Ambrosio en Annemasse donde pasó su infancia |
Sabido es que hay cacabelenses extendidos por todo el planeta.
En el más recóndito confín puede pasearse alguno como lo demuestran las visitas
que hacen a este cuaderno desde Alemania, Ucrania, Senegal, Argelia, Brasil,
India, Perú, Malasia…o Vietnán.Unos por razones de trabajo, otros por
vacaciones.
Ambrosio Pintor Coca (cariñosamente conocido por Bochi) no
se encuentra demasiado lejos para lo que en la actualidad son las distancias gracias a los rápidos
medios de transporte. Desde hace casi dos años vive en un pueblecito de montaña
de Val-de-Ruz llamado Valangin de poco más de 450 habitantes y muy cerca de
Neuchâtel, capital del cantón de la Suiza Romanda. Una región que de alguna
manera le recuerda a Cacabelos.
- Es una región –me
comenta Ambrosio- donde basan una parte
de su economía en la agricultura, hay mucho viñedo, incluso tienen fiesta de la
vendimia como en Cacabelos, pero ésta se celebra a finales de septiembre debido
a que aquí la uva madura más tarde. Otra parte de su economía se basa en
empresas, como la Sociedad relojera Bulgari, Philip Morris, otras del grupo
Philippe Suchard (milka y chocolates Suchard), laboratorios Buxter,
laboratorios Johnson and Johnson, etc.
Trabaja actualmente como chófer de camión haciendo rutas
para una subcontrata de La Poste (Correos) y exprime su estancia laboral allí
como agente de seguridad en eventos durante los fines de semana. No es
precisamente una vida fácil y cómoda.
-¿Qué te motivó a tomar la decisión de emigrar de España?
- Gran parte de esta
decisión ha sido tomada por tener
constantemente una sensación de desesperanza ante el futuro y el no encontrar
un trabajo fijo o duradero para
conciliar una vida normal y estable. La hipoteca, las diversas facturas, gastos
varios, etc. –ironiza Ambrosio- no tienen por costumbre esperar a que las
circunstancias personales mejoren. En el Bierzo el encontrar un trabajo se me
hacía muy difícil, era un continuo cierre de empresas. Pues todo este cúmulo de
circunstancias lleva a plantearte marchar para encontrar algo mejor y más digno
sin importar dónde.
-Tan decidido estabas a marchar que la decisión final no te
exigió mucho tiempo tomarla.
-Estaba mi padre
hospitalizado y hablando en la habitación con otras personas de las
dificultades para encontrar trabajo. Alguien comentó que su sobrina vivía en
Neuchâtel y estaba de vacaciones a Ponferrada y
que la empresa donde trabajaba su novio buscaba un chofer de camión.
Acto seguido contesté que tenía carnet
de camión, me preguntó si me interesaba, respondí que sí y ahí empezó todo.
Llamó a su sobrina, ésta a su novio, él a su patrón… y en menos de una hora ya
me estaba llamando el patrón preguntándome si quería hacer una prueba de
trabajo. Le respondí contundente: ¡Sí, claro! ¿Dónde hay que ir?
Pocos podían imaginar que los españoles volverían a emigrar.
La experiencia de las décadas centrales del siglo XX a Europa y anteriormente
al continente americano parecía quedar atrás. En tú caso se repite la historia.
Tus padres fueron emigrantes en los años sesenta y ahora tú.
- Como bien dices, mi
padre ya había emigrado a Suiza allá por los años sesenta antes de ir a la
mili. Después, como la situación económica y laboral de España tampoco era
buena, decidió volver a coger la maleta
y marchar de nuevo, pero esta vez
a Francia, concretamente a
Annemasse, ciudad de la región de
Haute-Savoie del departamento de Rhônes-Alpes. Allí estuvo un tiempo hasta que
consiguió llevar a mi madre, mi hermana
y a mí (yo tenía unos meses), así que, una vez hecha la reagrupación
familiar vivimos allí durante ocho años en el transcurso de los cuales nació mi
hermano. También en ese lugar había un numeroso grupo de vecinos de Cacabelos y
algunos de ellos eran familia.
