Pirucha acompañada de amigos en el cementerio de Derio después del fusilamiento de su marido |
UNA HISTORIA DE AMOR (II)
Antonio Esteban González
En todas las historias de amor -y en las que no son
historias de amor, también- hay, siempre, más de dos protagonistas.
Esta es una historia de amor, y, como no puede ser por menos, nos encontramos
con otros protagonistas además de los principales : Celia
Martínez, La Pirucha y Juan José
Domínguez, -"Rizitos", como le llamaba
José Antonio Primo de Rivera- pero existe una persona que, por
estar en el poder, -como ocurre con frecuencia- ha sido
caricaturizado por el pueblo llano y es, también, protagonista de la historia:
es Ramón -Ramón casado con Ramona-
Serrano Suñer, cuñado de Franco que
matrimonió con Ramona -Ramoncita o Zita-
Polo-Martínez Valdés, hermana de doña Carmen.
Y decía que el pueblo -a veces la Historia- puso en solfa a don Ramón con coplas que se cantaban en Abril, en Sevilla, durante la Semana Santa -aunque en voz baja y con ritmo de saeta- con ese gracejo especial que tienen los sevillanos: "Por la calle abajo viene el Señor del Gran Poder. Antes era el Nazareno. Ahora Serrano Suñer". (También en Cádiz, las chirigotas en Carnaval -muy en familia- cantaban: "Tres cosas hay en España que acaban con la paciencia: la Falange, el subsidio y el cuñao de Su Excelencia".
Todo esto viene a cuento -que no es cuento, sino historia- porque Ramón Serrano, a la altura de sus cien años -murió a los ciento uno, precisamente un día uno de septiembre- le explicó a Celia, La Piruchina y a su hija Mary Celi que, por cierto, tenía cuatro meses de edad cuando fusilaron a su padre y al que pudo ver -no lo recuerda, naturalmente- haciéndola pasar entre dos rejas para que Juanito la abrazase lo que, según él había ocurrido en Bilbao muchos años atrás.
-Todo comenzó el dieciséis de agosto en Begoña. El general Varela -dos veces laureado- asiste a una Misa en sufragio por las almas de los requetés muertos del Tercio Nuestra Señora de Begoña en la Guerra Civil. Los hombres con boinas rojas son centenares . Después de la Misa, los carlistas se reunieron en la plazoleta del Santuario coreando consignas monárquicas y cantando estribillos antifalangistas. Se oyeron gritos de ¡ Viva el rey ¡, ¡ Viva Fal Conde ¡, ¡ Abajo el Socialismo de Estado ¡ e incluso, dijeron los falangistas que ellos habían escuchado decir ¡ Abajo Franco ¡.Tres falangistas vizcaínos que paseaban con sus novias, Berastegui, Calleja y Moretón gritan ¡ Viva la Falange ¡ y ¡Arriba España ¡.Hubo un enfrentamiento verbal, más que otra cosa, entre los tres falangistas y un grupo grande de tradicionalistas. Dio la casualidad que pasaban por la zona otros cinco falangistas que acudían a Archanda para ir, después, a Irún a recibir a algunos repatriados de la División Azul y dándose cuenta de la paliza que los carlistas daban a los falangistas, acudieron en su ayuda, a causa de una granada de mano arrojada por alguien, según la versión de los tradicionalistas.
Aquí, según la modesta opinión de quien esto escribe, se resquebraja la Historia de la bomba porque en la sentencia se puede leer que se desvió providencialmente y una bomba, que es un objeto ligeramente pesado no puede desviarse providencialmente a no ser que tropiece con algo aunque, según los jueces, parece ser que tropezó providencialmente
Los falangistas acudieron a la Comisaría a denunciar los hechos y los carlistas hicieron lo mismo cargando la mano al acusar a los falangistas de ataques al ejército.
