IX LA EXTRAORDINARIA VIDA DE HORACIO GUERRA
Por Antonio Esteban González
-Nunca había pensado ser
directivo de un Club de Fútbol -dice
Horacio- pero un día llamó a mi despacho
Ibrahím Velasco el presidente del MARGARITA C.F. que vivía al otro lado de la
Isla y me dijo, sin más ni más, que me
había nombrado directivo del Club. Y fue muy claro: necesitaba de mi
colaboración en los informativos de la Emisora de Televisión que yo dirigía. Y
acepté. ¿Por qué no iba a aceptar…?. Ya sabes que yo siempre he estado abierto
a todo tipo de colaboraciones. Después, salían bien o salían mal, pero colaboraba. No cobraba nada -ríe- y todos los meses me invitaba a comer
opíparamente.
Hace una pausa y contempla la
lluvia al otro lado de los amplios ventanales del Hotel en donde charlamos y
retoma, de nuevo, los recuerdos.
"La Hora de Horacio" programa de Horacio Guerra en Telecaribe |
-Por aquellos días tenía yo, en
plantilla, a un amigo de Cacabelos que presentaba la sección deportiva. Hacía
un programa semanal, en el que informaba de los resultados de la Liga en España
y le encargué que hablase sobre el MARGARITA C.F.
Horacio juguetea con el vaso de
vino
-Este amigo había llegado a
Margarita recomendado por mi cuñado José Antonio Morete, que en paz descanse,
quien, cada domingo, le enviaba por fax los resultados de los partidos de la
Liga Española de Primera División que, a decir verdad, poco o nada interesaban
allí y si el fax no funcionaba o funcionaba mal
-ya sabes cómo son estas cosas-
el redactor se inventaba los resultados y así ocurrió en cierta ocasión
en que el Barça jugaba contra el Osasuna. No sabía el resultado y dio como
ganador al Barça por un contundente cinco a cero con goles de Hristo Stoichkov.
Vuelve a llevarse el vaso de vino
a los labios. Afuera sigue lloviendo dulcemente.
-En TELECARIBE, mi emisora, conocí también a Rafael Esquivel Melo que,
por aquel entonces, era presidente de la Federación Venezolana de Fútbol y que hace muy pocos días fue detenido por
corrupción. No me extraña porque
Esquivel que dirigía la Federación desde siempre, había hecho una fortuna
con las subvenciones de la FIFA. Dicen que, en cierta ocasión le mandaron
ciento cincuenta millones de dólares para crear un Centro de Alto Rendimiento
Deportivo, a cuyas instalaciones acudirían equipos europeos y sudamericanos
para realizar la pretemporada. Esquivel levantó un complejo hotelero con
piscinas y restaurantes para la selecta clientela que llegaría de todo el
mundo. Al fútbol, lo que es al fútbol, dedicó una mínima parte. Él se
desplazaba, sí, al Continente y visitaba pequeñas ciudades en las que observaba
a jugadores jóvenes a los que llevaba a su complejo hotelero y cuando juntaba
un grupo de quince o veinte, avisaba a los ojeadores europeos y los invitaba
para que conociesen a sus pupilos y los fichasen llevándose, naturalmente una
comisión, pero, que yo sepa, en el fútbol europeo no juega ninguno de aquellos
adolescentes porque ni Amorebieta, Miku o Rondón fueron descubiertos por
Esquivel.
A Horacio siempre le ha gustado disfrutar la vida. |
Se pasa una mano por la barbilla,
perfectamente rasurada y, luego, por la frente. Horacio parece cansado pero
sigue hilvanando recuerdos.
-En Isla Margarita hice
amistad con un importante
hombre de negocios cuyo nombre no puedo darte. Este caballero tenía
negocios en América Central, en el Caribe y en América del Sur, tanto es así
que cedió uno de sus locales para que se celebrase en Costa Rica la elección de
Miss Mundo. Había comprado en Margarita
un terreno -más de doscientos mil metros
cuadrados- que rodeó con un muro para
delimitar el perímetro y en el centro edificó un chalé con piscina. El resto
era pradería. Contrató a un capataz para que atendiera la finca y como,
habitualmente él no estaba allí era yo quien se ocupaba de pagarle. Todos los
meses abonaba a don Jovino -así se
llamaba el capataz- cincuenta euros o
sea, lo equivalente a cincuenta euros, en bolívares que es una cantidad
importante en Venezuela.
CONTINUARÁ
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