Imagen de Jose Yebra en una de las últimas presentaciones en el MARCA |
Aburrimiento científico para soldados
distópicos, Más Madera
(2020) es el tercer poemario del cacabelense Jose Yebra, en esta ocasión
coordinado con las fotografías de la artista sueca Malin Ellisdotter.
Los poemas fueron originariamente escritos en inglés y a posteriori
reinterpretados en castellano por el propio autor. Las imágenes de Malin nos
hacen viajar al interior de cada uno de los poemas, sin tapujos, a tumba
abierta, desnudando el alma sin cortapisa alguna.
El prólogo, de la escritora asturiana Julia
Navas Moreno, nos lo cuenta de esta manera:
La consciencia de pertenecer, de ser, de
formar parte de un planeta devorado por sus hijos. Quizá creímos que el
horizonte era infinito, que habría oxígeno para subsistir durante eones; quizá
creímos que tantas luchas habían dado su fruto y que esta era la,
definitivamente, Edad Moderna. Somos tan ilusos y vulnerables…
¿Resiliencia o estúpida
soberbia?
…. Nunca hemos sido
modernos.
Hemos estado leyendo las
mismas noticias
durante años, siglos ya….
Hemos abonado los campos con tanta sangre
que estos deberían ser fértiles y esplendorosos, pero son solo tierra yerma,
hojarasca que lacera la desnudez de los cuerpos. Construir el mundo desde la
estupidez es nuestra “marca registrada”. ¿De verdad hemos evolucionado
desde el australopihtecus? Hemos jugado con las máscaras cada vez más
perfeccionadas, cada vez más impersonales. Somos un ejército homogéneo de
suicidas, y hemos conquistado el terreno de las palabras para luego
aniquilarlas y convertirnos en seres balbuceantes.
…No hay guerra que pueda alimentar
a tu deshuesado ejército,
nada puede reparar tu inercia…
Tanto esfuerzo para nada… Avanzar
para acabar siempre a dos metros bajo tierra sin haber abandonado
nuestra esencia depredadora.
Salimos a luchar pensando que la victoria
acabaría desterrando, por fin, todo ejército, pero volvimos derrotados, sin
rostro.
…No, señorita
Anna Coleman, no,
mi vida de
plastilina no comienza aquí y ahora
porque no
existe ya un hogar al que pueda regresar…
Levantarnos
intactos de la caída. Esa piedra en la que tropezamos una y otra vez. Y
nos creímos felices, pero la felicidad es un arma sobrevalorada.
La realidad ya no permite la utopía. Y la
individualidad es fagocitada por un sistema que no esconde sus intenciones. El soldado
distópico ya no oculta su aburrimiento, su desesperanza.
Preparados para la extinción.
Jose Yebra no es un bardo pesimista.
Cuenta lo que ve, lo que siente, con un tono pausado, pero mordaz, realista.
Hay un diálogo continuo en cada poema donde la ironía acentúa cada
reproche. Escasea lo sublime en la cotidianidad, pero he aquí el intento
de redención a modo personal dejando testimonio de este suicidio colectivo a
través de la poesía; una poesía en una lengua en la que el autor se siente
cómodo y “dispara” con su certeza y concisión, sin aspavientos.
Vivir en el reducto del
escepticismo, cohabitar con la esperanza y el orgullo de saberse rebelde, de no
caer rendido a la autocomplacencia, de tomar cierta distancia para fotografiar
en blanco y negro todos los horrores de las guerras.
No hay
exhortación, sermones ante hechos tan consumados relatados aquí con la
elocuencia de las palabras plenas de intención. No hay colores que
distraigan el repaso existencial de este campo de batalla que es la vida. Y el
blanco y negro de las fotografías de Malin Ellisdotter no hacen más que
subrayar con la quietud del lago, de las naturalezas muertas y la soledad…
Y con los miedos que las habitan.
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