LUGARES
EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES
11.
El Campo de Fútbol
Por
Pepe Couceiro
Hablar de la historia del
primer campo de futbol es inmortalizar el trabajo y buen hacer de muchas
generaciones amantes de este deporte que, con gran pasión y pocos medios, consiguieron
llevar a su equipo a las más elevadas cotas de gloria en un pueblo que no
llegaba a los 4.000 habitantes.
Foto del Campo de Fútbol de principios de los
70 con uno de sus laterales ya enteramente cubierto. Foto
de autor desconocido (Una Historia en
Azul, 2003).
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Esta larga andadura se
inició a principios del pasado siglo, disputando pequeños partidillos en los
campos de San Bartolo, Las Angustias, Campo Nuevo, Edrada, Campelín. etc. Desde los que se pusieron
en el papel de jugadores, hasta los directivos, utilleros, masajistas y
espectadores, etc., todos formaron parte de este proyecto del que algunos no
llegarían a conocer su glorioso final pero que, a pesar de ello, colmaron sus
expectativas por el solo hecho de haber transitado el ilusionante camino.
De los cientos de
practicantes de aquellas improvisadas competiciones campestres, solamente los
jugadores de gran tesón y talento acabarían cumpliendo el gratificante y noble deseo
de defender el color azul de su equipo. En recompensa, por cada victoria, un
público entregado y agradecido los elevaba a los altares de la máxima notoriedad,
premiándolos con todo tipo de vítores, algún que otro humilde regalo y unos bien
merecidos cumplidos cada vez que se cruzaban con ellos por cualquier calle.
Pero vayamos a la
historia. D. José-Cruz Vega nos narra en su documentado
libro, Una Historia en Azul (2003),
que las primeras patadas a un balón se dieron probablemente en la primera
década de 1900. Por aquellos años un estudiante de derecho que cursaba estudios
en la Universidad de Deusto (Bilbao) llevó a Cacabelos uno de los balones con
los que ya se practicaba el futbol en buena parte de las provincias vascas. Y
así, un cacabelense de anchas miras por nombre D. Santiago Fernández, junto a su
grupo de amigos de El foyo, en uno de
los prados de las Angustias propiedad de sus padres, se pusieron a golpear un
objeto redondo cosido en cuero con el que irían descubriendo una de las mejores
maneras de pasar el tiempo vacacional.
El número de jóvenes que
se sumaba a este novedoso y atractivo deporte se hizo imparable por incontables
motivos, entre ellos, el enorme placer que se sentía cada vez que se driblaba al
adversario en un regate manteniendo el control del balón en los pies; si, posteriormente
tras un afortunado cañonazo se introducía el esférico entre los dos objetos que
señalaban los límites de una improvisada portería, el goce se hacía supremo
ante las acaloradas y efusivas felicitaciones de los compañeros.
Los equipos de los
barrios fueron desarrollándose tímidamente y comenzaron a enfrentarse entre
ellos por un balón, cuando anteriormente dirimían las diferencias en batallas
campales a pedrada limpia.
Desgraciadamente la llegada de la absurda e irracional guerra lo paralizó todo.
En la década de los 40 se reanudan las competiciones y en 1946 un grupo de inquietos
e innovadores conciudadanos fundan la Unión
Deportiva Cacabelense (UDC) con el campo de San Bartolo como humilde terreno de juego. En esas fechas un
ilusionado y admirable vecino, D. Manuel Vázquez (el de Dª. Eudosia), comienza
a ir, casa por casa, pidiendo dinero para equipar dignamente al primer equipo de
futbol que se constituía en el pueblo.
A los pocos años una
recién creada UDC comienza a competir con equipos de los pueblos aledaños como
el Camponaraya, Villadepalos, etc., aunque no sería hasta 1948 cuando nos enfrentaríamos,
por primera vez, al conjunto con el que conservaríamos durante décadas la máxima
rivalidad regional, la Sociedad Deportiva
Ponferradina, sobre todo en los años en los que ambos equipos militaban en
la tercera división nacional.
