Campapeques,
el campamento de verano para niños que organiza el
Ayuntamiento, acaba de decir adiós a su edición más difícil. Asumir la
responsabilidad de llevarlo a cabo en unos momentos tan convulsos tenía que ser
obra de algún loco maestro rebosante
de vocación, comprometido y valiente.
Y ese maestro era David del Valle Ramón.
Prácticamente a diario sorprendía a los viandantes con una de las pocas imágenes
alegres y entrañables que hemos podido disfrutar este verano: su reata de
pequeñines dirigiéndose a los lugares donde desarrollaban las actividades. Casi
siempre con alguno en el colo y
tirando de la cuerda Y más atrás, controlando en el medio y el final de la
hilera, sus imprescindibles compañeras Laura Gundín, Laura Vázquez y Carolina
Llamazares.
Una experiencia como ésta no la van a olvidar, la
presión con la que han debido trabajar tuvo que ser enorme, así como el
desgaste psíquico y físico para finalizar con éxito el programa.
Sin embargo, ha sido muy fácil conocer los
entresijos del campamento gracias a la disposición y abundante información con
las que David nos ha obsequiado charlando con Castroventosa:
¿Qué es Campapeques y cómo se logró organizar
este año del coranovirus?
Laura y David "haciendo campamento" en la Biblioteca Municipal |
Cada
inicio de verano, en nuestro municipio, es tradición ver por las calles, los
coloridos y creativos carteles que indican el inicio de un nuevo Campamento de
verano. Un campamento que siempre está lleno de alegría, de ilusión y de muchas
ganas de jugar y compartir nuevas experiencias.
En
este caso, el verano se presentaba de una forma “muy extraña”, habíamos pasado
muchos meses en casa confinados, comunicándonos a través de las redes sociales,
el teléfono móvil o internet. Por lo que era extraño volver a confiar, a jugar
e incluso a saludarnos como antes. Los hábitos habían cambiado y los saludos
también. Y como no podía ser de otra manera, el Campamento Urbano de Cacabelos
nacía para afrontar una de sus etapas más complicadas. El miedo, el aislamiento
y hasta la tristeza jugaban en nuestra contra.
Este
verano, el campamento, fue creado como un servicio municipal para ayudar a las
familias trabajadoras a conciliar la vida laboral y familiar. Mientras tanto,
el gel hidroalcohólico, la mascarilla y el desinfectante, se convirtieron en
los ingredientes básicos de este verano.
Un
“campamento”, el cual se presentaba con muchas complicaciones, miedo y hasta
ciertos interrogantes por parte de las familias, a la hora de apuntar a sus
hijos e hijas. Pero, con paciencia, esfuerzo y un protocolo específico de
desinfección, el miedo fue pasando a un segundo plano, para dejar paso a la
ilusión, la alegría y la tranquilidad.
Aspectos
fundamentales para poder trabajar por y para los niños y las niñas de
Campapeques, es decir, otorgarles de nuevo la oportunidad de aprender, de
jugar, de sonreír y divertirse dentro de su entorno más cercano.
La metodología, los
materiales, el mobiliario…todo tendría que ser distinto a los tradicionales.
¿Cómo os adaptasteis a esta nueva situación?
Marcando
para ello, una serie de objetivos básicos a lograr con el paso de los días. El
primero de ellos, era devolver a los niños, la cercanía, el calor y el cariño
que tantos meses llevaban necesitando. Así como la alegría, la felicidad y la
emoción por descubrir nuevas aventuras dentro de su día a día. De esta manera,
Campapeques, este año, se presentó de forma mucho más dinámica, mediante
excursiones, salidas, dinámicas, canciones y tradiciones de nuestra comarca.
Todo ello, marcado en todo momento por la distancia de seguridad, las
mascarillas y el hidrogel. Aun así, buscamos nuevas formas de acercarnos, de
saludarnos y hasta de jugar.
Para
ello, otro de los objetivos planteados, fue la necesidad de acercarse más a los
peques, dejando de lado la obsoleta autoridad de un monitor o un profesor y
optando por trabajar de forma cercana en relación a las necesidades
individuales de los más pequeños.
El
juego, las dinámicas, las canciones y las excursiones, nacen a partir de los
dos objetivos planteados, es decir, era necesario crear un clima de nueva
confianza para empezar a trabajar, a jugar y sobre todo a divertirse. De ahí,
nace cada año Campapeques, de intentar que el niño se divierta y, sobre todo,
que quiera seguir divirtiéndose.
¿Cuál fue la matrícula?
¿Dónde desarrollasteis las actividades?
Campapeques
este verano, albergó, un total de 13 pequeñines en julio y 22 niños y niñas en
agosto, los cuales venían cada día a nuestro campamento en un horario de ocho
de la mañana a tres de la tarde. Dividido en dos jornadas bien diferenciadas;
una modalidad completa, donde los más madrugadores, disfrutaban desde tempranas
horas de la mañana, y continuaban hasta la primera hora de la tarde. Mientras que
la mayoría, optaba por una modalidad más sencilla, de diez de la mañana hasta
las dos de la tarde.
