lunes, 16 de diciembre de 2019

LUGARES EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES: 4. El Instituto


LUGARES EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES

4. El Instituto

Por Pepe Couceiro

El instituto fue aquel elevado escalón que tuvimos que subir después de habernos asentado cómodamente en el rellano de la escalera que simbolizaba la escuela primaria. De sopetón nos dimos de bruces con un mundo más hostil que el anterior y que encarnaba la vida que nos esperaba al finalizar un largo camino de preparación y maduración que se prolongaría 6 años. 
El primer edificio del Instituto allá por el año 1967.

Mientras duró lo que se llamaba Enseñanza Media, cada mañana se convertía en un vaivén de gente corriendo y gritando por los pasillos al son de un timbre que se hacía sonar cada hora. Sentados en los pupitres esperábamos expectantes la entrada y presentación de cada profesor para someterlos a un profundo análisis telepático y decidir, como el pan, si iban a ser duros, blandos o normales. Una vez escaneados ya sabíamos a qué atenernos: con el blando, relajación; con el normal, tranquilidad y con el duro, pelotilleo en grado sumo.

Como algo inherente a cualquier relación, en los primeros compases de la vida de cada curso, siempre surgía esa química entre profesor y alumno que era el preludio de lo bien, o de lo mal, que te ibas a llevar con cada uno de ellos. Los menos afortunados eran desterrados a vivir alejados de una agradable zona de confort, pero alternativamente, sin que se dieran cuenta, una llama de férrea voluntad se iba avivando en ellos, haciéndose más fuerte con el paso de los días. 

Un aspecto de las aulas de aquella época. Entre las alumnas podemos reconocer a unas guapísimas y jovencitas Tere La Tarula y Mari Carmen. Foto Familia Uría Pol.

Cuando en los pasillos se anunciaba el recreo los ánimos se sosegaban y, por fin, descendíamos a unos escenarios más relajantes: las pistas deportivas. En ellas ejercían su dominio los más diestros que, por ello, eran los más solicitados por los dos equipos enfrentados. Entre deporte y deporte, juego y juego, nos olvidábamos de miedos, vergüenzas y demás avatares del aula en cuanto conseguíamos un gol, encestábamos una canasta o librábamos a nuestro equipo de goles cantados estando en la portería.

Disfrutando en las pistas deportivas detrás del Instituto en el año 1967, el año de su inauguración. Foto Familia Uría Pol.
 
Algunos compañeros durante un recreo a finales de la década de los 60. Sus caras aparecen bien distintas a las que seguramente tenían minutos antes en el interior del aula. Puede reconocerse a Álvaro en primer plano, Manolo Lizáfaro con gafas en el centro, Víctor, Carlos y Lisardo, entre otros.

Haciendo una visión retrospectiva de todo lo sucedido en aquellos años, reuniendo lo bueno y lo malo, siempre me mantendré firme en la idea de que no cambiaría nada. Aquellos acontecimientos que nos parecieron negativos a una edad temprana, con el paso del tiempo se convirtieron en valiosas e inolvidables lecciones para afrontar un futuro incierto. Por ello, todo lo acontecido en aquel amplio espacio situado en la calle Elías Iglesias quedaría definido a la perfección con el título del texto que elegí para celebrar su 50 aniversario:  Aquel lugar donde se forjaron nuestros destinos.

Nota: En el siguiente enlace podéis acceder al texto referido,

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