Antonio pertenece a la cofradía de Cacabelos |
Para mí España era Cacabelos, recuerda Antonio al hablar de la nostalgia por su tierra durante los años que vivió en Brasil.
Quizá sea uno de los últimos, sino el último, de los cacabelenses vivos que emigraron a América en el siglo pasado. Argentina y Brasil fueron los destinos elegidos por la mayoría.
Antonio González Puerto, Toño el Pardal, es el protagonista hoy de esta entrada. Con 92 años a la espalda conserva perfectamente sus facultades mentales que le sirven para evocar su pasado, casi el día a día, sin necesidad de preguntarle. Brotan como de un torrente casi continuo los recuerdos.
Fue el penúltimo de diez hermanos. El apodo lo heredó de su madre, Flora, que fue pescadera, oficio que ejercieron varios hijos. Nació y se crío en el Campo (Campo de San Isidro, Campo de los buéis, Campo Tablado). No era una familia que llamase la atención por lo prolífica. Me apunta Toño otras vecinas: Estaban con 12 hijos los Cholas, Polo con 10, la Carraquiña con 9 ó 10, Rivera, Mipinta…todas las casas estaban llenas de hijos.
Antonio con su tocayo Antonio el Pepito
Hablamos de su época escolar, de sus primeros trabajos…
-Fui a la escuela con don Heliodoro, el padre de Dorito, y con don Augusto. Estaba en la calle detrás de la casa de Prada, donde la Plaza de Abastos (Calexa Sixtina).
Empecé a trabajar con mi padre, le ayudada en el huerto y en las viñas, pero a los catorce años entré a trabajar en el taller de sastrería de Antonio García, el marido de Chuchas. Estaba en la esquina de los soportales con la calle Santa María. Allí tuvo después Ángel Barrio una tienda de cristalería y cerrajería. Hoy está añadido al bar Siglo XIX. Después pasamos a un bajo de Manolo el Corino (hoy forma parte de la Relojería Marcos).
Mientras evocamos otras tiendas que hubo por la zona, Toño vuelve a su taller:
-
Éramos diez o doce trabajando allí. Entré barriendo y limpiando. Después fui aprendiendo todo, hasta que marché a la mili –añade sin parar-, estuve dos años en Valladolid, en Veterinaria.
No era un cuartel, parecía un chalé. Fui recomendado por mi madre. Tenía un amigo sastre en Valladolid que conocía a un capitán. Además, me llevaba bien con el alférez que venía a Cacabelos para ver a una novia, hermana de la mujer de un químico de Guerra. Yo le preparaba el uniforme.
Toño en el centro. A su derecha Gemiro, Pepe Nicuiso y Manolo el Comunista. A su izquierda está Manolo Mipinta y José Neira.
Regresa de la mili en 1951 y se reincorpora al taller de Antonio el Sastre. Recuerda a Lolo el Melero –le enseñé yo-, recién incorporado como aprendiz. Son años en que los que comienza a hacer trabajos por su cuenta -dar vuelta a algún abrigo, abrigos de mujer y trajes- que le proporcionarán ya cierta fama como sastre.
Entiende que en Cacabelos no puede aprender más. Se va a Barcelona a completar su formación. Entonces la capital catalana lo era también de todo lo relacionado con el mundo textil. Se matricula en la academia internacional de corte “Rocosa”:
-Allí había muchísimo trabajo. Regresé cuando conseguí el título, apostilla Toño resoplando.
Un hermano suyo residente en Brasil, Manolo, le anima a probar fortuna al otro lado del Atlántico. Sabe que allí encontrará muchas oportunidades con su profesión. Embarca en Vigo en 1957 con una maleta y su máquina de coser Singer. Después de dieciocho días de travesía llega al puerto de Santos, muy cerca de Sao Paulo, la capital del estado donde permanecería seis años trabajando de sastre en una casa de alta costura francesa colaboradora de Christian Dior.
La máquina de coser viajera que acompaña a Toño desde hace más de 75 años
-Me hicieron una prueba e inmediatamente me contrataron.
