P.Luis Lago |
CONFIDENCIAS, A MODO DE TESTAMENTO, SOBRE
LA VIDA, EL AMOR, LA MUERTE, DIOS Y … OTRAS COSAS
Migajas
teológicas. Fray Luis Lago
Alba de Pieros
La
“confidencia” es el acto más característico de la amistad, decía el ilustre
sabio P. Laín Entralgo . Así, pues, amigo lector, toma estas confidencias mías
sobre la vida, el amor, la muerte, Dios y… otros temas como expresión de mi
amistad.
Propongo
mis confidencias “a modo de Testamento. No a modo de “Decálogo para sesentones”
como hice otra vez, hace unos veinte años. Así titulé mis reflexiones,
entonces, con motivo de la celebración de la primera fiesta de los quintos
nacidos entre los años 1942- 45 en el municipio de Cacabelos, publicadas
entonces en el, lamentablemente ya desaparecido, semanario BIERZO-7. Los quintos
rondábamos entonces la edad de la jubilación; por eso el primer imperativo del
decálogo decía: “Vivid con júbilo el
tiempo de vuestra jubilación”.
Último encuentro de los quintos en 2019 |
Varios de los participantes de entonces ya han
acudido a la cita de donde no se vuelve nunca y, pasados otros veinte años, la
fiesta habrá terminado. Por otra parte, la inoportuna pandemia, impide este año
la convocatoria que todos los años tenía lugar en agosto.
No
tengo autoridad para proponer un Decálogo, sólo la amistad suficiente para
ofrecer estas confidencias; “a modo de testamento” o sea con la voluntad de
ofrecer al lector mis experiencias y reflexiones sobre varios de los temas fundamentales
de nuestra existencia.
Los diez temas:
1.- VIVIR: Acoger la vida con gratitud,
compartirla con bondad y alegría, entregarla con generosidad.
2.- AMAR: Yo te
acojo a ti, yo me entrego a ti, yo te prometo.
3.- CON-VIVIR: EL HOGAR , cuna y
primera escuela del amor y de la vida.
4.- CON-VIVIR: EL MUNDO, la casa
de la fraternidad universal: amor, solidaridad, justicia.
5.- FELICIDAD, FECUNDIDAD,
FIDELIDAD: Nunca las separes, pues la realidad termina juntándolas, (casi)
siempre.
6.- LAS HERIDAS Y SU BÁLSAMO.
Sea tú bálsamo el agradecimiento y el perdón, jamás el resentimiento.
7. SER Y TIEMPO: Cultiva tus
recuerdos y vive de la esperanza, y de la paciencia. Quien espera vive más intensamente.
8.- VIVIR, MORIR, RENACER.
Recuerda que vas a morir, vive intensamente
9.- DIOS CON NOSOTROS. Reserva
cada día un momento para Dios: creer, esperar, amar.
10. CELEBRAR. ¡Es Domingo¡. De su
hoguera brilla toda la semana”.
1.- VIVIR: Acoger la vida con
gratitud compartirla con bondad y alegría, entregarla con generosidad.
Quien acoge la vida propia y la ajena con
gratitud, es impulsado a compartirla con bondad hay alegría, a entregarla con
generosidad y confianza, así emprende su vida como camino hacia la plenitud, la
felicidad.
Primero
necesitamos sentirnos acogidos, nacer es ser acogidos; después nos acogemos y
aceptamos a nosotros mismos y así estamos capacitados para acoger, con gozo a
los demás, su vida, y su persona.
Compartir
la vida con bondad consiste en dar lo mejor de nosotros mismo, todo lo que
somos y tenemos, y consiste también en recibir y reconocer agradecidos todo lo
que nos regalan los otros: compañía, ayuda, apoyo, comprensión, amistad. Sólo
podemos descubrir y realizar la verdad y el sentido de nuestra existencia
cuando somos reconocidos por los otros, reconocidos y comprendidos, admirados y
compadecidos, disculpados y perdonados.
No hay convivencia gozosa y fecunda sin la
bondad de los corazones: no hay alegría sin bondad ni bondad sin alegría. La
bondad es la semilla y la raíz de la alegría, la alegría es signo y fruto el
fruto de la bondad del corazón.
Entregamos nuestra vida cada día a los demás y
a Dios, viviendo atentos, diligentes y disponibles con la confianza de que
nuestra entrega sea aceptada.
