimiador, hacia al puente, comenzaríamos con el comercio-bar de D. Antonio Luna, que regentaba la abuela de Dª. Maria José, la mujer de Manolo Rodríguez (ver la fotografía de la plaza de la báscula).

Luego, en la calle Cuatropea, aparecía el local que posteriormente sería ocupado por la cafetería Venecia y, a su lado, en la década de los 70, había un antro subterráneo llamado La Cueva, en el que podías encontrar diferentes juegos recreativos como futbolines, máquinas pinball, etc., y en la que muchos amigos de nuestra generación pasaron incontables horas. 

Programa de la Pascua de 1945 en el que se anuncian tres establecimientos ubicados en la entonces Avda. José Antonio, entre ellos el de Marcial Fernández, cuyo local se convertiría, años más tarde, en La Cueva y otro en la Plaza de Calvo Sotelo, ya de aquella conocida popularmente como Puerta del Sol, actual Plaza del Vendimiador. Foto de Manolo Rodríguez.

El siguiente local tuvo una gran importancia y fue conocido por muchos años como el Café Español, centro de reunión de un buen número de personas del pueblo. La siguiente fotografía muestra el ambiente festivo de un lunes de Pascua de 1961 en el que, por delante de su terraza, se ve pasar la tuna o rondalla local.

Pasa la tuna por delante de la terraza del Café Español en un lunes de Pascua del año 1961.

Aquella numerosa agrupación, tan consolidada en esos años, solía ensayar en el Ayuntamiento. En la fotografía pueden reconocerse a El Rubio, Pitareco, Toño Martínez, José Landeira, Miguel Prieto, Saturno, Luis Hernández Romo, Melero, Juanjo, el de Peña, entre muchos otros que no hemos podido reconocer.
La terraza del Café Español en 1941.
En el mismo espacio destinado al Café Español hubo otro durante la república que se llamaba Café Obrero o Café de Aurelio, por el nombre de su propietario. D. Aurelio Núñez, el que está sentado, con boina, a la izquierda de la fotografía con la silla al revés. Tras la Guerra Civil pasó a llamarse Café Español o Café de Aniceto. D. Aniceto es el que se halla a continuación de D. Aurelio, con la camisa blanca. D. Aniceto era hijo de D. Aurelio y padre de D. Ángel (Gelo), el marido de Berta, Ceto, Manolita (la de Vitín), etc. A la derecha de D. Aniceto se distingue a D. Ignacio Moyano Burgueño el cual, junto a su hermana Dª. Emilita, estaban permanentemente detrás del mostrador de la tienda de Burgueño, un gran espacio dedicado a tejidos, mercería, papelería, revistas, etc., situado en la plaza (actual cafetería Siglo XIX). En este punto Manolo me hace el simpático comentario de que el café de Cascote se llamaba El Trabajo y el ubicado en la plaza, al lado de la farmacia de Víctor, en casa de su tía Sara, se llamaba La Obrera, y concluía: ¡Hay que ver qué laborioso pueblo teníamos entonces!

En el centro de la fotografía, con boina, también aparece D. Álvaro Morete, el padre del recordado Varito. Detrás de él podemos reconocer a un sonriente hermano de D. Eumenio García (el ilustre cacabelense gracias al cual disponemos de museo), D. Antonio García, El Sastre. De pie y apoyado en la pared está Coré (Lindoso), hermano de Tinto (D. Isidoro) y de Dª. Encarnación. Sentados y apoyados en la pared aparecen, desde el fondo hacia el primer plano de la foto, D. Antonio Garay padre (con gafas), D. Manuel El Alcalde y, en primer plano, D. José Santos (con gafas y boina), uno de los trabajadores del Ayuntamiento de la época. 
A continuación del Café Español, tal como se observa en la fotografía de la rondalla, distinguimos la Fonda Mediavilla, regentada por Dª. Amelia, mujer de D. Ángel Mediavilla y padres de Dª. Adelita (la mujer de Juan el del Venecia) y de Dª. Carmiña. El Sr. Mediavilla era el cámara del Cine Litán y también llevaba un taller, del que ya hemos hablado anteriormente, situado casi enfrente en el que arreglaba aparatos electrónicos sencillos como radios.

A continuación, en el espacio de la ferretería y luego mueblería de D. Primitivo Pérez, padre de Tino y Pili, como ya hemos comentado en la primera parte del texto, estuvo el Cine Carmina.
Siguiendo la dirección del parque y tras pasar el callejón llegamos a la emblemática Casa Ubaldo ¡quién en el pueblo no ha oído hablar de sus famosas tapas!