A principios de los años
50 siguen desarrollándose y consolidándose los grupos de barrio (San Roque, La Carretera, La Plazuela,
etc.), apareciendo una importante rivalidad entre ellos. En 1952 un puñado de
vecinos, con la colaboración del ayuntamiento, adecúa un terreno en el barrio
del Tablado en el que se construye el
campo de futbol protagonista de este texto (ver fotografía), con una excelsa tribuna
con capacidad de 300 personas, salas de vestuarios para ambos equipos y
árbitro. En 1953 se inaugura este nuevo campo con un torneo en el que
participaban la UDC, la Ferroviaria de León y el C.D. Huracán de Ponferrada. A
lo largo de ese mismo año, y también por primera vez, la UDC se mide a equipos de
la entidad de un Real Valladolid o de un Numancia.
El primer campo de futbol repleto de gente, probablemente a mediados de los 50, con la solitaria tribuna y la valla de bloques de hormigón rodeándolo. Foto de autor desconocido. |
En
la campaña 1954-55 comienzan a aflorar figuras cacabelenses que sus seguidores elevan
a auténticos ídolos, como el caso de Antonio Mourelo o de Carlos
Fernández (El Gallo). Sus
excelentes virtudes futbolísticas llegan a oídos del Deportivo de la Coruña que ficha a ambos en 1955.
El 9
de marzo de 2020 Carlos fue fichado por la liga más sublime, la celestial, en
la que podrá disputar los partidos que desee junto a sus más admirados ídolos:
Lev Yashin, Bobby Moore, Scirea, Garrincha, Luis Aragonés, Johan Cruyff, George
Best, Eusebio, Puskás, Alfredo Di Stéfano….., quienes se habían apuntado a la
misma antes que él. Nuestro añorado Carlos desde muy joven, además del
reconocimiento como verdadero talento para el futbol, se convirtió, muy a su
pesar, en un irresistible seductor; ya en su etapa más reposada obtuvo, por un
lado, la enorme satisfacción de tener los mejores hijos que un padre hubiera
podido desear y, por otro, a la mujer perfecta, la compañera ideal que supo
comprenderlo y amarlo en sus esplendorosos y también complicado momentos
iniciales, pero sobre todo en los finales, cuidándolo con verdadero amor hasta
su último aliento. Después de su etapa futbolística y en una arriesgada apuesta
personal se hizo con la bodega de sus sueños y, lo más difícil, crear caldos de
gran reconocimiento en el mundo enológico. Ante estas circunstancias, ¿quién no
hubiera firmado ese contrato de vida?
En los alrededores de 1957 un grupo de
chavales que entrenaba en el campo de San
Bartolo funda el equipo de El Rayo,
enfrentándose los domingos o los días de fiesta a equipos de los pueblos de alrededor.
Entre sus componentes sobresalía un chaval de 16 años que, con el paso de los
años, acabaría convirtiéndose en uno de los más grandes que ha dado el pueblo
en este deporte: Ricardo El
Relojero (ver fotografía). Los que tuvimos la
suerte de verlo en acción podemos asegurar que nadie llegó a tocar el balón
como él. Verlo danzar por el campo con el balón pegado a sus pies, sin que
ninguno de los adversarios pudiera arrebatárselo, suponía un verdadero deleite
para cualquier aficionado, incluyendo a los del equipo contrario. Un dato que reafirma
lo dicho es que, en los años que duró su carrera jamás falló un penalti, y eso
que era el que más repetía ese tipo de lanzamiento en los equipos por los que pasó.
Dos años más tarde Ricardo iniciaba sus
pinitos en la UDC con ficha falsa en la que figuraba que tenía 18 años cuando, en
realidad, eran 16. En la siguiente fotografía realizada en el nuevo campo de
futbol aparece junto a Carlos (El
Gallo).
En
los años siguientes Ricardo es fichado por otros conjuntos situados en
la tercera división, como lógico y natural proceso de ir acumulando
experiencias en equipos de mayor categoría. Mientras tanto, la UDC sigue
creciendo en Primera Regional con Alberto Rodríguez de entrenador. En la
temporada 1965-66 reaparece el equipo tras dos temporadas sin competir por el
escaso apoyo de los aficionados y sin que nadie diera un paso al frente para
encargarse del club. Probablemente esta situación fuera el revulsivo para que,
en la temporada 1967-68 se alcanzara, por primera vez en la historia, la tan
ansiada tercera división con jugadores como Manolo Capazos (también con el
papel de entrenador, aunque en la fase de ascenso tomó las riendas Omist), Amador,
Cela, Dario, Banderas, Eduardo, Eliseo, Encinas, Fernando, González, Quino,
José Luis, López, Manolo, Mariano, Ponce, Tirso, Xe y un sobresaliente jovencito
llamado Juan Carlos Montes que con 16 años iniciaba una fulgurante
carrera. Montes se convirtió, de la noche a la mañana, en otro de los grandes
por sus extraordinarias dotes. Los clubes de los equipos grandes de la primera división
comenzaron a fijarse en él; sobre todo, en cómo cabeceaba el balón delante de
la portería a la salida de un saque de esquina o en la forma con la que
emprendía aquellas veloces galopadas con un perfecto control del balón en las
que era inalcanzable para cualquier defensa. Sé de buena tinta que, en la actualidad, entrena y juega como los ángeles más allá de las nubes.