“Quien
entrega su vida la salva; quien la retiene la pierde”, dice el evangelio.
“Saberse
aceptados”, como condición para acoger y aceptar la vida y la persona propia y
del prójimo; al pensar sobre este tema siempre vienen a mi memoria unas
palabras impresionantes del gran teólogo protestante Paul Tillich (1886- 1965)
, que no me resisto a recordar aquí para el lector.”… cuando la angustia destruye toda alegría y entereza.
A veces en ese momento, una ola de luz irrumpe en nuestra oscuridad y es como
si dijera: “Eres aceptado. Eres aceptado por lo que es mayor que tú y cuyo nombre
ignoras. No preguntes su nombre ahora; quizá lo descubrirás más adelante…No
busques nada, no realices nada, no inicies nada. ¡Simplemente acepta el hecho de que eres aceptado¡ Si esto ocurre,
es que hacemos la experiencia de la gracia”.
2.- AMAR: Yo te
acojo a ti, yo me entrego a ti, yo te prometo
Yo te acojo con gozo tal como eres, yo me entrego a ti para que llegues a ser lo que estás llamado a ser, yo prometo estar contigo siempre en el camino de la vida: juntos subiremos al monte del gozo, juntos descenderemos a cultivar la tierra y promover la vida, juntos estaremos en el abismo del dolor cuando llegue y en el momento de la despedida última te diré, nos diremos: “Tu no morirás” porque amar a alguien es decirle: “ Tú no morirás (G.Marcel).
El amor es don, promesa y mandato. Nos
promete todo y nos exige darlo todo; nos impulsa a dar la vida por la persona
amada, a vivir y desvivirse para crear un mundo donde nosotros y todos los seres
humanos podamos hacer la experiencia de que nuestra vida merece ser vivida
Amando descubrimos el mandato primordial de perfeccionar la obra de la creación
y llenar la vida de vida y de dicha. “El trabajo es amor hecho presencia” (K.
Gibrán)
Existimos y amamos porque hemos sido
amados primero. Amando alcanzamos perfección de nuestra vida y esperamos la
victoria definitiva del amor. Sentimiento sublime que conmueve el fondo de
nuestro ser y voluntad entusiasta de transformar el mundo en un paraíso digno
del hombre, el amor es también un misterio que necesitamos creer y celebrar.
3.-CON-VIVIR: LA FAMILIA, el hogar cuna y
primera escuela del amor y de la vida.
En la familia aprendemos a
vivir con los otros dando lo que
somos y tenemos; a vivir por los
otros, somos lo que somos gracias a ellos; a vivir para los otros, colaborando con ellos para que lleguen a ser lo que
están llamados a ser.
En el hogar comienza la vida
y se aprende a amar y a vivir, pues él se viven las formas fundamentales del
amor.
Amor conyugal: Dos personas
extrañas, varón y mujer, se encuentran y se descubren llamados a compartir la
vida, a unirse tan íntimamente que los dos se hacen una sola carne y así
acontece el milagro: aparece una nueva vida, una tercera persona es procreada,
no producida.
Amor de los padres: Amor
entrañable, incondicional de la madre que dice al hijo: hagas lo que hagas, seas
como seas, yo te seguiré queriendo; amor exigente del padre que declara: te
quiero pero debes atenerte a las consecuencias de tus actos (E. FROMM).
La fraternidad: el inicial
amor narcisista e interesado de los hermanos se transforma en amistad fraterna,
amor recíproco y dadivoso, vivido como comunión afectiva y solidaria.
Amor de los abuelos que
disfrutan de una nueva etapa de su vida acompañando y cuidando a sus nietos; amor
de los nietos que escuchan gozosos las fantasías y relatos de sus abuelos y tratan
de realizar las ilusiones y sueños que ellos les transmiten.
Recitando en familia el
“Padre nuestro” descubrimos y somos iniciados existencialmente en el misterio
del amor y de la vida: Dios, que es amor y es Padre y Madre, nos amó, nos ama,
primero y nos comunica la vida de hijos, creando en nosotros la necesidad y la
capacidad de amar como somos amados.
Colaborando la familia, la iglesia,
la escuela y la calle, el niño va siendo introducido en la gran familia de la
humanidad: va formándose su personalidad, desarrolla sus facultades y descubre
los auténticos valores:” Educar a una apersona es entusiasmarla por los
valores” ( E. Rojas).
