Obras de encauzamieto y construcción del paseo |
EL CÚA, AYER
Por Antonio Esteban González
Nace el Cúa en las altas breñas
de Fornela o Forniella, entre nubes y nieves
-leo en la web vegadeespinareda.com-
a la sombra de los capudres, árbol también llamado serbal de los
cazadores y azarollo, perteneciente a la familia de las rosáceas y nace a la
sombra de abedules, madroños, acebos y carqueixas que, según el padre Sarmiento
es planta medicinal eficaz contra los catarros y bronquitis.
Y nace en la Fuente del Romero,
cerca del pueblo de Guímara y del puerto de Cienfuegos, entre León y Asturias,
en una campa cenagosa donde crece el algodón de los pantanos, un junco delicado
y en peligro de extinción.
Desde su nacimiento serpentea
entre riscos y vaguadas formando el valle de Forniella , Fornela en dialecto berciano, un dialecto
que estudió Dámaso Alonso.
El caudal del Cúa aumenta con el
agua de arroyos como el Couso, el Fervienza, el Vagal Verde, el Fresnedo o el
Río del Faro.
Aguas abajo de Espanillo y antes
de llegar a Quilós se une con el Ancares y tras sesenta y un kilómetros
desemboca en el Sil entre Toral y Requejo.
En el Cúa podemos encontrar la
trucha arco iris, uno de los pocos hábitats de este ejemplar y, además, la boga
del Duero, el gobio, pez que carece de vejiga, la rana patilarga, el cangrejo,
el martín pescador, la garza real, el cormorán grande, el mirlo de agua o la
nutria, animal que este escribidor vio en alguna ocasión cercana a los sauces
que bordean sus orillas.
El Cúa también es un río que bajó
oscuro, casi negro, durante muchos años. Arrastraba carbón que era recogido en
sus orillas por gentes de la villa que se ayudaban de la recogida de carbón
para vivir. Entonces era un río triste. Ahora es un río diferente. Un río que
sigue acunándose bajo los arcos de nuestra puente.
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