domingo, 9 de febrero de 2020

LUGARES EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES 8. Campo del Agua


Un Campo del Agua nevado en 1985. Fotografía de Isidro Canóniga

 
LUGARES EMBLEMÁTICOS DE NUESTRO PUEBLO Y ALREDEDORES

8. Campo del Agua

Por Pepe Couceiro

Desde que a una edad temprana contemplé la memorable película Horizontes Perdidos (Frank Capra, 1937), me imaginaba adentrándome en algún inhóspito e inaccesible lugar de la cordillera del Himalaya en busca de la mítica ciudad de Shangri-La. Con esa experiencia cinematográfica, uno de mis muchos anhelos en ese periodo de mi vida era llegar a pasearme algún día por las calles de esa mágica urbe en la que reinaba la felicidad de forma permanente por el estado de paz interior de la gente que la habitaba. Como aquel territorio montañoso se encontraba a miles de kilómetros me conformaba con encontrar un mágico portal dimensional en las estribaciones de la Sierra de los Ancares que me pudiera trasladar, en cualquier momento de nuestras incesantes exploraciones montañeras, a tal ansiado lugar. Cuando ya siendo adolescente llegué por primera vez a una pequeña aldea de los Ancares leoneses conocida como Campo del Agua (término de Villafranca del Bierzo), rememoré aquellos sueños y supe al instante que si había algún lugar donde podría toparme con aquella fascinante Shangri-La, solo podría ser en este bello enclave.

En aquel paisaje nevado de 1985 todavía se podía observar resquicios de vida invernal a tenor de la ausencia de nieve sobre la techumbre de una de sus pallozas, concretamente la que se halla entre dos árboles a la izquierda de la fotografía, resultado del calor generado en su interior por el fuego o por los animales que compartían el mismo espacio que sus dueños.

En los cálidos días del verano podíamos deleitarnos contemplando la armonía del conjunto, con las pallozas luciendo en toda su magnificencia sobre uno de los pocos puntos habitados a esa altitud en la Sierra de Los Ancares.


Campo del Agua en verano de 1985

En los inviernos, si la nieve no llegaba a la aldea, siempre podrías disfrutarla visualizándola en los alrededores, en los que algunos de sus picos alcanzan los 2.000 metros de altitud.
Camino por encima de Campo del Agua que conduce a Porcarizas en una toma invernal de 2019

Siguiendo el camino que sube por encima de Campo del Agua existe una senda, apenas perceptible, que nos lleva a la Fuente de los Cardos, ya cercana al valle de Porcarizas. Se trata de un trayecto apenas transitado en el que podemos encontrarnos con ciervos, jabalíes y osos, entre otros animales salvajes. En agosto de 2019 emprendimos ese recorrido y, a pesar de una caminata de más de tres horas, la aventura mereció la pena porque nos topamos con un ciervo que logramos fotografiar y presenciamos, en uno de los charcos de los recodos del camino, la huella de un oso (ver fotografías). Tanto esta como otras espectaculares rutas podéis encontrarlas si instaláis en vuestros dispositivos móviles la aplicación Wikiloc

Una de las imponentes rocas caballeras, características de Campo del Agua y su entorno, con las que nos encontraremos en la ruta hacia la fuente de Los Cardos

 
El ciervo, dentro del círculo, instantes después de nuestro inesperado encuentro con él y de su despavorida huida hacia el valle

Una huella de oso, señalada en el círculo, en las proximidades de Campo del Agua, siguiendo la senda que conduce a la fuente de Los Cardos
La fuente de Los Cardos, casi al final de nuestro objetivo de retomar la pista ancha, 
a medio camino entre Campo del Agua y Porcarizas

En la actualidad también podemos recrearnos con la observación de caballos en plena libertad durante todo el año como parte integrante de la fauna de Campo del Agua.

La belleza de los caballos en libertad ayuda a mantener el atractivo de este singular enclave hoy día

A mediados del siglo pasado la aldea inició un rápido crecimiento, creándose los dos barrios a pocos metros por debajo de Campo del Agua: Las Valiñas y El Regueiral.


El barrio de Las Valiñas entre los claroscuros que las sombras de las nubes proyectan sobre el suelo en diciembre de 2019

  Palloza y hórreo conservando todavía su pureza en el barrio 
de El Regueiral, allá por el año 1985

A una altitud de unos 1.300 metros, los pastos de Campo del Agua siguen alimentando el ganado que los vecinos del poblado del valle Aira da Pedra, trasladan nada más finalizar el invierno.
 

                          Las vacas pastando a sus anchas en pleno verano en el barrio de Las Valiñas

Las fotografías que tuve la fortuna de capturar en 1985 y 1987 muestran cómo lucían aquellas ingeniosas y eficientes construcciones que compatibilizaban la vida de sus gentes con los animales en su interior.

                                 Detalle de algunas de las pallozas en 1987


Desgraciadamente, un incendio acaecido en 1989 redujo a cenizas la techumbre de buena parte de las pallozas con lo que se cerraba un largo ciclo de esplendor a partir del cual nada volvería a ser lo mismo. La armonía y la magia presente durante décadas desapareció en minutos dando paso a una actividad de compra venta incompatible con los sentimientos con los que las primeras gentes impregnaron un territorio tan respetado.

                 Las pallozas a la entrada de Campo del Agua todavía conservando 
                                                  su techo de paja de centeno en 1998

     La fuente y las mismas pallozas de la fotografía anterior, pero una década después (2008). 
              El  deterioro de sus techos se hace evidente al no ser reemplazados regularmente

Las dos pallozas anteriores en la actualidad. En la de la izquierda solo quedan sus cimientos y en la de la derecha únicamente se alza su estructura de madera, la que hemos utilizado de primer plano en la fotografía nocturna

 La escasa contaminación lumínica del emplazamiento anima
 a realizar fotografías diferentes

A pesar de lo ocurrido, este maravilloso espacio sigue manteniendo su inefable atractivo. Si deseamos comprender la razón por la que nos sigue fascinando deberíamos indagar en la perfecta armonía entre sus construcciones originarias y el majestuoso entorno que parece rozar el cielo en algunos de sus puntos. En su evolución participaron personas comprometidas que durante décadas representaron dignamente un complicado papel de supervivencia diaria en este sublime escenario conocido como Campo del Agua.

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