En Chamonix recordando tiempos pasados |
-Otros tiempos y… ¿otras circunstancias?
-Desde luego eran
otras circunstancias con menos medios, menos recursos, pero la gente de antes
estaba hecha de otra pasta y salían adelante por su tenacidad, por su capacidad
de superación, de adaptación, todo ello motivado para la búsqueda de ese fin:
“buscar un futuro mejor”. Y la historia parece que se repite hoy en día porque es el mismo fin que antaño.
Hay una película que refleja muy bien por lo
que pasaban los emigrantes de aquella época, se titula; “un Franco, catorce
pesetas” del director Carlos Iglesias, basada en una historia real de su padre,
la cual recomiendo para entender un poco la emigración de los años sesenta.
-Volviendo a la decisión de soltar amarras y marchar, ¿cómo
se toma?
-Muchas veces nos negamos
a soltar lo que tenemos; es decir, nos cuesta salir o dejar nuestra zona de confort hasta garantizarnos
lo que queremos. Pero yo pienso que la
vida no funciona así y nos exige soltar sin tener certezas y ese momento es
siempre un abismo. Pues bien, partiendo de esto, yo dí este paso al abismo dada
mi situación personal y laboral de aquel momento y me fui a Neuchâtel ilusionado, pero no
demasiado consciente del paso que había dado. Puedes hacerte una idea de lo que
vas a encontrar, pero la realidad no es lo que esperas y, además, uno sabe que
todos los comienzos son difíciles por diferentes motivos: distinto idioma,
distinta cultura, nuevas normas,
costumbres, leyes…etc, todo te parece complicado, difícil e incluso imposible
de asumir, pero tienes que avanzar poco a poco y en el transcurso de esos
momentos te das cuenta de nuevo que la
vida no es nada fácil. Pero aún así, estoy convencido que todo los que nos pasa
en la vida ya sea malo o bueno, es por
alguna razón…, así que, no queda otra que seguir adelante y “disfrutar” del
camino.
En
esos momentos difíciles y de dudas echo mano de una reflexión de la película “Náufrago”, la cual me ha servido en momentos
complicados: ”hay que sobrevivir como sea… aun sin motivo para la esperanza…
y ahora sé lo que debo hacer…seguir
respirando… porque mañana volverá a amanecer… Y quien sabe que traerá la marea…”.
-¿Con qué dificultades te encontraste?
En Neutchâtel, su actual destino |
-La primera, sin duda, fue el idioma. Y dicho esto, hay una relación
directamente proporcional entre el nivel de francés y el mundo laboral; es
decir, a medida que vas aumentando tu
nivel de francés el abanico de oportunidades laborales es mayor, así que si quieres
obtener un buen trabajo o próximo a tus
méritos tienes que tener un buen nivel del idioma.
Otra dificultad fue conseguir alquilar un
apartamento o una habitación, porque, además de pedirte un contrato de trabajo,
suelen pedir referencias y solvencia (lo suele aportar el patrón), para poder hacerte el
contrato de alquiler, requisito necesario junto con el contrato de trabajo,
para sacar el permiso de estancia.
Y otra es el
acostumbrarse a las condiciones
climatológicas; al frío y la nieve. Aquí los inviernos son bastante duros,
aunque últimamente, dicen que se suavizaron. Pero en alguna ocasión me ha tocado
trabajar a 16º bajo cero con mucha nieve y aunque uno es del norte, a veces se siente “un bris que jode o cutis”.
-¿Tuviste ayuda de alguna institución, de conocidos, de
amigos…?
A la hora de marchar de España no
he tenido ninguna ayuda de las instituciones; sin embargo, aquí la embajada y consulados
a nivel informativo funcionan bastante bien y es necesario apuntarse en dichos organismos si
quieres tramitar algún documento oficial.
