lunes, 23 de junio de 2014

Luis Mª Ansón escribe sobre Carralero



El cuadro de la semana  de la Retrospectiva de José Carralero elegido por el Ayuntamiento es “Troncos quemados”. Es comentado por el prestigioso escritor y director de periódicos Luis María Ansón.
Este artículo, que publicó con motivo de la concesión a Carralero del galardón BMW de Pintura, lo titula:
 “Paisajes del alma”
Entre  la llama y la ceniza se produce la insurrección del color en los paisajes de la tierra y del alma que José Sánchez-Carralero lleva al lienzo estremecido. El esplendor del incendio empalidece a veces en los lejanos campos y se hace rescoldo oscuro. Es el hombre ante  la Naturaleza, el pincel ante la orgía de los colores rojos y cárdenos y sepias y melancólicos y azules y atroces y llenos de sombras y de luces y de pasiones. Es la explosión del abstracto subliminal que se hace figuración en los campos y los montes, en los altivos ríos y las charcas inundadas. Es, como escribió Cirlot, la emergencia de lo patético, creciendo como oscuro incendio desde los abismos del ser.
José Sánchez-Carralero fractura las líneas, contorsiona colores, busca la espiral y el torbellino, se recrea en el barro engendrador, se enfrenta al huracán, se hace él mismo paisaje descoyuntado. Es un Munch de la atormentada tierra. Es un Rouault sin cristos ni pecadores. Es un Kokoschka en sus zarzas más ardientes. Suena en los paisajes de Carralero la música de Schönberg aunque con nostalgias de Mahler. Los colores corrompidos en la paleta se enfadan para expresar los borbotones de la Naturaleza. Los paisajes de Carralero, incluidos los urbanos, son paisajes en harapos, con intuiciones “tachistas”, con tendencia irremediable a la disolución. El pintor está lejos del éxtasis arremolinado de Van Gogh. Carralero vive en una sociedad agria y se limita a poner el espejo de su paleta delante de ella. No hace literatura ni idealismo. Retrata el alma de su tiempo en paisajes sin fronteras, ante los abismos del temor y el temblor. “La Naturaleza para el artista, ha escrito, ha de ser eterna, imprescindible, inagotable y viva fuente que lo alimenta”. Es verdad. Sólo que Carralero le ve a través del alma en carne viva con el lenguaje plástico de la pasión enmarañada. Es el Artista que lucha desesperadamente, inútilmente tal vez, por un lugar en el sol, por instalarse en la eternidad.

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