Asistía a la Misa en la Basílica el general Varela que calificó el acto como un intento de asesinato sobre su persona y puso de relieve la separación que existía entre el ejército y la Falange y dio palabra de venganza en el Hotel Carlton de Bilbao, diciendo.:"Se hará justicia . Yo me encargo de ello"
A raíz de este suceso, Varela -casado con la aristócrata vasca Casilda Ampuero de Gandarías, tradicionalista y que influyó mucho en su marido acercándolo al tradicionalismo y, por ende al antifalangismo- escribió una carta a Franco en la que se quejaba del tono falangista de sus discursos y añadió: Continuaré en mi cargo si se cumplen una serie de condiciones entre las que están la detención y el castigo de los culpables de los sucesos de Begoña y la formación de un gobierno de autoridad para rectificar los errores del pasado" y amenazaba, junto con otros generales, contrarios a la Falange, con un levantamiento militar y el establecimiento de una dictadura, si se le conmutaba la pena a Juan José Domínguez. Al mismo tiempo envió un comunicado a los capitanes generales de toda España explicándoles el asunto, sin consultar con Franco. (Hay una conversación grabada de Varela y el Generalísimo que sobrepasó los límites de las buenas maneras. Varela lo acusa de no gritar nunca ¡ Viva España ¡, a lo que Franco le contesta: "Doy siempre el ¡ Arriba España ¡ que es un grito más dinámico. ¡ Viva España ¡ es más decadente"
El dos de Septiembre -un día después del fusilamiento- Franco, que había intentado retener a Varela, acepta su dimisión y además cesa a Galarza y a Serrano Suñer.
Antonio Castejón Espinosa, un sanguinario general de brigada, en mil novecientos sesenta y cuatro confesó a Celia que él había firmado la sentencia de muerte contra su propia voluntad y esto lo dijo en el momento en que Castejón había solicitado hablar con la viuda del falangista para pedirle perdón.
La Historia -retomemos la Historia- es que fueron detenidos Juan José Domínguez, Jefe Nacional de deportes del SEU que hubiera querido pasar el día dieciséis en Cacabelos en donde se encontraba, disfrutando de sus vacaciones; Luis Lorenzo Segura -de Lugo- Secretario General de deportes; José Hernández Bravo, Jefe Nacional de Deportes del Seu; Virgilio Hernández Rivadulla, químico y Soldado Voluntario de la División Azul; Hernado Calleja García, Inspector General de Combatientes, mutilado y subjefe de FET de Valladolid; Eduardo Berasategui Urendiarain, consejero del SEU; Roberto Valero Fernández, chófer de Falange y Eumenio Moretón Serrano, también chófer.
De los ocho, solamente Juan José Domínguez y Hernando Calleja fueron condenados a muerte, aunque a Calleja se le conmutó la pena por ser caballero mutilado.
Al hacerse pública la sentencia, Narciso Perales, Gobernador Civil de León -se dice que en cierta ocasión, ejerciendo su cargo, sirvió un plato de lentejas aguadas a Franco, , mientras le decía: "Esto es lo que come la gente, Excelencia"- y tercer hombre importante de Falange tras José Antonio y Manuel Hedilla y acompañado por el arzobispo de Madrid -Alcalá Leopoldo Eijo Garay solicitaron audiencia en El Pardo.
-Franco nos recibió -contaba Perales a Celia- y nos dijo textualmente: "Domínguez se merece una condecoración, pero tengo que fusilarlo".
Perales es destituido y confinado durante más de un año en Campo de Gibraltar . Ese mismo día Celia la mujer de Juan José Domínguez, ante la inmediatez de la ejecución de su marido, viaja a Bilbao en un coche oficial facilitado por Girón de Velasco, falangista y Ministro de Trabajo. Era el día treinta y uno de Agosto.
A la mañana siguiente, muy temprano, Emilia Santos -que aparece en la foto al lado de Celia- le informó que había oído una descarga de fusilería en la zona de Larrinaga: era el pelotón de fusilamiento de la Guardia Civil que ejecutó a Juan José Domínguez.
