Como ya todos sabéis, el próximo día 23 dará una conferencia en los locales del MARCA el historiador José Regueira Ramos bajo el título "El Estrecho de
Gibraltar: punto clave en la Guerra Civil Española y en la 2ª Guerra Mundial” con un subtítulo muy sugerente para
todos nosotros: EL PAPEL DEL CACABELENSE CONSORTE JUAN DOMÍNGUEZ.
Hoy precisamente se cumplen setenta años de unos sucesos claves para la vida de Juan Domínguez. El autor de la conferencia ha tenido la amabilidad de enviarnos un pequeño adelanto del contenido de la misma y que se reproduce a continución:
SERRANO SÚÑER, JUAN DOMÍNGUEZ Y BEGOÑA
José Regueira Ramos
Hoy jueves 16, día de San Roque, se cumplen setenta
años de los sucesos de Begoña. Unos sucesos que han sido bien descritos por
Antonio Esteban y Primitivo Quiroga hace unos años en la publicación Cacabelos en el recuerdo. Sintetizaré
diciendo que el mes de agosto 1942 Juan Domínguez lo estaba pasando en
Cacabelos en compañía de su esposa, la cacabelense Celia Martínez “La Pirucha”
y de su hija Mari Celia, de cuatro meses. Tuvo que ausentarse unos días. No
volvería. Su mujer y su hija sólo lo volverían a ver una vez en la cárcel de
Lerrinaga, en Bilbao, donde iba a ser fusilado el 2 de septiembre de ese año.
Se acababa físicamente con la vida de Juan Domínguez y políticamente con la
Falange Española de José Antonio. Se daba así un aviso definitivo a los
irreductibles falangistas joseantonianos que se resistían a acatar el Decreto
de Unificación con los tradicionalistas y demás familias del Régimen, constituyendo lo que se dio en llamar el Movimiento
Nacional, con un mando único: el general Franco.
En Begoña, santuario de los requetés
vizcaínos, había tenido lugar el
enésimo enfrentamiento entre falangistas y tradicionalistas, en un acto
presidido por el ministro del ejército general Varela, el más tradicionalista y
más antifalangista de los generales españoles, que allí mismo prometió castigo
ejemplar. Para ello se culpó falsamente a Domínguez de atentado al ejército
(oficialmente “a la Seguridad del Estado”), se le formó Consejo de Guerra
militar sumarísimo y se le condenó a muerte. Las consecuencias políticas no se
hicieron esperar: el mismo día 3 de septiembre, al día siguiente del fusilamiento
de Domínguez, Franco cesaba en el Gobierno al tradicionalista general Varela y
a su propio cuñado y cerebro ideológico del Régimen, Serrano Suñer. Serrano, que era Ministro de Asuntos Exteriores, era además el
más pro-falangista y más germanófilo del Gobierno. Franco soltaba así lastre
germanófilo en su Gobierno, en un momento en que la Guerra Mundial empezaba a
inclinarse del lado de los rivales de Alemania. Y, sobre todo, daba el aviso
definitivo de la consolidación de la refundición de las distintas familias del
Régimen en el Movimiento Nacional, bajo el mando único e indiscutible del
Generalísimo.
Sería la muerte política del hasta entonces
poderosísimo Serrano Súñer. No deja de ser curioso que este final político le
viniese precisamente por la resistencia de
muchos tradicionalistas y, sobre todo, de los falangistas fieles a la
doctrina de José Antonio, a acatar el Decreto de Unificación. Un Decreto que el
propio Serrano había redactado en el Cuartel General de Salamanca en los meses
de marzo y abril de 1937. En su libro Entre
Hendaya y Gibraltar Serrano explica
que la Unificación se hizo como remedio al caos reinante en el entorno del
Cuartel General de Franco, entonces situado en Salamanca. Por allí pululaban
militares, falangistas, requetés, guardias civiles, soldados marroquíes y otros
grupos afines al Alzamiento, entre los que, naturalmente, estaban curas y otros eclesiásticos puesto que el
mando estaba emplazado en el propio Palacio Episcopal salmantino. Serrano
convenció a su cuñado de que era necesario un corpus político que diese unidad
y coherencia a aquel conglomerado heterogéneo de fuerzas y familias que eran el
soporte del Alzamiento.
Así elaboró el Decreto de Unificación aprobado en
abril de 1937, que desde un principio contó con importantes disidencias dentro
de las diferentes facciones afines al Alzamiento y especialmente entre los
falangistas leales a la doctrina de José Antonio, que consideraban que el
Decreto era el fin de la Falange que ellos defendían. Tan es así, que el propio
Serrano refiere que esos mismos días de 1937 se llegó a suscitar incluso algún
tiroteo entre falangistas que aceptaban la Unificación y los que la rechazaban.
Relata cómo en uno de estos tiroteos murieron un falangista santanderino y un
miembro de la escolta de Sancho Dávila, primo de José Antonio y jefe de la
falange sevillana. El mismo Dávila estuvo en la cárcel por esta defensa radical
de la fidelidad joseantoniana.
Juan Domínguez, falangista de primera hora y de
primera línea, fundador del SEU y co-fundador
de la Falange sevillana, desempeñó importantes misiones en los servicios de
inteligencia durante la Guerra Civil y durante la Segunda Guerra Mundial,
especialmente durante las operaciones Félix y Torch. Precisamente en el verano
de 1942 venía a Cacabelos desde Algeciras, donde estaba destinado como alférez
provisional, aunque desempeñaba importantes labores de vigilancia para el
Abwher alemán en el entorno de Gibraltar. De estas operaciones hablaremos en la
conferencia del día 23. También hablaremos de las primeras operaciones
terrestres y marítimas en Marruecos y el Estrecho en el inicio de la Guerra
Civil española. Los
protagonistas van a ser no solo Juan Domínguez sino también personajes de
distinto signo político y combatientes en bandos contrarios. No serán los
grandes protagonistas que pueden verse en los manuales de Historia sino
personajes secundarios que en algún momento desempeñaron misiones notables o
protagonizaron hechos importantes que pudieron cambiar (y en algunos casos lo
hicieron) el curso de acontecimientos históricos.
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