Chayota con frutos en la huerta de Andrés |
Andrés González, como buen pescador que es, rebosa paciencia
por todos sus poros. En Cacabelos ya estamos muy acostumbrados a ver a este
personaje observando las truchas del Cúa durante
horas y horas. En época de veda aprovecha el tiempo para ir conociendo
sus movimientos y refugios. Sigue concienzudamente todos sus pasos a lo largo
del día. Pienso que hasta las tiene numeradas y bautizadas.
Es un hombre polifacético: pescador, agricultor, avicultor,
cunicultor...e incluso flautero, que no flautista. Con única ayuda de su
pequeña navaja en un plis plas elabora un pito, un pífano o un caramillo.
El refugio preferido por Andrés se localiza en su huerta y
en la pequeña y variada granja que cuida con mimo. Allí, aparte de cultivar los
tradicionales productos hortícolas bercianos, se atreve a experimentar con
otros llegados de tierras lejanas.
Siete años atrás en un mercado de Marruecos captaron su
atención unos frutos verdes con forma de pimientos. Descubrió que los
marroquíes la usaban en la cocina como nosotros la patata.
Para Cacabelos regresó cargado e ilusionado en lograr
reproducir en su huerta aquella patata. Después de consultar con
amistades y familiares descubrió que de patata nada de nada. Supo que se trataba de la fruta de una planta propia
de Centroamérica, pero que se usaba mayoritariamente como hortaliza, que se
llamaba chayota(sechium edule) o patata del aire y, lo mejor, que tenía
unas propiedades muy beneficiosas para la diabetes, para la circulación, para
el estómago, para evitar la retención
de orina y para ayudar a adelgazar. Todo incluido en un envase de ciento
cincuenta o doscientos gramos. Casi nada.
Con muchos cuidados y mimos consiguió hacer brotar la
semilla en un lugar protegido de su huerta. Y de aquella primera planta nacida
en Cacabelos en los primeros años del siglo surgieron más.
En la actualidad Andrés se da el gusto de ir regalando parte
de su cosecha entre amigos y conocidos. Muchos ya se han atrevido a
experimentar en su cocina con esta fruta y otros, más desconfiados, la mantienen
expuesta en algún lugar destacado de la casa como objeto decorativo exótico.
Andrés sosteniendo uno de sus exclusivos calabacines |
Con la chayota no termina el interés de Andrés por ir
logrando cultivar otras plantas poco comunes entre nosotros. Quizá otro día
podremos hablar del tomate ruso o de la palmeras que está consiguiendo sacar
adelante a partir de semillas. También
sería interesante saber cómo consigue los calabacines de veinticinco
kilos que le lleva a Laudina para cocinar. O qué métodos usa para pescar
tantas truchas. Bueno, esto
último mejor ni siquiera pensar en hacerle la pregunta, eso será secreto
profesional de pescador.
Interesante, que calabacin parece más bien una calabaza no?, vaya si es que la huerta Carlos entrañaa tantos misterios y nos da tantas alegrias que lo de la chayota o las palmeras son logros que deben proporcionarle a Andres muchas alegrias.
ResponderEliminarestoy impresionado.siempre me intereso la vida del campo y desde luego andres tu si eres un cientifico campestre pero de los buenos de los que surgen del travbajo y el empeño diario en hacer del campo una buena aficcion ..mi enhorabuena y mi saludo.
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