CORPUS
CHRISTI
Por Antonio Esteban
Corpus.
El
Corpus. Así lo llamábamos. Fiesta grande para la
feligresía, siempre, en jueves.
Jueves de Corpus. Nos lo recordaban con un refrán
que nunca olvidé: “Cuatro jueves en el año
que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el jueves de la
Ascensión”. Hoy hemos perdido -o nos han quitado- dos de aquellos jueves de Mayo/Junio, Corpus y la Ascensión.
En uno de aquellos
jueves -Corpus.1949- este
escribidor de historias hizo su primera comunión vestido de blanco: chaquetilla
corta, corbatín en forma de pajarita, crucifijo dorado, guantes y pantalón
largo. Era un traje confeccionado por Silvino Yebra, sastre.
Observen detenidamente mi
rostro. Serio. Había hecho una mala confesión que me abrumaba el alma. No
confesé aquello que había dicho a mi hermano: “Me cago en la leche que mamaste”. Pecado mortal grave. Gravísimo
para un niño de ocho años escasos. Me lo perdonó la Santa Madre Iglesia seis o
siete años después, por mediación del padre espiritual José María Feraud
García, en el seminario.
Aquel día de Corpus no fui feliz. No me hicieron
feliz las fresas con vino y azúcar de don Jacobo Hoeltz, el ingeniero alemán ni
el billete de cien pesetas de su santa esposa doña Juana. Billete que
desapareció en la carterita de mi madre y que no volví a ver.
Aquel día hubo procesión y
Ángel Castillo, hijo de don Sergio Castillo llevó el pendón y nosotros las
borlas.
Tenía que ser foto
nostálgica de un jueves de Corpus. No lo es, aunque era mi primera comunión.
Pues es que yo no reconozco ahí a mi padre... ya se que la calidad de la foto es la que es pero Tere, mi mujer, dice que ella no lo reconoce... la nariz, la frente... no se. Además, parece muy mayor para los 17 años que tenía en 1949...
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