4.- CON-VIVIR: EL MUNDO, la casa de la fraternidad
universal: amor, solidaridad, justicia.
El amor humano y la caridad
cristiana descubren y desarrollan una dimensión social y política. Es la
voluntad de construir un mundo más justo y solidario, la voluntad de transformar
la sociedad, sus leyes e instituciones, de manera que todo ciudadano vea
respetados sus derechos fundamentales, le sean ofrecidos los medios y
condiciones para su desarrollo integral y pueda hacer la experiencia de que la
vida, su vida merece ser vivida.
Nace así la fraternidad
universal inseparable de la libertad y la igualdad, fuerzas motoras de la la
justicia y la paz. “La solidaridad es el nuevo nombre de la paz” (Juan Pablo
II).
En el corazón del mundo la comunidad de Jesús de Nazaret proclama que
un mundo nuevo y mejor es posible. Anuncia y promueve en el corazón del mundo
con palabras y obras la llegada del Reinado de Dios, que será este mundo
transformado por el amor, la solidaridad y la justicia.
5.- FELICIDAD, FECUNDIDAD, FIDELIDAD. Nunca
las separes, pues la realidad termina juntándolas (casi) siempre.
Toda la sabiduría de la vida puede
resumirse en la mínima filosofía de las tres “efes”. La La felicidad es nuestro anhelo
primordial, más que un deseo es una promesa presente en nuestras experiencias y
deseos cotidianos. La fecundidad verdadera es parte fundamental de nuestra
felicidad cuando existe y anticipo y promesa de su plenitud futura. La
fidelidad a nuestra vocación, a lo valores en que creemos y a las personas que
amamos, es la semilla, nunca estéril, sembrada por nosotros, que un día
florecerá como fecundidad y cuyo fruto es la felicidad.
6.- LAS HERIDAS Y SU BÁLSAMO.
Sea tu bálsamo el agradecimiento y el perdón, jamás el resentimiento
También
existe la infelicidad, el fracaso, la decepción y la culpa, el mal que hacemos y
el que nos hacen, el rencor y el odio. Y “Cada uno esconde en su mundo íntimo
su mejor instante y su hora más terrible” (E.Evtuchenko). Podemos acoger y compartir nuestra existencia “gracias a ”la vida” que nos ha dado
tanto y “ a pesar de”, a pesar de”…. de que la realidad se muestra tantas
veces oscura, dura y contradictoria, destruyendo nuestras más ilusiones y oponiéndose
a la realización no sólo de nuestros bellos sueños sino incluso de nuestras esperanzas
razonables.
El resentimiento, el rencor, envenena
el corazón y mata la vida; no puede, pues, aliviar el dolor ni curar nuestras
heridas. Sólo el perdón, el perdón, ofrecido y el dolor implorado y recibido, nos
reconcilia, sana el corazón y renueva la vida El perdón auténtico va siempre
acompañado del buen propósito y el mandato correspondiente: no hagas daño, no
hagas más pesada la carga de la vida de tu prójimo.
En
la oración cristiana por excelencia después de pedir nuestro pan de cada día
para poder vivir, inmediatamente pedimos y ofrecemos el perdón para poder
convivir en paz y alegría, como hermanos, como hijos del mismo Padre que nos da
la vida.
7.- SER Y TIEMPO: Cultiva
tus recuerdos y vive de la esperanza, y de la paciencia. Quien espera vive más intensamente.
Re-“cor“-dar es como dar siempre de nuevo
nuestro corazón a las personas que queremos, acogiéndolas y recogiéndolas
tiernamente en él y es revivir en este instante los momentos de la vida que merecieron ser vividos y que alcanzan así una nueva
actualidad y logran su plenitud.
La esperanza, como pasión por un futuro mejor, transforma y enriquece la vida, la eleva. Se dice de la esperanza que es la pasión y la virtud de los jóvenes, pues el joven tiene todo el futuro por delante y mucha energía interior para transformar la realidad mientras que el anciano estaría condenado a vivir de los recuerdos.
Pero tanto el joven como el anciano enriquecen
su vida con los recuerdos y la esperanza. Y la esperanza entusiasta, impaciente
e idealista del joven, si es auténtica está destinada a transformarse en el
anciano en esperanza a paciente, magnánima y perseverante.
Recordar y esperar son las formas
complementarias de vivir nuestra temporalidad, de vivir el tiempo, constitutivo
de nuestro ser:
“Somos el tiempo que hemos vivido”, piensa el
anciano, cargado de años y proclive a vivir sumergido en el recuerdo de sus
buenos momentos pasados.