La singular casa de D. Ubaldo Santín de cerca, entre ambos callejones, probablemente en la década de los 50. Foto de Manolo Rodríguez.

A continuación, tras otro callejón, llegamos a Casa Gato, una de las mejores casas de comidas del pueblo en mucho tiempo. Solo su persistencia a lo largo de ese periodo habla de lo bien que la familia supo conducir este negocio. Muy probablemente los valores con los que fueron educados han tenido la culpa del trato a sus clientes y, en este sentido, lo tenemos más claro cuando comprobamos quienes formaban parte de las dos familias que acabaron uniéndose. La de Dª. Maruja (la hija de D. Indalecio Yebra, el panadero que comenzó a elaborar los populares panecillos en el día de las Candelas en su panadería, actualmente la de Pablo), que tenía 5 hermanos: Dª. Luchi; Dª. Manuela (que emprendió, la pasada semana, el mismo viaje que haremos todos), dueña de la prestigiosa panadería La Espiga de Oro; Dª. Adelina, Dª. Mari Carmen y D. Indalecio (Tito, que fuera panadero de Vega de Valcárcel) y por parte de la familia de D. Manuel Vázquez Gato (Pirolo), hijo de D. Félix Vázquez, que tenía seis hermanos: Félix, Luis, Pepe, Sara, Lucrecia y Pili. El caso es que solo gracias a un proceso generador de energía, semejante al que tiene lugar en el interior de nuestra estrella pudo lograrse tal descendencia. Una explosión de luz en la que cada una de sus partículas iluminó para siempre el lugar donde acabó siendo depositada. Cada una de esas luminarias tiene nombre y todo el pueblo sabe que nos estamos refiriendo a Mari Luz, Manuel, Celia, Mari Carmen y Olga.

El bar restaurante Casa Gato en los comienzos de la década de los 50. De izquierda a derecha: con traje Nin (hijo de D. Segundo, hermano de D. Félix, el padre de D. Manuel), Dª. Pilar Gato (hermana de D. Manuel), Dª. Pilar Vázquez (hija también de D. Segundo) y Dª. Raquel Luna. Foto del archivo de la familia Gato.


D. Manuel (Pirolo) mostrando sus habilidades en el local de la foto anterior, que su suegro D. Indalecio compró para montar el bar en el que primero daban tapas y luego pasó a ofrecer comidas. Foto del archivo de la familia Gato.




En el tramo de la carretera que nos ocupa en 2019 con Mari Luz (La Gata) cruzándola en dirección al lugar donde su padre tenía el restaurante (actual pescadería y marisquería), sin saber que alguien le estaba haciendo una foto con la que pasaría, con todo merecimiento, a la posteridad.

Después de Casa Gato llegábamos a la primera relojería del padre de Ricardo, con aquel gran reloj de péndulo en el escaparate (que se mantendría cuando se trasladó casi justo enfrente); luego a la sastrería de D. Juan Luna (Juanín, hermano de Pepe, Lecio, Toñita, Lita, Lilo, Lela, Lolo y Laila) y la peluquería de D. Eduardo El Cholas y su mujer Dª. Angustias (Lila), con el padre de Dª. Paloma (D. Eduardo) y su hermano D. Andrés, el marido de Dª. Florisa, ejerciendo de maestros peluqueros. 
Pasando una nueva calle estaba la sierra de D. Luciano Litán, donde hoy permanece el local de El Gallego. Finalizaríamos el recorrido en el Campo Nuevo (actual parque municipal), donde se celebraban las ferias del pueblo (ver fotografía), aparcaban los camioneros que transitaban frecuentemente la Nacional VI mientras daban buena cuenta de las excelentes viandas de Casa Gato, se instalaban las atracciones y casetas de feria en las fiestas del pueblo y donde los alumnos de las escuelas de D. Heliodoro o D. Marcelino bajaban en el recreo a jugar al futbol.

En una de las ferias celebradas en el Campo Nuevo (actual parque municipal) con Dª. Raquel Luna y D. Desiderio (el cura anterior a D. Dámaso) como testigos de excepción. Foto de Manolo Rodríguez.
En este amplio espacio pegado al río se hacía la hoguera de Santa Lucía el 13 de diciembre. Según me cuenta mi otro apuntador Roberto Carretón, en aquellos tiempos se hacían tres hogueras en el pueblo: la de Santa Lucía, la de San Manuel el 31 de diciembre en el Campo (detrás del Instituto) y la del día de Reyes en la Casería.