La ayuda cuando llegué ha sido más bien de amigos, los cuales me acogieron en su casa
todo el tiempo que necesité hasta que conseguí mi propio apartamento. Otra
ayuda también me vino por parte de mi primo que hasta hace poco vivía en
Annemasse (en Francia a unos 120 Km. de donde vivo) y siempre
estaba pendiente de mí, por si necesitaba algo….
También tengo que comentar una anécdota sobre
las ayudas no institucionales, entre emigrantes, se estila una especie de “cadena
de favores”; es decir, te ayudan de una manera desinteresada, porque en su día
cuando llegaron a Suiza también les ayudaron y a veces esas personas continúan
la cadena..., esto lo digo por
experiencia propia, porque he recibido en varias ocasiones ayuda de manera desinteresada de personas que
no conocía mucho.
Una vez instalado en Suiza,
hay varias instituciones a las cuales puedes acudir y solicitar el tipo de
ayuda al que tengas derecho: ayudas por hijo, ayuda familiares... etc., también
hay instituciones donde puedes aprender
el francés.
-Tú, quizás no las recuerdes bien, eras muy pequeño
entonces, pero sí habrás escuchado historias de aquella emigración a tus
padres.
Nico delante del colegio donde estudió su padre |
- Como dice mi padre; “no
había tantos adelantos ni medios como hoy en día…”, y desde luego que tiene
razón, poneros en el lugar de un emigrante de aquella época; sin Internet para
buscar cualquier información: mapas, callejeros, alojamientos, medios de
transporte, horario, etc.; en definitiva, sin casi medios ni recursos se ponían
a hacer un viaje a lo desconocido, además sin saber el idioma para pedir
información sólo por signos. El medio de
transporte mas utilizado antes era el tren, pero no el de alta velocidad, sino
el de;” traca tran, ----, traca tran…” y cada viaje duraba una eternidad,
además por si fuera poco de aquella se viajaba con la casa acuestas, se
llevaban baúles, maletas cajas de cartón atadas con cuerda de pita, etc … sin
faltar los niños pequeños. Pues bien, con todos eso, pensad por un momento la dificultad que suponía tan solo un transbordo de un tren a otro en
la frontera (Hendaya) con toda la casa a cuestas y los niños, suponía un
esfuerzo casi titánico, pero ahí no terminaba la odisea, cuando llegabas al
destino tocaba acarrear todo. Y esto, en lo que respeta el viaje, pero la
estancia y el día a día, tampoco eran fáciles teniendo en cuenta que antes se
tardaba mucho más en dominar el idioma. Recuerdo que mi madre me llevaba de traductor para pedir al
dependiente cualquier cosa o incluso para resolver papeleos en instituciones (Correos,
Seguridad social…), pero a veces no nos hacían mucho caso, mi madre se enfadaba
y me mandaba decirle algún que otro improperio al funcionario de turno y yo -
como buen hijo- traducía literalmente y ¡vaya
si le hacían caso! No disponíamos de
coche, a lo sumo una mobyletta, y la
mayoría de los desplazamientos eran a pie, así que, imaginaos en verano o peor
aún en invierno haciendo casi todos los días
de 3 a
4 Km.
como mínimo (desde donde vivíamos al centro de la ciudad) con dos hijos
agarrados a la “poussette” (carrito de
bebé), cuando ya nació mi hermano y además
con las bolsas de la compra.En fin, todos los días eran una aventura.
-Sé que sientes nostalgia de tu familia, de Cacabelos, pero…nada
comparable a la ausencia de tu pequeño Nicolás.