-No hizo falta un tiro de gracia -me dice Mary Celi- porque al exhumar su cadáver vi que el cráneo estaba intacto.
Y añade:
-Cosas del destino. El mismo día del fusilamiento Hitler concede a mi padre la Orden del Águila alemana.
Hace una pausa y revive los recuerdos:
-A mi madre no le dejaron ver el cadáver y regresamos a Madrid. La Falange de Bilbao se ocupó de que no faltaran nunca cinco rosas en la tumba de mi padre ni, para mí, vestidos, juguetes y libros.
Vuelve a los recuerdos que no vivió pero que La Pirucha, su madre, le contaba una y otra vez
-Al entierro asistieron una docena de falangistas. Más mujeres que hombres. Mi padre fue enterrado en Derio, en una fosa gratuita abierta en la tierra. Algunos años después exhumamos los restos y los trasladamos a una sepultura más digna y, finalmente, en mil novecientos ochenta y dos lo llevamos a Galapagar.
Dice Alfredo Amestoy en un artículo publicado en EL MUNDO que, únicamente la víctima estuvo a la altura de las circunstancias porque, incluso, habiendo podido salvarse se negó a aceptar la fuga.
-Se consiguieron -cuenta Mary Celi- dos millones de pesetas para comprar el silencio de dos funcionarios de prisiones y se había preparado un barco que sería hundido en el Atlántico para simular un naufragio, pero , uno de sus compañeros, Hdez Bravo, temió las represalias y se volvió atrás.
El falangista murió de frente, mirando cara a cara a la muerte y catando el "Cara al sol" pero únicamente pudo decir parte de la primera estrofa: "Cara al sol con la camisa nueva que tú bordaste en rojo ayer..." porque la Guardia Civil apuntó directamente al corazón y Juan José cayó abatido por los certeros balazos.
Y decía que el pueblo -a veces la Historia- puso en solfa a don Ramón con coplas que se cantaban en Abril, en Sevilla, durante la Semana Santa -aunque en voz baja y con ritmo de saeta- con ese gracejo especial que tienen los sevillanos: "Por la calle abajo viene el Señor del Gran Poder. Antes era el Nazareno. Ahora Serrano Suñer". (También en Cádiz, las chirigotas en Carnaval -muy en familia- cantaban: "Tres cosas hay en España que acaban con la paciencia: la Falange, el subsidio y el cuñao de Su Excelencia".
Todo esto viene a cuento -que no es cuento, sino historia- porque Ramón Serrano, a la altura de sus cien años -murió a los ciento uno, precisamente un día uno de septiembre- le explicó a Celia, La Piruchina y a su hija Mary Celi que, por cierto, tenía cuatro meses de edad cuando fusilaron a su padre y al que pudo ver -no lo recuerda, naturalmente- haciéndola pasar entre dos rejas para que Juanito la abrazase lo que, según él había ocurrido en Bilbao muchos años atrás.
-Todo comenzó el dieciséis de agosto en Begoña. El general Varela -dos veces laureado- asiste a una Misa en sufragio por las almas de los requetés muertos del Tercio Nuestra Señora de Begoña en la Guerra Civil. Los hombres con boinas rojas son centenares . Después de la Misa, los carlistas se reunieron en la plazoleta del Santuario coreando consignas monárquicas y cantando estribillos antifalangistas. Se oyeron gritos de ¡ Viva el rey ¡, ¡ Viva Fal Conde ¡, ¡ Abajo el Socialismo de Estado ¡ e incluso, dijeron los falangistas que ellos habían escuchado decir ¡ Abajo Franco ¡.Tres falangistas vizcaínos que paseaban con sus novias, Berastegui, Calleja y Moretón gritan ¡ Viva la Falange ¡ y ¡Arriba España ¡.Hubo un enfrentamiento verbal, más que otra cosa, entre los tres falangistas y un grupo grande de tradicionalistas. Dio la casualidad que pasaban por la zona otros cinco falangistas que acudían a Archanda para ir, después, a Irún a recibir a algunos repatriados de la División Azul y dándose cuenta de la paliza que los carlistas daban a los falangistas, acudieron en su ayuda, a causa de una granada de mano arrojada por alguien, según la versión de los tradicionalistas.
