El Parque en los años ochenta |
Aquel mes de diciembre de 1983 Cacabelos anunciaba
las Navidades con la iluminación de uno de los pinos más altos del Parque. Anteriormente
apenas se adornaban las calles y plazas
por obra del Ayuntamiento. Eran los comerciantes y algunos vecinos los
que daban colorido a sus establecimientos y balcones. Nada comparable con la
actualidad.
Cómo olvidar
los escaparates repletos de juguetes de Rafael, Lupe, Mero o Garnelo,
cuyas lunas quedaban marcadas por las babas y las huellas de los niños
ensimismados ante el espectáculo. O las engalanadas culebras (¿anguilas?) de
mazapán enroscadas en sí mismas dentro de sus cajas redondas de la confitería
La Golondrina en los soportales de la Plaza Mayor.
Antes de iniciarse las fiestas Cacabelos había
vivido dos importantes acontecimientos: la inauguración del Museo Local de la
Villa y la Semana Cultural.
El Museo se instaló en el sótano del Ayuntamiento en
una sala rehabilitada para tal efecto. Volvía así a sus orígenes, cuando años
atrás los promotores, Eumenio García y otros miembros de la Peña del Pedrusco,
utilizaron la antigua cárcel del anterior edificio consistorial. Era entonces el
alcalde Santos Uría Cascallana, quien recordó durante la ceremonia de inauguración
los primeros pasos de la colección y manifestó el orgullo que sentía al poder
ofrecer esa obra fruto del esfuerzo del vecindario y a una aportación del
Ministerio de Cultura.
En los días cercanos a la Nochebuena se celebró una
de las excepcionales semanas culturales que programaba el Ayuntamiento. En la
de 1983, entre otras destacadas personalidades del mundo de la cultura,
brillaba la figura del pintor cacabelense Pepe Carralero.
Desgraciadamente no todo fueron buenas noticias. La
inesperada muerte de la niña Mª Ángeles Álvarez Pombo llenaba de dolor el
corazón de sus padres a los que una multitud de cacabelenses consternados acompañó
en los funerales.
La poetisa cacabelense Manuela López ponía su
especial acento en fechas tan entrañables y aportaba su fe y sensibilidad en una poesía creada
para ser disfrutada en Navidad:
El
Niño tiembla de frío
como
una hoja temprana
donde
se acuesta la luna.
Le
da calor una vaca
con
el vaho de su aliento,
también
la mulilla parda.
Caracolitas
sus manos,
luz
y sueño la mirada,
¡cuánta
azucena perdida
en
la camita de pajas!...
Su
risa, que da al camino,
la
recoge la mañana
y
la entrega a los pastores
en
la majada.
(...)
Cada Reyes recibía, a parte de los juguetes, una culebra de mazapán de la confitería de Mercedes. Cómo me gustaba mirar los escaparates de Lita, Mero, Rafael..Me acuerdo de esa nevada porque guardo una foto similar.
ResponderEliminarRecuerdo de pequeña pasar por los escaparates de Lita,Rafael,Mourelo y ver todos esos juguetes y el día de Reyes ver los escaparates vacíos.Qué pena q llegaran esos grandes hipermercafos....También recuerdo el Belén viviente de Prada ,eso sí q era un Belén
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