jueves, 3 de septiembre de 2020

Campapeques, un reto en tiempo de coranovirus para David del Valle


 
David presentando uno de los juegos a los niños

Campapeques, el campamento de verano para niños que organiza el Ayuntamiento, acaba de decir adiós a su edición más difícil. Asumir la responsabilidad de llevarlo a cabo en unos momentos tan convulsos tenía que ser obra de algún loco maestro rebosante de vocación, comprometido y valiente.

Y ese maestro era David del Valle Ramón. Prácticamente a diario sorprendía a los viandantes con una de las pocas imágenes alegres y entrañables que hemos podido disfrutar este verano: su reata de pequeñines dirigiéndose a los lugares donde desarrollaban las actividades. Casi siempre con alguno en el colo y tirando de la cuerda Y más atrás, controlando en el medio y el final de la hilera, sus imprescindibles compañeras Laura Gundín, Laura Vázquez y Carolina Llamazares.

Una experiencia como ésta no la van a olvidar, la presión con la que han debido trabajar tuvo que ser enorme, así como el desgaste psíquico y físico para finalizar con éxito el programa.

Sin embargo, ha sido muy fácil conocer los entresijos del campamento gracias a la disposición y abundante información con las que David nos ha obsequiado charlando con Castroventosa:

¿Qué es Campapeques y cómo se logró organizar este año del coranovirus?
Laura y David "haciendo campamento" en la Biblioteca Municipal

Cada inicio de verano, en nuestro municipio, es tradición ver por las calles, los coloridos y creativos carteles que indican el inicio de un nuevo Campamento de verano. Un campamento que siempre está lleno de alegría, de ilusión y de muchas ganas de jugar y compartir nuevas experiencias.

En este caso, el verano se presentaba de una forma “muy extraña”, habíamos pasado muchos meses en casa confinados, comunicándonos a través de las redes sociales, el teléfono móvil o internet. Por lo que era extraño volver a confiar, a jugar e incluso a saludarnos como antes. Los hábitos habían cambiado y los saludos también. Y como no podía ser de otra manera, el Campamento Urbano de Cacabelos nacía para afrontar una de sus etapas más complicadas. El miedo, el aislamiento y hasta la tristeza jugaban en nuestra contra.

Este verano, el campamento, fue creado como un servicio municipal para ayudar a las familias trabajadoras a conciliar la vida laboral y familiar. Mientras tanto, el gel hidroalcohólico, la mascarilla y el desinfectante, se convirtieron en los ingredientes básicos de este verano.

Un “campamento”, el cual se presentaba con muchas complicaciones, miedo y hasta ciertos interrogantes por parte de las familias, a la hora de apuntar a sus hijos e hijas. Pero, con paciencia, esfuerzo y un protocolo específico de desinfección, el miedo fue pasando a un segundo plano, para dejar paso a la ilusión, la alegría y la tranquilidad.
Aspectos fundamentales para poder trabajar por y para los niños y las niñas de Campapeques, es decir, otorgarles de nuevo la oportunidad de aprender, de jugar, de sonreír y divertirse dentro de su entorno más cercano.  

La metodología, los materiales, el mobiliario…todo tendría que ser distinto a los tradicionales. ¿Cómo os adaptasteis a esta nueva situación?
 
Devid contó con la ayuda imprescindible de sus compañeras
Marcando para ello, una serie de objetivos básicos a lograr con el paso de los días. El primero de ellos, era devolver a los niños, la cercanía, el calor y el cariño que tantos meses llevaban necesitando. Así como la alegría, la felicidad y la emoción por descubrir nuevas aventuras dentro de su día a día. De esta manera, Campapeques, este año, se presentó de forma mucho más dinámica, mediante excursiones, salidas, dinámicas, canciones y tradiciones de nuestra comarca. Todo ello, marcado en todo momento por la distancia de seguridad, las mascarillas y el hidrogel. Aun así, buscamos nuevas formas de acercarnos, de saludarnos y hasta de jugar.

Para ello, otro de los objetivos planteados, fue la necesidad de acercarse más a los peques, dejando de lado la obsoleta autoridad de un monitor o un profesor y optando por trabajar de forma cercana en relación a las necesidades individuales de los más pequeños.

El juego, las dinámicas, las canciones y las excursiones, nacen a partir de los dos objetivos planteados, es decir, era necesario crear un clima de nueva confianza para empezar a trabajar, a jugar y sobre todo a divertirse. De ahí, nace cada año Campapeques, de intentar que el niño se divierta y, sobre todo, que quiera seguir divirtiéndose. 

¿Cuál fue la matrícula? ¿Dónde desarrollasteis las actividades?

Campapeques este verano, albergó, un total de 13 pequeñines en julio y 22 niños y niñas en agosto, los cuales venían cada día a nuestro campamento en un horario de ocho de la mañana a tres de la tarde. Dividido en dos jornadas bien diferenciadas; una modalidad completa, donde los más madrugadores, disfrutaban desde tempranas horas de la mañana, y continuaban hasta la primera hora de la tarde. Mientras que la mayoría, optaba por una modalidad más sencilla, de diez de la mañana hasta las dos de la tarde.