Con Nicolás delante de El león moribundo. Lucerna |
-Touché!! este es sin lugar a
dudas mi tendón de Aquiles. Por eso soy consciente de que el precio de esta elección ya me está pasando
factura desde el mismo día que la tomé, pero
en algunas ocasiones en la vida dependiendo o condicionado por las circunstancias tienes que estar siempre dispuesto a abandonar
algo, ya sean personas, situaciones, trabajos, lugares…, en aras de conseguir
lo que uno cree que es mejor y yo en aquel momento de mi vida elegí el buscar un futuro fuera con sus
consecuencias.
Ya he vivido fuera
otras veces dejando atrás personas y
vivencias, te queda el recuerdo y con eso de vez en cuando puedes
sonreír… Pero muy diferente es el perderse el día a día de tu hijo, ese
tiempo único, ese tiempo donde lo educas, ese tiempo donde le transmites valores, enseñanzas, lecciones de
la vida…, ese tiempo que no vas a vivir a su lado con sus penas y alegrías, en
definitiva, ese tiempo va a quedar sin
recuerdos … Esa es mi añoranza.
-¿Qué recuerdos de
Cacabelos te hacen sentir morriña?
En Lucerna. Puente de la Capilla |
-Muchos. Estar corriendo y recibir una ráfaga de viento con pétalos
blancos de los cerezos, preparar con mi padre en primavera el terreno para
cultivarlo, el río en verano con los baños al atardecer, ir con Juan (Ramos) a
pescar “pixotas” y echar unas risas…La vendimia, el magosto, los garbeos en
bici con Uda disfrutando el paisaje único del otoño…Y en invierno, la matanza.
La casa llena de gente, probar las “febras”, el picadillo, la empanada de
batallón y un largo etcétera de comidas tradicionales. No olvido la caza, los
compañeros de cuadrilla, los tres Ambrosios -mi padre, mi pariente y yo-, mi
primo Miguel Coca y, a veces, Suso. Echo de menos salir de rondas con los
amigos…y paro porque me voy a emocionar.
- ¿Cómo ves a Cacabelos desde la distancia?
-Parece que en
Cacabelos últimamente hay bastante movimiento ya sea abriendo nuevos negocios
o actos culturales. Desde mi punto de
vista todo lo que se haga en ese sentido me parece muy bien y me alegro de que
las cosas mejoren porque eso repercute en el bien de todos.
Además, me gusta saber lo que pasa en
Cacabelos y a través de tu blog es una buena manera de tener ese contacto, por
una parte conoces un poco más la idiosincrasia del “pueblín”, la historia, las costumbres, sus personajes,… y por otra
tienes acceso a las noticias que acontecen y
por eso, lo sigo.
-¿Qué diferencias más notables encuentras entre la forma de
vivir en Cacabelos con las de Suiza?
-Para empezar los suizos, por aspectos culturales, son personas más
reservadas y les cuesta más abrirse a los demás, de hecho, sus reuniones,
visitas o conocidos son más bien del
entorno cercano o familiar, al contrario que en Cacabelos que normalmente somos más abiertos.
Otra de las cosas que me llamó la atención es
que aquí se habla muy bajito, cuando vas a los bares apenas tienen bullicio,
son muy tranquilos, parece que estas sólo. Si escuchas hablar a alguien en un
tono más alto, te giras y piensas: seguro que es español. Casi siempre
aciertas.
Aquí hay muchas normas y está casi todo
regulado. A la gente se la ve muy organizada,
sabe lo que puede o no puede hacer en
cada momento. Me parece excesivo, porque me da la sensación de ser una sociedad
alienada y con poca libertad, ya que, si te sales de lo regulado, ¡zas!
Sanción que te crio. Pero bueno, es parte de su cultura. Así que lentejas…
Ambrosio, Bochi, es una mezcla de romántico y realista. Analiza
y asume las dificultades, pero también se deja arrastrar por su parte más
tierna. Su hijo, su familia, sus amigos, su pueblo…van marcados a fuego en su
piel. Ojalá la suerte llegue pronto y
logre volver a recuperar todo lo que añora.
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