No guarda buen recuerdo de su llegada a Santos. Se encontró solo en el puerto. Un accidente sufrido por su hermano le impidió ir a esperarlo al puerto. Se acercó para ayudarle uno de Cacabelos al que consideraba “como si fuera mi hermano”, le pidió 500 pesetas para unos trámites que necesitaba hacer: nunca más las volvió a ver... ¡y era dinero! Concluye la historia aún casi enfadado. Ya se sabe el dicho: quien presta dinero a un amigo, pierde el dinero y el amigo, concluyo yo para interesarme por su histórica boda por poderes con Elena Neira Pestaña (q.e.p.d., en abril hará cuatro años de su fallecimiento).
La boda sin novio. Toño estuvo representado por el padre de Elena. A la izquierda, Terio, el padrino
-¿Erais ya novios cuando te fuiste a Brasil?
-Sí, ya empezamos a tontear siendo muy jóvenes. Su padre tenía una bodega de bandera en donde vive ahora mi cuñada Mari Carmen (casa de Pepe el Sillero) en el Campo. Por las ferias nos dejaba poner cantina a su hijo Luis y a mí, allí comenzamos el noviazgo. Nos casamos por poderes(el matrimonio por poderes o casamiento por poderes es una boda en la que uno o ambos individuos que van a ser unidos no se encuentran físicamente presentes, y que por lo general son representados por otras personas).
En Sao Paula Toño celebró la bodo con los amigos y familiares de Brasil
-La boda de aquí la celebró don Desiderio. Su padre hizo de novio y mi hermano Terio de padrino. En Cacabelos hicieron un desayuno para festejarlo. Yo hice un banquete con los amigos en Brasil. Elena hizo ese primer viaje también en barco desde Vigo, en el “Cabo de Hornos”, concreta.
En este buque -El Cabo de Hornos- hizo Elena su primer viaje a Brasil
Diploma de aprovechamiento en el curso de diseño y pintura.
No tardó mucho tiempo en coger fama y conseguir buena clientela, sobre todo entre mujeres extranjeras europeas. Incluso le ofrecieron regresar para instalarse en París con todos los gastos pagados. Después de pensarlo mucho decidieron seguir en Brasil, cuando llegase el momento de regresar, sería para volver a España definitivamente.
-Conocí a uno de Toral de los Vados que me animó a trabajar en el cuero en Río de Janeiro. Me ofrecieron un buen sueldo en unas galerías. Antes hablé con mi patrona, la francesa, pero no pudo pagarme tanto. Así que nos fuimos a Río.
-¿Tardasteis mucho tiempo en venir a España de vacaciones?
-Ocho años. Los siguientes viajes ya los hicimos en avión. En los primeros tardábamos tres días por culpa de los trasbordos, hasta tres noches pasábamos en los aeropuertos.
Recorte de prensa informado del nuevo taller de cuero fundado por el cacabelense
En Río cumplieron los casi cuarenta años de emigrados. Después de conseguir estar al mando de negocio propio, de colaborar profesionalmente en el mundo del espectáculo y de reunir dinero suficiente para tener un buen pasar, como suele decirse, deciden regresar a Cacabelos a vivir su jubilación.
Programa de una obra de teatro en la que Toño fue el encargado de vestuario
-Les vendí el negocio a los empleados. Perdí un terreno que había comprado sin verlo. Por culpa de un cliente no pagué unos impuestos y me quedé sin él. Volvimos para Cacabelos, la que más ganas tenía era Elena.
Y en Cacabelos sigue. Hasta hace poco tiempo atendía a los peregrinos en la ermita de San Roque sellándoles las credenciales y dándoles información.
La Sínger regresó con ellos y sigue ocupando un lugar destacado en su casa. No ha estado parada. Más por razones de amistad o familia, aún confeccionó trajes y abrigos, sobre todo para señoras.
Posando ante dos de sus óleos pintados en Brasil con escenario cacabelense
La pintura ha sido una de las aficiones de Antonio |
Es un gran vecino y amigo. Siempre es muy grato compartir un rato de charla con él y aprender de sus experiencias. Mucha salud Toño.
ResponderEliminarDesde Valladolid la hija de "la chispa".
GRAN PERSONAJE. BONITO Y MERECIDO RECONOCIMIENTO Y EJEMPLO DE SUPERACIÓN. VIDAL
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