Vista panorámica de un joven Parque Municipal, probablemente en la década de los 70, al cabo de pocos años de realizar la plantación de árboles.

Retomando la misma acera, pero en dirección contraria (hacia la cooperativa) y poniéndose de nuevo Manolo al volante me comenta que, una vez pasada la Puerta del Sol, hubo durante años una pintoresca gasolinera (ver fotografía), que los de nuestra generación también llegamos a conocer y que constaba de una columna con una palanca que había que accionar para cargar los cilindros de gasolina y que, cuando había que cargar un mechero, podía cogerse la manguera para aprovechar las gotas que quedaban en ella. Curiosamente, cuando se abrían las portezuelas de la parte superior (dos hojas) aparecía escrita la advertencia: PROHIBIDO FUMAR, estando detrás el letrero del estanco que decía: TABACALERA S.A. Según Manolo, este detalle había sido recogido en un chiste gráfico del periódico Proa, precursor del diario La Hora Leonesa y el actual Diario de León

La Puerta del Sol en los años 70, con su báscula en el centro que, por aquel entonces, parecía más un monumento conmemorativo que una máquina de pesar camiones. Observamos, a la izquierda, la curiosa gasolinera de la que hemos hablado y el letrero que daba nombre a la carretera en esos años: Avda. José Antonio Primo de Rivera.
Después de la gasolinera y el estanco nos encontraríamos con el comercio de D. Elmo, el padre de mis amigos Carlos, Mito y Blanca (ver fotografía).

Vista de la carretera en 1964 ya asfaltada en dirección a la cooperativa desde la altura del estanco actual. Pueden observarse, a la derecha, la tienda de tejidos El Palacio de D. Elmo Jiménez, Calzados Garnelo y, a continuación, la casa de Los Lizáfaro.
Luego llegaríamos a la casa de Los Lizáfaros (ver fotografía), una cariñosa familia a la que me uní gracias a la amistad que siempre mantuve con Manolo, el hijo menor de otras dos excepcionales personas: Dª. Teresa y D. Alfredo. Cada uno de los hijos de esta admirable pareja: Mª. Teresa, Roberto, Edita, Cuqui, Margarita, Alfredo, Martín y el propio Manolo, fueron educados bajo unos férreos valores de libertad y autonomía, propiciando que se constituyeran en mundos independientes, pero formando una indestructible unidad familiar. Esas personas irradiaron durante generaciones simpatía, admiración, cultura y bondad a buena parte de su vecindario, seguramente sin saberlo.

La casa de Los Lizáfaros de frente, a solo unos metros del estanco. Algunos miembros de la familia junto a otros amigos y familiares asomándose para ver el desfile de carrozas de la fiesta de la vendimia del año 1.990. De izquierda a derecha: Manolo (marido de Cuqui), Margarita, Cuqui. Edita, Jorge, Marta, Dª. Teresa Lizáfaro y Álvaro.

Después de la casa de mis amigos llegábamos a la de Turo y es obligado detenernos en ella un rato porque, en la década de los 50, nació un ángel que enseñó, y sigue haciéndolo, valiosísimas lecciones a todos aquellos que estuvieran preparados para recibirlas. En aquella casa, cada vez que pasábamos, día tras día, nos alegraba la vida el entrañable Toñín (Antonio Manuel). Era frecuente verlo en alguno de los balcones saludando o atacando a los viandantes que, o bien le saludaban amorosamente o le gastaban alguna broma que ponía a prueba su paciencia. Con el paso del tiempo sus también inolvidables y cariñosos padres, D. Arturo y Dª. Josefa y hermanas, Marijose y Rosi, descubrieron en él el más valioso de los regalos, un regalo que había que ir desenvolviendo con amor y paciencia para poder percibir y apreciar el diamante que residía en su interior. Con esa única, maravillosa e intransferible experiencia se han quedado todos los que le trataron. Ellos y solo ellos saben, con absoluta rotundidad, que no la cambiarían por nada. 



       


















Nuestro querido y entrañable ángel Toñín en dos simpáticas instantáneas de 1957 y de 1959, en esta última al lado del taller de El Guarni. Foto Manolo Rodríguez.

