Buenas tardes amigos y convecinos de Cacabelos
Hace ya
más de un mes que D. Jesús, nuestro párroco, me dijo que le gustaría que este
año diese yo el pregón de Semana Santa, aquí en Cacabelos…la verdad es que me
sorprendió, me quedé un tanto incrédulo, sin saber de momento que contestarle;
era una petición que jamás me la había imaginado ni soñado ¡y claro! ¡Menos
aquí en mi pueblo! Desde luego para mí era una situación impensable y por otro
lado era un reto difícil de asumir ¡Yo aquí dirigiéndome a mi pueblo desde la
Iglesia! Pero poco a poco los razonamientos de D. Jesús y ciertamente que a mí nunca
me arredraron ni asustaron los retos por muy difíciles que fuesen…le dije que
de acuerdo, daría el pregón de Semana Santa de este año ¿por qué no?
Prada en el Bosque Didáctico |
Y aquí estamos,
la verdad es que es gratificante estar en mi pueblo rodeado de vecinos y
amigos. Me asusta un poco la sensación de estar en esta Iglesia. De hecho os
puedo asegurar que es la primera vez que hablando en público leo lo que voy a
deciros, espero no perder la chispa y espontaneidad de siempre; Aquí, en esta
Iglesia de Santa María fue donde me bautizó D. Desiderio hace 69 años y donde
hice mi Primera Comunión (por cierto que ayer repasando unas fotos de aquella
ocasión me sorprendió la pinta de niño bueno tenía). Recuerdo también con
cariño como nos sentábamos todos los niños debajo del púlpito para oír la misa
de 12 los domingos.
En
aquella época nadie hablaba de crisis, esa palabra no existía, se vivía y se
arreglaba cada familia como podía. Se vivía de otra manera, no me atrevo a decir
si mejor o peor, lo que sí sé es que no nos sobraba ropa ni calzado…pero los
domingos nuestras madres nos arreglaban para que fuésemos limpios y relucientes
¡como un jaspe! decía Adela, mi madre…
Los
domingos era también el día en que en casa había una comida especial, aquel
cocido que se ponía en la lumbre a las 8
de la mañana para que estuviese listo y preparado para la hora de comer y así
disfrutarlo toda la familia. Y no te digo nada del recuerdo de tu madre y de
todas las mujeres del pueblo batiendo los roscones, dale que te pego allí en
las panaderías de Indalecio, en la del Sr. Saturno, en la Golondrina, en las
Pixeiras o en la Espiga de Oro de D. Jesús. ¿Os acordáis de ir a “rebañar” con
los dedos los restos que quedaban en el caldero donde se batían los huevos?
Uno de
los recuerdos más gratos que tengo de mi infancia, no sé si os acordaréis, era
del “Belén” que montaba todos los años el cura de la Iglesia de las Angustias, D.
Antonio en las Navidades. Aquel Belén era grande, magnífico, increíble para
nuestra imaginación; aquel castillo de
Herodes allí en lo alto, el río discurriendo saltarín entre las rocas y
el musgo, que por cierto, teníamos que ir a buscarlo los chavales al pinar de
los Cereros. Los Reyes Magos bajando desde lo alto de la montaña con Incienso,
Mirra y Oro para ofrecérselo al niño Jesús, que sonriente resplandecía entre la
paja, allí en aquel establo, cuidado por María y José, al lado de ellos la mula
y el buey tumbados tranquilos calentando con su aliento aquel reciento
increíblemente placentero. ¡Qué bien! Eso tampoco se olvida…
¿Y el
Domingo de Ramos? Por la mañana íbamos a buscar el ramo por los huertos, para
bendecirlo en misa, casi siempre lo hacíamos muy grande con laurel, romero y
olivo. Íbamos todos orgullosos con nuestro ramo desfilando en la procesión,
como niños buenos. Se veían sobresaliendo también algunas palmeras, eran las
menos, no estaban al alcance de todos… ¡Qué procesión! Qué alegría daba el
participar todos juntos en aquel acto… No sé si os acordaréis, pero ese día, el
Domingo de Ramos, había que estrenar algo, un jersey, unos zapatos, unos
playeros, unos calcetines, no importaba qué, el caso era estrenar algo, lo que
fuese…Todos esperábamos ese día porque era también el comienzo de la Semana
Santa y el anuncio del final de la Cuaresma. En definitiva, las vísperas de la
Pascua, la primera fiesta del año en todo el Bierzo… la fiesta de Cacabelos.
Aquellas
Semanas Santas las organizaba con todo esmero el párroco D. Desiderio. Había
que hacer ejercicios espirituales a los cuales no podías dejas de asistir. ¡Menudo
era Él! Traía siempre algún cura o fraile de fuera para dar los sermones…!y qué
sermones! Me acuerdo de dos de aquellos curas, el Padre Rojas y el Padre
Cerezo. Sobre todo aquel Padre Rojas, era un auténtico ciclón, que facilidad y
que fuerza tenía aquel hombre, nos tenía a todos embaucados, tanto a niños como
a mayores, como se diría ahora, era un auténtico crack, un fichaje A Tope… no
cabe duda.
