¡ VIVAN LOS
QUINTOS DEL SESENTA Y DOS…¡
Antonio-Esteban González
Se podía considerar uno de los momentos más
importantes en la vida de los mozos, el paso de la adolescencia a la virilidad,
algo que ya ocurría en las culturas indígenas.
Aquí, en España, a ese momento se le llamaba tallar
los quintos porque esta palabra, quinto, proviene de la contribución de sangre
u obligación de servicio militar que Juan II de Castilla impuso, durante su
reinado, por el que uno de cada cinco varones tenía la obligación de servir a
la patria.
En muchos pueblos de la Maragatería y del
Páramo o en el Cerrato, en Palencia o en
pueblos de Castilla la Vieja, perdidos en la monotonía de una tierra en la que
el horizonte parece no tener límites y el cielo, al fondo, azul y en donde, de
vez en cuando, un apretado bosquecillo de chopos tristes suspira por el agua y
rompe la uniformidad del campo y la horizontalidad del cielo abrazado a la
tierra -o viceversa- en muchos pueblos, iba a decir, hay un
frontón para jugar a la pelota a mano en
el que, cada año, los mozos escribían la frase de “¡ Vivan los quintos…¡”.
En nuestra villa, en Cacabelos, no había -o yo no conozco- frontón, pero en una determinada fecha,
cuando el servicio militar era obligatorio, los mozos, al cumplir la edad, eran
tallados -medidos y pesados- y alegaban
-o no- razones para prestar
servicio de armas.
Este cronista, en su libro MEMORIA PERDIDA DE UN
TIEMPO OLVIDADO contaba que un mozo, en Toral, alegó, para no ir, que tenía un
pie equino, pero eso son historias que todo el mundo sabe, como sabe que los
mozos, después del ritual del tallado por el médico titular, en presencia del
alcalde y siendo testigo el secretario del Ayuntamiento, se reunían para comer y beber, a veces en demasía,
porque el vino y la comida anudan amistades casi eternas y, por supuesto, había
música, como en el caso de la foto, con la ORQUESTA VERACRUZ en la que tocaba
la batería Ricardito Real -Ricardo,
siempre fue Ricardito- y Augusto, el
droguero, el acordeón.
Además, si se fijan bien los lectores del blog
encontrarán a gente conocida: Isaac, el albañil, Luís Gallego, Lolo Vega, Tito,
Cuqui, el padre de los Coca, Eduardo, Poldo, el “Marujillo”, Arcadio Coca -ya fallecido- Aurelio Yebra, Jesús Pintor, el Tacuá, Fermín
Udaondo, el “Sillero”, Toño, el marido de Josefina la de Herminio o José Luís,
el hijo del veterinario y, también, niños
-hombres hoy-(a la izquierda Víctor Carocas y a la derecha, con gafas,
Rafaelito Gayoso) que mirarán con
nostalgia la foto tomada a las puertas de la bodega de la Lobata, hace
cincuenta años.
Mírenla ustedes bien y recuerden aquellos tiempos en
que éramos más jóvenes, más guapos y quizá, más felices y digan conmigo. ¡Vivan
los quintos del sesenta y dos…¡.
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