En nuestro caminar por esa acera nos encontrábamos con la particular hojalatería de D. Francisco Carballo (Quico Lobín) donde, además de hacer calderos, regaderas y otros artículos domésticos, se sellaban los botes de hojalata que las amas de casa le llevaban para conservar los chorizos.

Cuando uno de los hermanos Gallego hizo la pequeña casa de la esquina, abrió como pudo, en un ínfimo espacio, la relojería D. Ezequiel Marcos. Pasando la calle que lleva a la panadería de Pablo en la actualidad, llegaríamos al espacio donde se ubica actualmente el Hotel Villa de Cacabelos, en cuyo edificio anterior vivió una familia muy querida en el pueblo formada por los hijos de Dª. Eudosia (Miguel, Manolín y Aurita), verdaderos apasionados de la Unión Deportiva Cacabelense. El inmueble siguiente era donde se asentaba el establecimiento de bicicletas de El Guarni, de Villafranca y donde también vivía la familia de D. Antonio Martínez y Dª, Ignacia García, padres de Toño, Maritea y mi querida amiga Azucena, a quien envío un cariñoso beso se encuentre donde se encuentre.

A continuación, llegaríamos al estudio fotográfico de D. Isidro González Canóniga (ver fotografía), el padre de mi querido amigo-hermano Isidro Canóniga, que más tarde su extraordinaria y recordada madre, Dª. Josefa La Nina, convertiría en tienda de comestibles tras el fallecimiento de su marido. 

Me cuenta Manolo que, entre las fotografías expuestas en el escaparate de ese estudio había un retrato de Richard Dean, nombre artístico del inimitable cacabelense D. Horacio Guerra, el cual había participado en la película: Molokai, La Isla Maldita (Luis Lucía, 1959) sobre la vida del Padre Damián, en la que nuestro divo aparecía tocando las campanas de la iglesia.

Fotografía de finales de los 50 o de principios de los 60 que nos muestra de izquierda a derecha a Manolo Rodríguez (nuestro cronista) de pie, a su primo Paco el de Carín, Toño el Carretón, Quico el de José María (bar La Ruta) sentados en la moto y a la derecha y, algo cortado, Funi, el hijo de El Americano. Todos al lado del escaparate del estudio fotográfico de D. Isidro González Canóniga. Foto de Manolo Rodríguez.
Una muy guapa y elegante Pilar, actualmente en el lugar más luminoso de todos, posando en 1957 muy cerca del taller de El Guarni y el estudio de fotografía de Isidro Canóniga (el que hace esquina y encima tiene una pequeña barandilla correspondiente a la casa de Dª. Petronila García (Petroja). Pilar era hermana de Noemi (Eme), la mujer de Eumenio García - Meño (Librería García) y tía de Rosi, Mariti, Margot y Luis Miguel. Fotografía del archivo familiar.

El edificio con el taller de El Guarni y la tienda de comestibles de Josefa La Nina, a su izquierda, probablemente en la década de los 70. Foto de D. Antonio Martínez.
En ese punto de la carretera se reunieron varias familias a las que siempre profesaré un cariño especial. La de la mencionada Dª. Josefa La Nina y sus hijos (Isidro y el siempre añorado Fernando); la de Dª. Petronila, con sus hijos Maricha y Juanjo, amigo y compañero de aquellas gloriosas botilladas en Madrid junto a su mujer Marisa y otros buenos amigos, y la de Dª. Tina con sus hijos y amigos de toda la vida: Marta y Roberto.

La calleja separaba la tienda de Josefa de la casa donde vivía D. Vicente el veterinario, con sus hijos: José Luis, Vicente, Margarita, Fernando y María Isabel. En ese piso vive actualmente otra querida familia del pueblo, la de D. Secundino y Dª. Paloma, a quienes no tuve el placer de conocer de cerca, pero sí los importantes logros de la ascendente carrera de su hijo David. El mismo inmueble también fue habitado por nuestro añorado y querido D. Isidoro (Dorito), el que fuera juez de Paz y que luchó denodadamente para recuperar la vida de personas que tuvieron la desgracia de caer en la trampa de la bebida.

2 comentarios :

  1. Bonitos recuerdos de mi pueblo desdé la distancia, gracias Pepe

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  2. Aunque no sé quien eres y también desde la distancia: de nada!!
    siempre será un placer contaros cosas con la ayuda de mis imprescindibles interlocutores amigos.

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