martes, 9 de agosto de 2022

“Necesitaba contar lo bien que se habían portado conmigo en Cacabelos”

 

Juan Alonso Saulnier delante del Santuario de las Angustias

“Necesitaba contar lo bien que se habían portado en Cacabelos conmigo”. Esta es la frase que repite varias veces a lo largo de la tarde Juan mientras hablamos sentados en uno de los bancos de granito situados en el interior del albergue cacabelense de las Angustias.

Juan –Juan Alonso Saulnier- es un veterano peregrino. Y es veterano por partida doble: porque son ya varias las veces que ha peregrinado hasta la ciudad compostelana siguiendo distintos itinerarios y es también veterano de la vida, 84 años muy vividos lo avalan.

Su hablar pausado y el ligero acento canario me obligan a preguntar de cuál de las  Islas Afortunadas procede:

No soy canario –responde-, he vivido en Canarias hasta hace tres años. Nací en Valladolid en plena Guerra Civil, en el año 1938, me llevaron enseguida a Madrid. Trabajé en Alemania. He colaborado con una ONG en Cuba 8 años llevando ayuda humanitaria, allí me casé por tercera vez. En Canarias tengo a mis hijos y nietos. Ahora vivo en Benicássim (Castellón).

Con Giulia, hospitalera de Cacabelos

Me advierte que tiene raíces leonesas:

-Cuando era niño pasé algunos veranos en La Mata de Valdepiélago en casa de mi abuelo. Una sola vez estuve en invierno y quedé impresionado: llegamos a León, cogimos el tren de vía estrecha para llegar al pueblo, ya caían unos copos, por la mañana al levantarme llegaba la nieve hasta la mitad de la ventana. Yo no conocía la nieve.

Resulta que Juan es primo del escritor Julio–Julito, le llama durante la charla- Llamazares que tiene sus raíces en las orillas del Curueño.

Durante la charla demuestra el dominio que tiene de los distintos caminos que conducen a Santiago de Compostela. Cita localidades visitadas y situaciones vividas a lo largo de los años y de los itinerarios seguidos.

-Hice por primera vez el Camino en 2003 con la cubana desde Roncesvalles. Pero esa vez no me quedé en Cacabelos. Y ya cada año hacía uno distinto. Hace seis años repetí el Camino Francés y me albergué aquí.  Me puse enfermo y me llevaron las hospitaleras al Centro Médico de aquí. Allí me entubaron y me llevaron a un hospital de Ponferrada. Regresé al albergue, no tenía otro sitio. Y aquí me acogieron durante seis días, hasta que me repuse y pude continuar. Incluso vino el alcalde a verme. Me trataron muy bien, por eso quería volver a Cacabelos para dar las gracias por lo bien que se habían portado conmigo. Las señoritas que estaban aquí se portaron de cine.

Jesús añade:

-El año pasado ya pensaba pasar por Cacabelos, pero en León, por culpa de una hernia tuve que abandonar.

Esta vez repite el Camino Francés desde Burgos. Ha elegido los días más calurosos del año, pero no le importa:

-No tengo prisa. Camino por las mañanas hasta que me siento cansado y ya paro. No voy agobiado.  

Me intereso por los motivos que le han llevado y le siguen llevando a peregrinar hasta la Ciudad del Apóstol.

-Por una promesa. Mi padre se puso enfermo, ya tenía 85 años. Si sanaba prometí que haría el Camino hasta que yo cumpliese los 80 años. Mi padre vivió hasta los 98 con buena calidad de vida.

No soy practicante, pero algo hay. He seguido peregrinando porque he hecho otras peticiones y se han cumplido. En una de las últimas, al pedir la compostelana, la puse a nombre de la niña por la que iba ese año. (La Compostela, erróneamente también llamada Compostelana, es el documento que certifica que se ha realizado el Camino de Santiago).

Sigo caminando hasta los 85 por otra petición.

En la Bodega del Niño, una parada que debería ser casi obligada

 ¿Partirás mañana?

-Tengo unos problemas en la rodilla, pero salgo mañana poquito a poco.

Antes iré hasta la Plaza para desayunar unos churros de Cacabelos, como otras veces, no me los pierdo.

¡Buen Camino, peregrino, y hasta la próxima vez!

Juan en el interior del albergue de peregrinos de Cacabelos

 

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