martes, 20 de febrero de 2018

Imágenes y recuerdos de Cacabelos (CCCIV)




CARNAVAL, CARNAVAL, CARNAVAL TE QUIERO…

 Por Antonio Esteban González

Blas Calejero, salesiano, era un cura egocéntrico. Era profesor de matemáticas en Arévalo y de él aprendí nada. Cero. Y, no, porque no supiese enseñar, sino porque yo era totalmente negado para las matemáticas, la geometría o las ecuaciones de varias incógnitas.

Tan egocéntrico era que decía cosas como estas: “ Ciento noventa y dos días después de la Fiesta de san Blas, se celebra la Asunción de la Virgen a los cielos”. O: “Treinta y nueve días después de la Natividad de Cristo, la  Iglesia, celebra la fiesta de san Blas, Obispo y mártir”. O: “Diez días después de san Blas se celebra la fiesta pagana de los carnavales, este año -no siempre-  en la que el mundo comete excesos gastronómicos, excesos en la bebida y pecados de la carne, olvidando que la palabra Carnaval procede del latín “carnem levare” o sea, abstención  de  carne en el tiempo llamado de Cuaresma que llega después dl tiempo ordinario de Navidad”.

Don Blas Calejero  -hablo de él en mis Memorias-  sostenía que aquel axioma geométrico que decía que dos líneas paralelas son aquellas que por mucho que se prolonguen no llegan a encontrarse, era mentira y nos preguntaba: “Vamos a ver, un rayo de sol ¿es recto?”. Y, nosotros: “Sí, don Blas…”. Y proseguía: “ Y otro rayo de sol, diferente al primero ¿no es recto también y, por lo tanto, paralelo..?”. Y todos: “Sí, don Blas”. “Pues ahí tenéis que el axioma  de dos líneas paralelas que  no llegan a encontrarse por mucho que se prolonguen. El axioma es falso”. Y ante la estúpida mirada de todos nosotros, concluía: “Sin embargo, dos rayos de sol, paralelos se encuentran en el mismo foco que es el sol”.  Y se quedaba tan tranquilo aguardando en su fuero interno, una nominación  -pensábamos-  al Premio Nobel.

Yo no sé, pero me lo imagino qué es lo que hubiera dicho de los cuatro mozos que aparecen en la foto. Dos, vestidos de mujer: Manolín, el “Corino” y César “Tarulo”, enseñando, pecaminosamente las nalgas. O qué hubiera dicho de los otros dos acompañantes vestidos con sus gabardinas imitando a los Albertos, esposos de las Koplowitch. (Los otros dos eran Quinito Peña, con gafas, corbata de color burdeos, cartera y gabardina desabotonada y Toñin, de Arganza, también con gabardina, también con gafas negras y también con una cartera, se supone, repleta de billetes. Don Blas, como mínimo, si los hubiese visto durante aquel carnaval, disfrazados, de haber podido, los hubiese excomulgado, pero eran otros tiempos. Hoy es distinto. No hay ningún Blas Calejero que ponga trabas a la celebración de una fiesta que en esta ocasión, llega, diez días después de la Fiesta de san Blas, Obispo.

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