Me
acuerdo mucho de la procesión del Silencio, el Jueves Santo, por el
recogimiento y fervor de la gente; era intrigante y mortificante para los niños
aquel silencio sepulcral, menos mal que íbamos contando una por una las bombillas
de cada arco luminoso, que ya estaban colocadas para la Pascua a lo largo de la
carretera ¿Y el madrugón que hacíamos el viernes para asistir a la procesión
del Encuentro? Los hombres todos juntos cantando con devoción a lo largo de la
calle Santa María y las mujeres cantando y rezando por la calle de las
Angustias. Una vez en la plaza, todos estábamos expectantes para ver llegar a
la Virgen y a San Juanín que se paraban antes de entrar en la plaza. En ese
momento salía corriendo como una flecha San Juanín al encuentro de Cristo en la
cruz… esa carrerilla era espectacular, la tengo grabada en mi interior como
algo imperecedero. La procesión del Encuentro creo, era el punto álgido de la
Semana Santa, sin desmerecer por supuesto la Procesión del Silencio, ni la del
Santo Entierro por la noche.
La verdad
es que me siento afortunado porque cuando miro hacia atrás no lo hago con
nostalgia, lo hago con cariño, y veo que de
todo lo vivido siempre se pueden sacar consecuencias válidas que te
hacen crecer y perfeccionarte como persona, tanto de los malos como de los
buenos recuerdos.
Desde
luego aquellas Semanas Santas eran una parte integrante de los cacabelenses,
nos marcaron, nos dejaron huella…Creo y afirmo que para bien… Fue una lástima
que el extraordinario párroco que fue D. Dámaso para Cacabelos y que tanto nos
enseñó, dejase que poco a poco se fuesen diluyendo aquellos actos y procesiones
tan entrañables. Yo personalmente eché siempre muy en falta aquellas
celebraciones… me diréis que esa afirmación mía es por quedar bien hoy. Pues
no, os lo digo con total convencimiento. Yo a misa, como sabéis, vengo poco,
porque siempre estoy enfrascado en proyectos que gracias a Dios casi siempre
van saliendo para adelante, con mucho trabajo eso sí y dedicación absoluta.
Pero os puedo asegurar que muchas veces tengo envidia de ver a la gente
endomingada salir de misa y dar un paseo por la plaza, ya que me trae siempre
buenos y gratos recuerdos.
Sabéis
que siempre he defendido las tradiciones de nuestra tierra, por eso me alegra
sobremanera el ver como desde hace unos años hay un cambio grandísimo aquí en
nuestra villa recuperando la tradición de la Semana Santa, ya sea por la
adquisición de nuevos pasos, la restauración de las Iglesias y sus retablos, ya
sea por las nuevas procesiones. Pero lo que más me sorprende y agrada es ver a
tanta gente implicada y adherida a cualquiera de los actos que se programan.
Aparte del éxito de los actos en sí, cosa lógica. Lo que verdaderamente me
impresiona es ver a medio pueblo ayudando y participando, independientemente de
la ideología política que tenga cada uno, o que sea más o menos devoto,
precisamente eso es lo que más valoro.
Cristo del Camino |
Y eso,
que nadie lo dude, es crear solidaridad, eso es avanzar en la convivencia, eso
es crear sentimiento de unión y de orgullo por nuestro pueblo… y amigos, no lo
dudéis nunca, los pueblos, los auténticos pueblos de verdad, se hacen cuando
hay ese sentimiento de unión y participación en común. Al final hay que
reconocer también que la Iglesia se convierte en la casa de todos, y la Semana
Santa en el nexo de unión de todos los vecinos de Cacabelos y de los pueblos de
alrededor.
Tenemos
que continuar en este camino emprendido, en esa línea de apostar por nuestras
tradiciones, por nuestro pueblo y por nuestra comarca del Bierzo respetando
otros lugares y otras culturas, sin caer en el papanatismo de asumir modas
foráneas que nada nos enseñan ni nada nos aportan. Luchemos para que esa unidad
que se crea en estos días entre todos los que participáis en los actos se
mantenga a través del tiempo. Mirar, hay una frase, un proverbio hindú que
siempre he tenido presente y que lo usamos mucho para explicar los fines de
la fundación que presido “La tierra no
es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo que nos hacen nuestros
hijos”. Tenemos que pensar, asumir y reconocer que nuestro pueblo, nuestras
costumbres y nuestras tradiciones tenemos que mantenerlas y mejorarlas para que
ellos, nuestros hijos, hagan lo mismo con sus descendientes. Tenemos inexcusablemente
que dejar de ser egoístas y mirar más allá de nuestras narices, ya que poco a
poco estamos dejando un pobre futuro para los que vengan detrás.
En todo
esto, le pese a quien le pese, le guste más a unos que a otros, como pasa
siempre con todo, tiene mucho que ver nuestro párroco y toda la gente que le
ayuda y acompaña y como es de bien nacidos ser agradecidos, creo que hoy
debemos dar las gracias a D. Jesús y a todos los que hacéis posible que la
Semana Santa de Cacabelos se celebre como lo estáis haciendo, como tiene que
ser, y que así los que hoy son niños, como lo fuimos nosotros, vivan y guarden
en su mente y en sus retinas todos esos recuerdos, porque yo cada vez que veía
a mis hijos mayores antes, y ahora a Manuel, arreglado para venir con su abuela
a misa, estoy disfrutando de esas vivencias con la misma alegría de mi infancia
y eso, amigos, no tiene precio en estos tiempos de disloque y libertinaje
total…
Espero
que disfrutéis A Tope de la Semana Santa, que disfrutéis de las celebraciones
religiosas, que disfrutéis de la fiesta y que sepáis que es un honor para mí
estar hoy aquí con todos vosotros.
¡VIVA
CACABELOS¡
José Luis Prada
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