A la una en punto de la madrugada sonaron los clarines y con media entrada en la plaza hizo su aparición por la puerta de toriles del Ayuntamiento el único astado de la noche. Un toro negro zaíno de la ganadería de la Pirotécnica Rocha, astifino, noble(que no manso) y con calidad en la embestida. Roberto Carlos, haciendo labores de monosabio, mantuvo firme al cornúpeta durante todo el festejo. Más de una vez tuvo que reconducirlo al albero dada su tendencia a abandonar la zona de castigo. Fueron varios los espontáneos que osaron enfrentarse a las embestidas que lanzaba en su carrera y que afortunadamente no causaron graves daños.
Poco a poco el toro fue perdiendo fuerza hasta que, consumida toda la pólvora, fue indultado por el presidente de la plaza y retirado a las dependencias municipales donde se repondrá para estar listo una nueva Pascua.
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