Ambas
modalidades este verano, estaban marcadas por un periodo previo de
desinfección, realizado para acceder a nuestro campamento, localizado en el
Cine Faba, de la forma más segura posible. Un protocolo que dividía el hall de
entrada del recinto en cuatro zonas de limpieza. Una primera, donde los niños
se limpiaban las manos con hidrogel, se les tomaba la temperatura y se les
retiraba y limpiaba el calzado con una solución alcohólica. La segunda zona,
estaba creada, para los objetos personales (mochilas, gorras, chaquetas, etc),
las cuales se desinfectaban y depositaban de forma limpia hasta su uso. En
tercer lugar, se disponía el calzado de campamento, zapatillas, calcetines y
chanclas, que utilizábamos exclusivamente en el campamento. Terminando este
recorrido con el “babi” o mandilón para no ensuciar o contaminar la ropa de
calle.
Algunas de las actividades se desarrollaron en el huerto escolar |
De
esta forma, se iniciaba cada día Campapeques. Con horarios flexibles para todas
las familias. Horarios que cambiaban en función de las semanas, ya que el
campamento de los más chiquitines se encuentra estipulado mediante semanas
temáticas, convirtiendo a los niños y las niñas de Cacabelos, en pekechefs,
deportistas olímpicos, científicos, artesanos, agricultores y hasta
exploradores de nuestro querido municipio. Haciendo uso por ello de los
recursos culturales que nos aporta la comarca y nuestro pueblo, es decir, el
Museo Arqueológico, el Ayuntamiento, el río Cúa, la Biblioteca Municipal, el
Huerto Escolar del taller de Botánica o las Piscinas Municipales entre muchos
de los múltiples servicios con los que cuenta Cacabelos.
Convirtiendo
al campamento en una aventura semanal, en la que ir resolviendo a través del
juego, las dinámicas infantiles, excursiones y canciones diferentes retos.
Una ayuda muy familiar, su hermana Irene |
Recuerda a toro pasado,
como se suele decir, tus impresiones antes de iniciar el campamento, los
trabajos previos…
Campapeques
este año, se presentaba como un reto más que como un juego, pero eran tal las
ganas de volver al campa, que ningún “bicho malo”, como decimos nosotros iba a
poder con los peques del municipio.
Sabía
que iba a ser difícil, aunque si te digo la verdad, no sabía que tanto. Las
primeras semanas fueron agotadoras, el trabajo no era el mismo, puede que más
que el doble o el triple. Pero a día de hoy, y mirando todo el recorrido
realizado, estoy feliz por aceptar la aventura. Un campamento y una experiencia
profesional y personal que creo que no olvidaré nunca.
Creo
que, con esfuerzo, mucho cuidado y haciendo uso de todas las medidas
estipuladas en el protocolo de desinfección, el mundo del ocio y el tiempo
libre puede seguir siendo un recurso vivo para los niños y las niñas.
¿Qué dificultades os encontrasteis,
con qué colaboraciones habéis contado?
Campapeques
este año, y sobre todo en comparación a los anteriores que tuve la suerte de
desarrollar en el municipio de Cacabelos, ha sido raro, extraño, puede que a
veces frío y sobre todo muy lejano. Una de las mayores dificultades que he
encontrado, ha sido la imposibilidad de compartir, ya que siempre se ha
incidido en la importancia de compartir, de ceder y regalar. Pero este verano,
todo ha cambiado, cada pequeñín, tiene su material escolar, su mesa y su silla
y todo aquello que puede ser tocado por varias personas, se desinfecta al
instante para que todos puedan utilizarlo.
Ha
sido un verano, como decía, extraño. Eso sí, también nos los hemos pasado muy bien,
hemos disfrutado, conocido y aprendido muchísimo. Todo ello gracias a mis
compañeras de travesía en este buque del juego y la sonrisa llamado
Campapeques. En julio, tuvimos la suerte de contar con Laura y Carolina en
nuestro barco, dos chicas responsables, creativas y con una pasión desbordante
por la infancia. ingredientes que hicieron que su marcha en agosto se notara
demasiado. En este último mes del verano, contamos con una nueva monitora,
también se llamaba Laura, y muy muy pronto se hizo querer por los niños y las
niñas del campa. Me siento muy agradecido con las tres máximas colaboradoras de
este campamento, sin ellas, esto no hubiera salido adelante.
También,
tengo que agradecer al Fernando, nuestro bibliotecario, cada semana, incluso
durante sus vacaciones nos preparó, dinámicas, juegos y divertidos
cuentacuentos para entretener a todos los niños. Al igual que los servicios de
obras y limpieza del ayuntamiento. Gracias por cuidar al detalle cada una de
nuestras peticiones, dotarnos de recursos y materiales y limpiar cada día los
divertidos pero engorrosos desastres que organizábamos en nuestra clase. Y,
finalmente, agradecer también a mi hermana Irene la ayuda que nos prestó en nuestras
actividades y festivales.
Para finalizar… ¿repetirías?
Quién
diría que no a las croquetas de su madre…, quién diría que no a su tarta
favorita, y quien diría que no a volver a su mejor casa.
Campapeques
se ha convertido en mi segunda casa, casi he pasado tantas horas allí, como en
mi habitación (se ríe). Es un lugar mágico, donde reina la diversión, las
carcajadas y la inocencia.
Si
algún día dijera que no quiero volver, sería el momento de dedicarse a otra
cosa, ya que es un trabajo que requiere que te guste tanto como a los niños
jugar. Y los niños, nunca se cansan de jugar.
¡¡¡HE
SIDO MUY FELIZ!!!!
Una exclamación final que
resume el estado de ánimo de David a la conclusión del reto iniciado hace dos meses.
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