“Somos el tiempo que nos
queda” proclama el joven rebosante de energías y esperanza, y repite: la mayor generosidad
con el presente y el pasado es entregarse con entusiasmo al futuro.
“Somos el tiempo del
momento presente”: el pasado se desvaneció, el futuro no llegó todavía: la
mayor generosidad con el pasado y el futuro es darse sin reservas al momento presente,
sentencia el sabio.
8.- VIVIR Y MORIR,
RENACER. Recuerda que vas a morir, vive
intensamente.
“Nuestras vidas son los ríos que van a dar en el mar que es
el morir” (Jorge Manrique). La muerte siempre está cerca, a un solo paso; puedes
morir hoy, en este instante quizá. Por eso: vive este día con ilusión y
entusiasmo como si fuera el primero de tu vida; con seriedad y responsabilidad
porque puede ser el último; con toda intensidad como si fuera el único.
Dormir y despertar son como símbolos que nos
posibilitan una especie de experiencia, simbólica, del nacer, morir, renacer y
resucitar.
Has despertado
esta mañana y fue como nacer: se han abierto tus ojos y apareció de nuevo el
mundo con todo su esplendor. Esta noche te dormirás y tu sueño será como una
pequeña muerte: se cierran los ojos y desaparece la luz y el mundo que
contemplaste por primera vez en el momento de nacer; será como pre-morir. Pero mañana tus ojos, abiertos de
nuevo, contemplarán otra vez la luz de este mundo: será como un re-nacer. Y
llegará tu última noche y te introducirás en su oscuro seno, pero con la
esperanza de un nuevo y definitivo despertar: será la resurrección, renacer a
una vida nueva, transformada.
La enfermedad grave
y el envejecimiento avanzado, pueden vivirse como experiencias anticipadas del
final, son como un pre-morir. También, o sobre todo, la despedida última de los
seres queridos nos ofrece una especie de experiencia, simbólica, de la muerte y
de la resurrección. Cuando muere un ser querido, desaparece de nuestros ojos su
figura, termina su apariencia, su presencia visual; y, a la vez, su presencia
interior, que siempre nos habitaba por el amor, se renueva radicalmente, se
hace infinitamente más intensa, más profundamente interior y nosotros
comenzamos a habitar de forma nueva en el mundo del absoluto misterio a donde
pasan a morar definitivamente las personas amadas al morir. Redescubrimos así nuestra
condición de peregrinos por una tierra que no nos pertenece, a la que no
pertenecemos, caminantes hacia un mundo nuevo y mejor.
“La vida no termina, se transforma”: de manera definitiva
la vida de los que abandonan esta tierra; de manera incipiente la vida de
quienes permanecemos unidos a ellos por el amor.
9.-
DIOS CON NOSOTROS. Reserva cada día un instante para Dios: creer, esperar, amar.
Dios
es el fondo, la cumbre y el horizonte último de nuestras aspiraciones infinitas
y de nuestras relaciones más profundas. El hombre es un ser de relaciones,
creado para el encuentro: se realiza plenamente en la apertura y encuentro con
otro tú personal cultivando las actitudes de acogida y entrega mutuas. Dios es
el Tú personal absoluto en cuya acogida y entrega mutua el ser humano alcanza
la plenitud de ser.
“Superior summo meo,
intimior intimo meo” escribió san Agustín: totalmente por encima de lo más
elevado que hay en mí; más interior e íntimo que lo más íntimo mío. Dios, creador,
absolutamente trascendente y lejano, se hace presente como padre en todos
nuestros instantes invitándonos a gozar de su presencia amistosa e íntima. Eso
es la verdadera religión: “ligar”, religarse amistosamente con El, experimentándonos
religados a quien es el fundamento y el impulso y horizonte de todas nuestra
aspiraciones y relaciones, porque cada relación con un tú humano evoca el Tú eterno
y desemboca en El. Por eso la verdadera religión hace que aflore lo mejor que
se esconde en el corazón humano.