En la
temporada 1968-69 vuelve Ricardo para consolidar el equipo en tercera y en la
siguiente 1969-70 se consigue reunir la que muchos consideran la mejor
plantilla de la historia de la UDC que formaban Arturo, Batalla, Berros, Cela,
Caramés, Darío, Eduardo, Expósito, Guti, Quino, Larraz, Lorita, Montes, Nino
Cubelos, Picos, Ricardo, Robles, Rubio, Tirso y Vigal (ver fotografía). En ese
año Demetrio González presidía el club y Panchulo ejercía de entrenador. En la
misma temporada, y como hemos señalado anteriormente, el jugador Montes
es pretendido por clubes como el Barcelona, Real Madrid, Burgos y Gijón, aunque
finalmente opta por el Sevilla, poniéndose a las órdenes de su entrenador, un
tal Merkel.
Antes de quedarse en la capital hispalense tuvo que volver a Cacabelos a recoger
los bártulos y, de esa manera, pudo jugar el último partido con esta
excepcional plantilla contra el Alavés que, por aquel entonces, entrenaba un
tal Ferenc Puskas y que se ganó gracias, precisamente, a dos goles de Montes.
Ese año, a pesar de realizar una magnífica temporada ocupando la undécima
posición de la tabla, la UDC perdió la categoría debido a una reestructuración
que abarcó a todo el futbol español.
Algunos de los jugadores con los que se
consiguió el ascenso por segunda vez a tercera división en la temporada
1969-70. Foto del archivo de Ricardo Pérez.
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En la temporada 1970-71, de nuevo en la
Regional Preferente, se incorpora Luis Raimóndez (Luso) y Miguel Ángel
Lago (Rubio) dos jugadores que marcaron una brillante época en el club como
delantero y portero, respectivamente (ver fotografías).
A los que se nos dio por ser porteros de niños,
entre otras razones por lo guapos que nos veíamos con guantes y rodilleras,
queríamos parecernos a Miguel Reina
si eras del Barcelona, a Antonio Betancort
si eras del Real Madrid o, como era mi caso, a José Ángel Iribar, si eras del Bilbao. Cuando conocimos
al Rubio, un joven portero que
jugaba en la Unión y que sin ninguna dificultad volaba varios metros por encima del suelo para acabar bloqueando un
balón imposible en una artística palomita,
todos quisimos parecernos a él.
Luso era un malabarista del balón, un cacabelense repleto de talento que
encandilaba a todos los aficionados. Era frecuente que, con sus rápidos y
desorientadores regates dejara por tierra a los defensas y ellos, en su
frustración, trataran de detenerlo bien golpeándole,
derribándole o, de la manera más frecuente, empleando ambas argucias a la vez.
Otro de los grandes jugadores de la UDC, Luis
Raimóndez (Luso) en el primer campo de futbol. Acudir a los partidos para
verle jugar ya era suficiente motivo para abonar placenteramente una entrada.
Plantilla de la temporada 1970-71 con el
portero Rubio (de pie a la derecha) como debutante y reemplazo de Fernando
(segundo por la izquierda). Foto de autor desconocido (Una Historia en Azul, 2003)
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En la temporada 1971-72 Luso es tentado
y convencido para irse al Sevilla; en esa misma temporada comienza a dejarse
ver otro de los grandes, esta vez una infranqueable muralla defensiva:
Francisco Soldán, más conocido como Pinilla (ver fotografía). Solo con
su presencia en el once titular calmaba la ansiedad de los aficionados por lo
que suponía de ser una garantía incontestable; para muchos el Franz
Beckenbauer de la Unión. Muchas victorias se las debemos a este defensa
único.
