Una foto tomada en una de las aceras de Cimadevilla y que hoy cumple años |
ROMANCE DE LOS DOS RICARDOS
Por Antonio Esteban González
Agosto era. Era Agosto…
el dieciséis a las cuatro.
De mañana, procesión
para pasear al santo
y al terminar un vermú
-vermú tinto o vermú blanco-
tomado con los parientes
-primos, tíos o cuñados-
o una caña de cerveza
porque es agosto y verano
y la cerveza refresca
y hasta levanta los ánimos.
San Roque. Cimadevilla.
Y como todos los años
la gente ocupa las mesas
de madera… Sillas… Bancos
mientras charlan de sus
cosas
y critican a fulano;
que si habrá buena cosecha…
¡vaya racimos más majos…¡
¡qué tomates…¡ ¡qué
pimientos…¡
¡qué perejil y qué ajos…¡,
que si a ver si no nos cae
este año un mal catarro.
Ellas hablan de vestidos
y los hombres, mientras
tanto
cuentan un chiste picante
y se ríen por lo bajo.
Los niños, muy quietecitos
mirando para el fotógrafo
mientras toman un refresco
o un helado muy helado.
En la foto está Jovita
y su marido Ricardo
Y sonriente, también,
está Ricardo Lobato,
sentado, alegre, en la silla
con un pitillo en la mano
y Rosalía su esposa
con gesto muy recatado.
Los acompaña Raquel
y están Abel y está Fernando
dos niños aún pequeños
-uno de ellos en brazos
de Jovita que lo acuna-.
(El niño está dormitando).
Y sentada, modosita,
Margot, como esperando algo.
Es una foto nostálgica
hecha en san Roque hace años.
Es una foto, ya saben,
de Ton, ex bibliotecario-.
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