A
quien escucha su voz interior, Dios le dice: Yo soy tu Dios. No temas, confía,
eres aceptado: yo soy tu pastor, tu aliado, tu Padre y amigo. Yo te acojo como hijo bien amado en mi Hijo
unigénito, e incluso si te comportaras como un hijo pródigo, confía, mi misericordia
es infinitamente superior a toda prodigalidad. Yo me entrego a ti: te entrego a mi Hijo para que puedas ser hijo en el
Hijo. Y te entrego a mi Espíritu, para que derrame mi amor en tu corazón, transforme
tu ser, y puedas clamar: ”Abbá”, Padre y amar como eres amado y entrando así en
la comunión de vida del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Yo te prometo acoger tu entrega de cada día y
tu última entrega y así podrás contemplarme cara a cara y ver lo que el ojo
humano nunca vio: la gloria de Dios y tu propia gloria.
Por la fe reconoce y acoge el hombre a Dios
como Padre en Jesucristo y acepta las promesas y exigencias de su amor. La
caridad es comunión afectiva de amigos entre Dios y el hombre: el creyente
comienza a amar como Dios ama y se convierte en testigo e instrumento por medio
del cual el amor de Dios se hace presente, manifiesto y activo en el mundo. Por
la esperanza tiende confiadamente el creyente hacia la plenitud de la fe en el
encuentro cara a cara con Dios, hacia la plenitud de la caridad en la comunión
definitiva con Dios.
El “Padrenuestro” es la joya
de la corona del Evangelio. Es la mejor forma de conversar con El en la oración
y de hablar sobre El. , es la mejor síntesis de lo que creemos y esperamos. Dios: Padre nuestro, de Jesucristo
y de todos nosotros, sus criaturas, es la verdad central de nuestra fe, el
motivo y contenido de nuestra esperanza, la voluntad de Dios, su voluntad es la
inspiración y norma de nuestra conducta. Dios, el sumo hacedor y creador del
universo es nuestro Padre con entrañas de madre, Jesús, el compasivo profeta de
Nazaret es el Unigénito de Dios, nosotros pobres criaturas somos Hijos en el
Hijo de manera que el Espíritu de Dios en nosotros la invocación de Dios, como
“Abba”. Dios está en el cielo y es nuestro cielo.
10.- CELEBRAR. ¡ Es
Domingo ¡: “ De su hoguera brilla toda la
semana”.
El domingo, el hombre CELEBRA: ¿” Qué haces poeta?
Celebro”, dice R. Mª Rilke. Todo hombre es poeta, vive poéticamente cuando
maravillado por la belleza del mundo, extasiado por el milagro de la bondad y
del amor alaba, agradece y bendice. Homo faber, el hombre trabaja durante la
semana, el domingo como homo ludens juega y se divierte, pero el ser humano es
también el hombre festivo que CELEBRA.
Celebramos siempre “el milagro de vivir”,” el encantamiento
de existir” (Gabriela Mistral). Imitando a Dios que, el sexto descansa y
contempla su creación y ve que todo era muy bueno y bello, el hombre también
descansa y contempla gozoso la belleza y la bondad del mundo.
Pero para el cristiano el domingo es, ante
todo, el primer día de la semana porque el domingo celebramos el primer día de
la nueva creación inaugurada con la resurrección de Jesucristo.
En la liturgia dominical,
la asamblea cristiana alaba, bendice y agradece a Dios por todo lo que hizo en
la larga historia de salvación que culmina en la resurrección de Jesucristo.
Elemento esencial de la celebración es la comunión: escuchando la palabra y compartiendo
el pan y vino eucarísticos entramos en una especial comunión de vida con Dios y
con los hombres: con los miembros de la pequeña comunidad local que celebra,
con la familia de la Iglesia universal, con toda la humanidad que es la familia
de Dios, también con los hermanos que pasaron por la muerte hacia la casa del
Padre que celebran ahora la liturgia celeste. Nuestra liturgia eucarística es
sombra y símbolo, anticipación y participación misteriosa, de la liturgia
celeste.
La comunión en la
Iglesia conduce a la misión en el mundo. La comunión de los corazones, la
solidaria, fraterna, comunicación de bienes, es lo que constituye la primitiva
comunidad cristiana donde “todos tienen una sola alma y un solo corazón”,
comparten la mesa y la vida de manera que “no hay necesitados entre ellos”, y
así la pequeña comunidad que celebra se convierte en germen, símbolo y
anticipación de la nueva humanidad
reconciliada, transformada, solidaria, fraterna. La misa celebrada en la
Iglesia se prolonga en la misión en el mundo ( Hch. 2,42-44ss; 4,32-36).
Luis Lago Alba
. Salamanca: luislago@dominicos.org
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