CIPRIANO, EL RETRATISTA (II)
Por Antonio Esteban González
No sabemos si a Cipriano, el
hombre elegante de la foto, lo cristianaron con este nombre porque nació el 26
de Septiembre, fecha en la que la Santa Madre
Iglesia celebra la fiesta de san Cipriano y Santa Justina, mártires- (Dice Jerónimo Cortés en su LUNARIO PERPETUO,
sobre el mes de Septiembre que si en este mes se oyesen los primeros truenos
señalarían, éstos, sequedad a primero de mayo y humedad a la postre; abundancia
de pan y amenaza de muerte a gentes populares en los reinos en los que se
oyesen los truenos).
Esta curiosidad aparte, nuestro
espacio trae, de nuevo, una foto de Cipriano, el retratista. Y la trae porque
algunas de las fotos que han ido apareciendo a lo largo de muchos meses llevan la firma de Cipriano, un hombre que
nos ha dejado un legado inapreciable: la historia fotográfica de la villa que,
poco a poco va saliendo a la luz.
Ya dijimos hace meses que
Cipriano se dedicó a la fotografía
porque aprendió fotografía en la
mejor escuela: la calle con aquellas cámaras “Kodak” que funcionaban con carrete o placa de cristal como negativo.
Lo cierto es que este hombre de
la foto y con quien Cacabelos tiene una deuda, era un gran profesional. Hoy
aquellas imágenes suyas, de ayer, nos muestran un Cacabelos lejano -o no tan lejano- pero nostálgico.
La foto que presentamos es de estudio y puede servir
para interpretar la forma de vestir de
nuestros abuelos: camisa blanca, cuello almidonado, corbata de pajarita; flor
en la solapa y pañuelo en el bolsillo de la americana; puños de la camisa con
gemelos y la americana -muy “chic”-
más bien larga, según la moda.
Eran habituales estas fotos de
estudio en donde nada se dejaba al azar: la postura o la iluminación y no
olvidemos que el fotógrafo, para
que el fotografiado no se distrajese decía: “¡ Atención al pajarito..¡”.
Una foto, -hecha en Argentina- en fin, como muchas fotos, nostálgica que nos
devuelve a un tiempo que no conocimos y que, a buen seguro, nunca volverá.
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