Ambas modalidades este verano, estaban marcadas por un periodo previo de desinfección, realizado para acceder a nuestro campamento, localizado en el Cine Faba, de la forma más segura posible. Un protocolo que dividía el hall de entrada del recinto en cuatro zonas de limpieza. Una primera, donde los niños se limpiaban las manos con hidrogel, se les tomaba la temperatura y se les retiraba y limpiaba el calzado con una solución alcohólica. La segunda zona, estaba creada, para los objetos personales (mochilas, gorras, chaquetas, etc), las cuales se desinfectaban y depositaban de forma limpia hasta su uso. En tercer lugar, se disponía el calzado de campamento, zapatillas, calcetines y chanclas, que utilizábamos exclusivamente en el campamento. Terminando este recorrido con el “babi” o mandilón para no ensuciar o contaminar la ropa de calle. 

Algunas de las actividades se desarrollaron en el huerto escolar

De esta forma, se iniciaba cada día Campapeques. Con horarios flexibles para todas las familias. Horarios que cambiaban en función de las semanas, ya que el campamento de los más chiquitines se encuentra estipulado mediante semanas temáticas, convirtiendo a los niños y las niñas de Cacabelos, en pekechefs, deportistas olímpicos, científicos, artesanos, agricultores y hasta exploradores de nuestro querido municipio. Haciendo uso por ello de los recursos culturales que nos aporta la comarca y nuestro pueblo, es decir, el Museo Arqueológico, el Ayuntamiento, el río Cúa, la Biblioteca Municipal, el Huerto Escolar del taller de Botánica o las Piscinas Municipales entre muchos de los múltiples servicios con los que cuenta Cacabelos.

Convirtiendo al campamento en una aventura semanal, en la que ir resolviendo a través del juego, las dinámicas infantiles, excursiones y canciones diferentes retos. 
Una ayuda muy familiar, su hermana Irene

Recuerda a toro pasado, como se suele decir, tus impresiones antes de iniciar el campamento, los trabajos previos…

Campapeques este año, se presentaba como un reto más que como un juego, pero eran tal las ganas de volver al campa, que ningún “bicho malo”, como decimos nosotros iba a poder con los peques del municipio. 

Sabía que iba a ser difícil, aunque si te digo la verdad, no sabía que tanto. Las primeras semanas fueron agotadoras, el trabajo no era el mismo, puede que más que el doble o el triple. Pero a día de hoy, y mirando todo el recorrido realizado, estoy feliz por aceptar la aventura. Un campamento y una experiencia profesional y personal que creo que no olvidaré nunca.

Creo que, con esfuerzo, mucho cuidado y haciendo uso de todas las medidas estipuladas en el protocolo de desinfección, el mundo del ocio y el tiempo libre puede seguir siendo un recurso vivo para los niños y las niñas. 

¿Qué dificultades os encontrasteis, con qué colaboraciones habéis contado?

Campapeques este año, y sobre todo en comparación a los anteriores que tuve la suerte de desarrollar en el municipio de Cacabelos, ha sido raro, extraño, puede que a veces frío y sobre todo muy lejano. Una de las mayores dificultades que he encontrado, ha sido la imposibilidad de compartir, ya que siempre se ha incidido en la importancia de compartir, de ceder y regalar. Pero este verano, todo ha cambiado, cada pequeñín, tiene su material escolar, su mesa y su silla y todo aquello que puede ser tocado por varias personas, se desinfecta al instante para que todos puedan utilizarlo. 

Ha sido un verano, como decía, extraño. Eso sí, también nos los hemos pasado muy bien, hemos disfrutado, conocido y aprendido muchísimo. Todo ello gracias a mis compañeras de travesía en este buque del juego y la sonrisa llamado Campapeques. En julio, tuvimos la suerte de contar con Laura y Carolina en nuestro barco, dos chicas responsables, creativas y con una pasión desbordante por la infancia. ingredientes que hicieron que su marcha en agosto se notara demasiado. En este último mes del verano, contamos con una nueva monitora, también se llamaba Laura, y muy muy pronto se hizo querer por los niños y las niñas del campa. Me siento muy agradecido con las tres máximas colaboradoras de este campamento, sin ellas, esto no hubiera salido adelante.
 
En el Museo Arqueológico
También, tengo que agradecer al Fernando, nuestro bibliotecario, cada semana, incluso durante sus vacaciones nos preparó, dinámicas, juegos y divertidos cuentacuentos para entretener a todos los niños. Al igual que los servicios de obras y limpieza del ayuntamiento. Gracias por cuidar al detalle cada una de nuestras peticiones, dotarnos de recursos y materiales y limpiar cada día los divertidos pero engorrosos desastres que organizábamos en nuestra clase. Y, finalmente, agradecer también a mi hermana Irene la ayuda que nos prestó en nuestras actividades y festivales.

Para finalizar… ¿repetirías?

Quién diría que no a las croquetas de su madre…, quién diría que no a su tarta favorita, y quien diría que no a volver a su mejor casa.

Campapeques se ha convertido en mi segunda casa, casi he pasado tantas horas allí, como en mi habitación (se ríe). Es un lugar mágico, donde reina la diversión, las carcajadas y la inocencia. 

Si algún día dijera que no quiero volver, sería el momento de dedicarse a otra cosa, ya que es un trabajo que requiere que te guste tanto como a los niños jugar. Y los niños, nunca se cansan de jugar.


¡¡¡HE SIDO MUY FELIZ!!!! 


Una exclamación final que resume el estado de ánimo de David a la conclusión del reto iniciado hace dos meses. 
¡Hasta el año que viene!


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