ANTONIO
Y CONCE
Por Antonio Esteban
Hace mucho tiempo que mi álbum guarda la foto que publicamos
esta semana y que siempre llamó, poderosamente, mi atención porque el retratista -me gusta la palabra retratista que es persona que, con arte, sabe hacer retratos- supo recoger la personalidad de un
matrimonio: la fuerza que emana de la mirada del hombre y la dulzura de los
ojos de la mujer.
El trabajaba el hierro,
oficio duro, noble y antiguo y olvidado hoy. Dominaba el yunque y el fuelle y
el fuego y fabricaba arados que rompían la tierra o herraduras para calzar la
pezuña del caballo.
Él se llamaba Antonio y
ella Conce y fueron padres de Tita y de Toñito que heredó de su progenitor el
apelativo de el “Herrero” y que
llevaba orgulloso. Tita vive. Toñito goza ya de la paz de Dios.
Para ellos -para Antonio, padre, sobre todo- este pequeño poema:
Canta
su canción el yunque / -canción de agua y de hierro, / canción de fuelle y
martillo- / en la fragua del herrero. / Canta su canción el yunque.
Chisporrotea
el fuego / y el martillo que golpea / rompe en la fragua el silencio. / Es el
canto de una fragua. / Es el cantar sempiterno / cuando se forja un arado /
como hicieron los abuelos. / Es la canción que Antonio / en su fragua, hace
tiempo / cantaba -oficio noble- /cuando
trabajaba el hierro.//
Un pequeño homenaje a un
hombre y a un oficio, desgraciadamente, olvidado.
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