IV.-DONDE HORACIO HABLA
DEL EMPRESARIO ENRIQUE SARASOLA Y DEL CINE
Por Antonio Esteban González
La Historia -la
pequeña historia- que no cuentan los
libros de Historia dice que Enrique Sarasola Lerchundi y Felipe González
Márquez se conocieron en Colombia en donde el empresario construyó el metro de
Medellín.
-Eso no es cierto
-dice Horacio- porque
Enrique conoció a Felipe González en
Madrid y ese día o, mejor, esa noche, estaba yo con él.
Hace una pausa para hilvanar los recuerdos.
-Lo que si es cierto es que el 23 F, el empresario le
ofreció a Felipe una casa en la Sierra, para ocultarse, si las cosas venían mal
dadas.
Horacio se pasa la mano por la frente.
-Te diré algo más de Enrique Sarasola . Mira: a los veinte
años, en mil novecientos cincuenta y siete, recibió una oferta de trabajo de
Price Waterhouse para trabajar en Colombia. Allí levantó una fábrica de
plásticos y una fundición. Yo lo conocí algunos años después, ya en España.
Trabajaba como Agente de Bolsa y había fundado CAMBIO 16.
Horacio bebe agua.
Horacio en una imagen de hace,,,unos años |
-Sarasola y yo éramos amigos, aunque, a decir verdad, él era
mi jefe. Verás: había puesto un anuncio en los periódicos pidiendo un comercial
para vender los chalés de lujo que estaba edificando cerca de la capital, en la
llamada Costa de Madrid, a orillas de un pantano. Yo me presenté, me contrató y
vendí, en aquella etapa, muchos pisos. Nos hicimos amigos y salíamos, por la
noche, a tomar copas. Enrique, por aquel entonces, ya estaba comprometido con una guapa colombiana: María
Cecilia Marulanda que le daría tres hijos, entre ellos Kike, jinete olímpico y
actor secundario en alguna serie de Televisión, como POLICIAS. Yo, naturalmente,
tenía mi domicilio en Madrid, Cuatro Caminos, 4
4º que, mira tú, por donde, es coincidencia con el número cuatro. Vivía
en una pensión en la que vivían también Amancio, Zoco y Pachín, jugadores del
Real Madrid. Además de vender pisos, trataba de relacionarme con gente que me
acercase al mundo del cine, aunque ya había hecho mis primeros papeles como
figurante en algunos filmes, pero no era
un actor convincente, jajajajaja, y no tan agraciado, físicamente como Javier
Escrivá, por ejemplo con quien coincidí en MOLOKAI, LA ISLA MALDITA, donde se
contaba la historia del Padre Damián, apóstol de los leprosos.
(Los interesados en ver la escena de Horacio en "Molokai" podéis ir a Recuerdos del famoso Horacio Guerra donde está el enlace a la película)Hace pausa.
-A mí, esta afición del cine, déjame que te cuente, me viene
de muy niño, cuando veía películas en el Cine de Litán. Más tarde, en
Valladolid, siendo estudiante, también frecuentaba las salas de cine con un
amigo. Recuerdo que, en cierta
ocasión, un hombre que me veía sacar la
entrada en taquilla, me dijo: “Te gusta mucho el cine, chaval”. “Sí, -le
dije- me gusta mucho el cine y un día
seré actor”, respondí orgulloso”. “Pues yo, -contestó- pertenezco a ese mundo del cine”. Al escuchar
aquella frase. “pertenezco al mundo del cine” mi corazón batió
descompasadamente. Estaba ante alguien que pertenecía a una industria a la que
yo quería pertenecer. “Y, exactamente, ¿a qué se dedica usted? -le dije-
“Soy acomodador”. –respondió-.
CONTINUARÁ
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