Aquí, según la modesta opinión de quien esto escribe, se resquebraja la Historia de la bomba porque en la sentencia se puede leer que se desvió providencialmente y una bomba, que es un objeto ligeramente pesado no puede desviarse providencialmente a no ser que tropiece con algo aunque, según los jueces, parece ser que tropezó providencialmente
Los falangistas acudieron a la Comisaría a denunciar los hechos y los carlistas hicieron lo mismo cargando la mano al acusar a los falangistas de ataques al ejército.
Asistía a la Misa en la Basílica el general Varela que calificó el acto como un intento de asesinato sobre su persona y puso de relieve la separación que existía entre el ejército y la Falange y dio palabra de venganza en el Hotel Carlton de Bilbao, diciendo.:"Se hará justicia . Yo me encargo de ello"
A raíz de este suceso, Varela -casado con la aristócrata vasca Casilda Ampuero de Gandarías, tradicionalista y que influyó mucho en su marido acercándolo al tradicionalismo y, por ende al antifalangismo- escribió una carta a Franco en la que se quejaba del tono falangista de sus discursos y añadió: Continuaré en mi cargo si se cumplen una serie de condiciones entre las que están la detención y el castigo de los culpables de los sucesos de Begoña y la formación de un gobierno de autoridad para rectificar los errores del pasado" y amenazaba, junto con otros generales, contrarios a la Falange, con un levantamiento militar y el establecimiento de una dictadura, si se le conmutaba la pena a Juan José Domínguez. Al mismo tiempo envió un comunicado a los capitanes generales de toda España explicándoles el asunto, sin consultar con Franco. (Hay una conversación grabada de Varela y el Generalísimo que sobrepasó los límites de las buenas maneras. Varela lo acusa de no gritar nunca ¡ Viva España ¡, a lo que Franco le contesta: "Doy siempre el ¡ Arriba España ¡ que es un grito más dinámico. ¡ Viva España ¡ es más decadente"
El dos de Septiembre -un día después del fusilamiento- Franco, que había intentado retener a Varela, acepta su dimisión y además cesa a Galarza y a Serrano Suñer.
Antonio Castejón Espinosa, un sanguinario general de brigada, en mil novecientos sesenta y cuatro confesó a Celia que él había firmado la sentencia de muerte contra su propia voluntad y esto lo dijo en el momento en que Castejón había solicitado hablar con la viuda del falangista para pedirle perdón.
La Historia -retomemos la Historia- es que fueron detenidos Juan José Domínguez, Jefe Nacional de deportes del SEU que hubiera querido pasar el día dieciséis en Cacabelos en donde se encontraba, disfrutando de sus vacaciones; Luis Lorenzo Segura -de Lugo- Secretario General de deportes; José Hernández Bravo, Jefe Nacional de Deportes del Seu; Virgilio Hernández Rivadulla, químico y Soldado Voluntario de la División Azul; Hernado Calleja García, Inspector General de Combatientes, mutilado y subjefe de FET de Valladolid; Eduardo Berasategui Urendiarain, consejero del SEU; Roberto Valero Fernández, chófer de Falange y Eumenio Moretón Serrano, también chófer.
De los ocho, solamente Juan José Domínguez y Hernando Calleja fueron condenados a muerte, aunque a Calleja se le conmutó la pena por ser caballero mutilado.