En aquellas inolvidables tardes nos reuníamos
una cantidad ingente de vecinos repletos de ilusión para ver ganar a nuestro
equipo. La pandilla de amigos del que esto escribe nos encontrábamos en plena
pubertad en los 70 y, si el cine era un lugar donde se activaban nuestras más
sanas emociones, asistir al campo de futbol excitaba nuestros más bajos
instintos de competitividad, enaltecidos en mayor medida cada vez que nos
pitaban un penalti injusto.
En nuestra particular percepción nos parecía
que, en cada duelo que se disputaba en casa, nuestro querido equipo tenía que
enfrentarse, además de al equipo contrario, a otro que formaban el arbitral, lo
cual nos frustraba sobremanera. Aquellos incidentes provocaban sumarnos al
vocerío que emitían los compatriotas adultos que, no pocas veces, eran nuestros
tíos, padres, abuelos, etc., algunos de los cuales acababan en las dependencias
del cercano cuartel de la Guardia Civil por lanzar alguna que otra lindeza u objetos de mayor solidez al
árbitro o a los jueces de línea.
En la
temporada siguiente (1972-73) la UDC, bajo la presidencia de D. Francisco
Amador y la dirección técnica de Caramés, otro de los grandes que
pasaron por el equipo, se vuelve a jugar una fase de ascenso contra el
Ciudadela de Menorca sin conseguirlo (ver fotografía).
En
primer plano Ricardo y Quindós y en segundo Tirso, camino
de disputar la fase de ascenso a tercera en la temporada 1972-73 enfrentándose
al Ciudadela (Manorca). El ascenso no pudo lograse pero el viaje fue toda una
experiencia por la cantidad de anécdotas que se sucedieron. Foto de Ricardo
Pérez.
Tras
varias temporadas realizando un honroso papel en la regional preferente, en la
temporada 1977-78, bajo la presidencia de nuevo de D. Demetrio González, la UDC
vuelve a tercera división con Berros como técnico y jugador (ver
fotografía), categoría que mantendría hasta la temporada 1983-84 bajo la
presidencia de Francisco Amador. En la plantilla de ese año sobresalen jugadores
como Abel, Álvaro, Arsenio, Cholo, Cela, Cuadra, Ferrete, José María, Juanjo,
Luso, Óscar, Pedro, Pedro I, Pedro III; Pinilla, Polo, Román, Rubio, Tinín,
Vilas, Yebra y el propio Berros.
José
Antonio Berros, probablemente
el mejor cazagoles que haya tenido la Unión, recaló en sus filas mediada
otra de las temporadas en las que el equipo logró el ascenso (1969-70).
Procedía del Sevilla donde llegó a jugar con Montes. Mientras este se
quedó en la capital andaluza, Berros fue cedido a la UDC donde, gracias
a una guapa cacabelense permaneció en el pueblo unos cuantos años más siendo
pieza fundamental en la consecución de importantes victorias. Si el numero de
alegrías de los aficionados se midiera por el número de goles marcados, Berros
sería uno de los más aclamados.
En
abril de 1978 comienzan las obras en el Campo de futbol para ampliar las
escuelas; mientras tanto, el equipo juega y entrena en otros campos hasta la finalización
del nuevo. La Unión mantiene durante los años siguientes unos excelentes resultados
y, tras un largo periodo, llega el momento de construir el actual campo de la
Edrada, pero esa sería otra historia.
Por
aquella Unión Deportiva Cacabelense pasaron
muchos jugadores, además de los que se aparecen en las fotografías. Todos ellos
se dejaron la piel tratando de conseguir la victoria cada tarde de domingo.
Desde estas líneas deseamos que sepan que nos hicieron muy felices y que
gracias a ellos buena parte del pueblo llegó a paladear momentos únicos de
gloria, tan necesitada en aquellos tiempos en los que ansiábamos, más que
nunca, creeer en nosotros mismos.
NOTA:
Deseo dar las gracias a Ricardo Pérez El Relojero, por su tiempo y amabilidad a
la hora de proporcionarme datos relacionados con sus experiencias personales; a
mi primo Ramón Asenjo por asesorarme en relación a algunas fechas de aquellos
años y, especialmente, a D. José-Cruz Vega, por su
completo y elaborado libro Una Historia en Azul (2003) del que se ha extraído
la secuencia histórica de los hechos relatados.
En una de las fotos esta mi suegro Francisco Combarros Marqués creo que le llamaban Guirre en su época de futbolista no Aguirre........saludos a toda la gente que ve esta página......y a los que la hacen......
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