El título de esta entrada para hablar de Ricardo “Relojero” se
lo he robado a Yesenia Pérez, alumna muy querida y hoy flamante y entusiasta
psicóloga con consulta abierta en Bembibre.
Apenas unas horas
atrás Yesenia animaba a sus seguidores en las redes: “Si quieres una vida
mejor, entrena tu fuerza de voluntad”. Máxima que conoce sobradamente por su
formación profesional y por su propia experiencia. La misma que siempre ha
estado presente en la vida de Ricardo.
Ricardo, como tantos deportistas, han tenido que entrenar su
fuerza de voluntad, además de los propios entrenamientos inherentes a su
especialidad deportiva. Sin fuerza de voluntad pocas metas se alcanzan.
La mala suerte llegó en el otoño de 2012 con una enfermedad
que quiso ficharlo para jugar en los campos de fútbol que San Pedro tiene en el
cielo. Su fortaleza física y moral lograron aplazar ese último viaje, pero las
secuelas fueron muy importantes. Tan importantes que parecía condenado a dejar
de practicar deporte y a conformarse con pequeños paseos para el resto de su
vida.
Los médicos y la endiablada enfermedad no sabían quién era
Ricardo. Con dolores intensísimos a cada paso que daba, comenzó el proceso de
recuperación que ha sido largo y tortuoso. Meses y meses entrenando la voluntad para volver a recuperar movilidad y forma
física.
Y ayer, a modo de final feliz de la película, culminaba
andando en Santiago de Compostela el Camino. Rápido como una centella recorría
el último tramo y se presentaba ante la fachada del Obradoiro acompañado de su
fiel amigo y compañero peregrino José Ramón Pérez Yáñez. Ambos abrazaban al
Apóstol felices sabiendo lo que significaba llegar a esta meta. Para Ricardo la confirmación que el esfuerzo
y el sacrificio de estos años ha dado sus frutos. Ha vuelto a ser el Ricardo
que todos conocemos. Y para José Ramón el orgullo de haber estado al lado de su
amigo en las anteriores y
en la última y añorada etapa final.
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