28-1-1916 / 28-1-2016
Por Antonio Esteban González
Cien años. Mil doscientos meses.
Treinta y seis mil días. Uno tras otro. Una cifra redonda y rotunda. Noventa y
nueve aniversarios para, finalmente, cumplir cien años. Un siglo.
Nació el veintiocho de Enero de
mil novecientos dieciséis, cuando Europa se desangraba en una cruenta guerra y
ha vivid, otras dos guerras, al menos. Se llama María Consuelo Rodríguez
Quindós. Vino al mundo muy cerca de nuestra villa y aún vive en ella, en Quilós, en donde hay
personas que siguen este cuaderno, semanalmente.
Tiene aún hoy, en su boca, con la
sabiduría que proporcionan los años, refranes. Uno, por ejemplo. “Mujer
enferma, mujer eterna”, con la ironía, también que dan los años. Trabajó los campos
de sol a sol. O las viñas. O el tabaco, hombro con hombro junto a su hermano
José del que no se separó nunca hasta que
él fue vencido por los años. Aprendió a cocinar con sus parientes de
Villafranca: los Villarejo donde le enseñaron, por ejemplo, cómo se preparaba
el “arroz a la cubana”, usando, como molde un plato y adornándolo, después,
como mandan los cánones, con un huevo frito. O una tarta de zanahoria -de zanahoria, sí- con coco rallado, que hasta hace muy pocos años preparaba para
sus sobrinos/nietos con esmero y, sobre todo, con cariño y hasta hace muy pocos
años, también, se atrevía a degustar, en su onomástica, un vaso de vino godello
de José Manuel Peral, quizás y, sin lugar a dudas, el mejor godello de la zona
porque está trabajado artesanalmente, como hacían nuestros abuelos, durante
todo el proceso.
Consuelo llega hoy a este “blog”
porque ha cumplido cien años, cifra, como decíamos, más arriba, redonda. Y
soltera, cosa que parece imposible si observamos la foto de estudia a la que damos
pie con estas líneas. Podría ser confundida con una estrella de Hollywood,
pero, no, era una moza de Quilós. Era -y
es- una de nuestras gentes. Y que lo
siga siendo durante muchos años.
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