Más que un incordio, la lluvia en este día de las Candelas ha
sido también una bendición. Como suele decirse ni los más viejos del lugar
recuerdan una sequía tan prolongada como ésta que padecemos en pleno invierno.
Así que, con lluvia o sin lluvia, los cacabelenses se
acercaron al Santuario para cumplir un año más con la tradición de llevar
los panes a bendecir delante de Virgen de las Angustias. Abarrotaron el templo
los madrugadores y el resto protegido por los paraguas esperó fuera la salida
de don Jesús con el hisopo del agua bendita.
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