Al hacerse pública la sentencia, Narciso Perales, Gobernador Civil de León -se dice que en cierta ocasión, ejerciendo su cargo, sirvió un plato de lentejas aguadas a Franco, , mientras le decía: "Esto es lo que come la gente, Excelencia"- y tercer hombre importante de Falange tras José Antonio y Manuel Hedilla y acompañado por el arzobispo de Madrid -Alcalá Leopoldo Eijo Garay solicitaron audiencia en El Pardo.
-Franco nos recibió -contaba Perales a Celia- y nos dijo textualmente: "Domínguez se merece una condecoración, pero tengo que fusilarlo".
Perales es destituido y confinado durante más de un año en Campo de Gibraltar . Ese mismo día Celia la mujer de Juan José Domínguez, ante la inmediatez de la ejecución de su marido, viaja a Bilbao en un coche oficial facilitado por Girón de Velasco, falangista y Ministro de Trabajo. Era el día treinta y uno de Agosto.
A la mañana siguiente, muy temprano, Emilia Santos -que aparece en la foto al lado de Celia- le informó que había oído una descarga de fusilería en la zona de Larrinaga: era el pelotón de fusilamiento de la Guardia Civil que ejecutó a Juan José Domínguez.
-No hizo falta un tiro de gracia -me dice Mary Celi- porque al exhumar su cadáver vi que el cráneo estaba intacto.
Y añade:
-Cosas del destino. El mismo día del fusilamiento Hitler concede a mi padre la Orden del Águila alemana.
Hace una pausa y revive los recuerdos:
-A mi madre no le dejaron ver el cadáver y regresamos a Madrid. La Falange de Bilbao se ocupó de que no faltaran nunca cinco rosas en la tumba de mi padre ni, para mí, vestidos, juguetes y libros.
Vuelve a los recuerdos que no vivió pero que La Pirucha, su madre, le contaba una y otra vez
-Al entierro asistieron una docena de falangistas. Más mujeres que hombres. Mi padre fue enterrado en Derio, en una fosa gratuita abierta en la tierra. Algunos años después exhumamos los restos y los trasladamos a una sepultura más digna y, finalmente, en mil novecientos ochenta y dos lo llevamos a Galapagar.
Dice Alfredo Amestoy en un artículo publicado en EL MUNDO que, únicamente la víctima estuvo a la altura de las circunstancias porque, incluso, habiendo podido salvarse se negó a aceptar la fuga.
-Se consiguieron -cuenta Mary Celi- dos millones de pesetas para comprar el silencio de dos funcionarios de prisiones y se había preparado un barco que sería hundido en el Atlántico para simular un naufragio, pero , uno de sus compañeros, Hdez Bravo, temió las represalias y se volvió atrás.
El falangista murió de frente, mirando cara a cara a la muerte y catando el "Cara al sol" pero únicamente pudo decir parte de la primera estrofa: "Cara al sol con la camisa nueva que tú bordaste en rojo ayer..." porque la Guardia Civil apuntó directamente al corazón y Juan José cayó abatido por los certeros balazos.
Buenas tardes, acabo de encontrar por casualidad esa entrada al blog, y he visto esta foto que me ha emocionado. He visto a mi padre, a mi tia y a mi tío, con otras dos personas, desconocidas para mi, que acompañaban a Celia Martínez en el cementerio de Derio (Bilbao); pero he de rectificar diciendo que la foto debió ser tomada en la exhumación del cadaver, para enterrarlo en un panteón, después de haber estado unos años en tierra; supongo que la foto dataría de 1945-46. Mi familia estuvo muy ligada en esos años a Celia, y conservaron siempre su recuerdo, triste recuerdo de aquel absurdo fusilamiento, arropando a Celia y a su hija en lo que pudieron. Vaya mi recuerdo para todos los que ya no están entre nosotros.
ResponderEliminarQuisiera hacer llegar a Mari Celi Domínguez un fuerte abrazo de la familia Santos, y si tuviera más fotos en los que aparecieran miembros de mi familia, por favor, me las hagan llegar: miguelangel.santos@ehu.es
Gracias