LUGARES
EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES
4.
El Instituto
Por
Pepe Couceiro
El instituto fue aquel elevado
escalón que tuvimos que subir después de habernos asentado cómodamente en el
rellano de la escalera que simbolizaba la escuela primaria. De sopetón nos dimos
de bruces con un mundo más hostil que el anterior y que encarnaba la vida que
nos esperaba al finalizar un largo camino de preparación y maduración que se
prolongaría 6 años.
El primer edificio del Instituto allá por el año 1967. |
Mientras duró lo que se
llamaba Enseñanza Media, cada mañana se convertía en un vaivén de gente
corriendo y gritando por los pasillos al son de un timbre que se hacía sonar
cada hora. Sentados en los pupitres esperábamos expectantes la entrada y
presentación de cada profesor para someterlos a un profundo análisis telepático
y decidir, como el pan, si iban a ser duros, blandos o normales. Una vez escaneados
ya sabíamos a qué atenernos: con el blando, relajación; con el normal,
tranquilidad y con el duro, pelotilleo en grado sumo.
Como algo inherente a cualquier
relación, en los primeros compases de la vida de cada curso, siempre surgía esa
química entre profesor y alumno que era el preludio de lo bien, o de lo mal,
que te ibas a llevar con cada uno de ellos. Los menos afortunados eran
desterrados a vivir alejados de una agradable zona de confort, pero alternativamente,
sin que se dieran cuenta, una llama de férrea voluntad se iba avivando en ellos,
haciéndose más fuerte con el paso de los días.
Un aspecto de las aulas de aquella época. Entre las alumnas podemos reconocer a unas guapísimas y jovencitas Tere La Tarula y Mari Carmen. Foto Familia Uría Pol. |
Cuando en los pasillos se
anunciaba el recreo los ánimos se sosegaban y, por fin, descendíamos a unos escenarios
más relajantes: las pistas deportivas. En ellas ejercían su dominio los más
diestros que, por ello, eran los más solicitados por los dos equipos enfrentados.
Entre deporte y deporte, juego y juego, nos olvidábamos de miedos, vergüenzas y
demás avatares del aula en cuanto conseguíamos un gol, encestábamos una canasta
o librábamos a nuestro equipo de goles cantados estando en la portería.
Disfrutando en las pistas deportivas detrás del Instituto en el año 1967, el año de su inauguración. Foto Familia Uría Pol. |
Haciendo una visión
retrospectiva de todo lo sucedido en aquellos años, reuniendo lo bueno y lo
malo, siempre me mantendré firme en la idea de que no cambiaría nada. Aquellos
acontecimientos que nos parecieron negativos a una edad temprana, con el paso
del tiempo se convirtieron en valiosas e inolvidables lecciones para afrontar un
futuro incierto. Por ello, todo lo acontecido en aquel amplio espacio situado
en la calle Elías Iglesias quedaría definido a la perfección con el título del texto
que elegí para celebrar su 50 aniversario:
Aquel lugar donde se forjaron nuestros
destinos.
Nota: En el siguiente
enlace podéis acceder al texto referido,
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