BOLAS
Por Antonio Esteban
Lo confieso: no me gusta la palabra "bola". Lo digo
rotundamente. No me gusta, aunque, sí, me gusta la fotografía en la que
aparece, como única protagonista, una de las "bolas" que adornan el
jardín de la Plaza en las que tantos y
tantas -hombres y mujeres- niños y niñas, miembros y
"miembras" como dijo una inculta ministra- se han fotografiado, sentados sobre alguna de
las bolas que, por si no lo sabían, son obra de don José Quiroga García.
Y decía que no me gusta la palabra "bola" por su
connotación con otro significado, no muy ortodoxo, pero que aparece en el
Diccionario ideológico de don Julio Casares. Leo: "Bolas: dícese de los
atributos sexuales de los hombres".
No soy yo quièn para cambiar, a estas alturas de la vida, el
nombre de "bolas" a las bolas del jardín de la Plaza Mayor, pero si
puedo decir que en el mencionado Diccionario se pueden encontrar palabras que
significan igual: globo, rulo, píldora, burujo, gurullo, rebuño, agallón,
vertello, y orbe. Pero tampoco me gustaría leer algo así como "señorita
sentada en uno de los gurullos del jardín de la Plaza" o "niño jugando
en los vertellos del jardín" o "foto de las píldoras de la Plaza del
Ayuntamiento" y no creo que los cacabelenses se adaptasen ahora a llamar,
por ejemplo "burujos" a las "bolas" del jardín.
Para terminar, digo que hay, también, frases en las que se
emplea la palabra "bola" o "bolas":
"Estar en bolas" por "Estar desnudo"
"Jugar a las bolas" por "Jugar a las
canicas"
"Dar a alguien una patada en las bolas" por "
dar a alguien una patada en los testículos"
"Meterle a uno una bola" por "engañar"
Todas, de fácil interpretación.
Y por todo lo dicho, desde aquí, repito, a mí, no me gusta la
palabra "bola".
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