Zona de las Angustias |
Como viene siendo habitual, un año más esta feria del
primero de mayo en Cacabelos sigue
siendo una apuesta segura. A pesar de la amenaza continua de lluvia,
cacabelenses, vendedores y visitantes, sin dejarse acobardar, invadieron las
calles de nuestro pueblo. Durante las horas centrales del día la multitud
colapsaba de tal manera la zona ferial que para desplazarse era necesario
armarse de paciencia.
Unos en busca del objeto deseado, otros ansiosos por
degustar alguna de las muchas viandas ofertadas y otros por el mero hecho de
observar recorrían lentamente puestos y establecimientos. Nadie quedaría
contrariado en esta agotadora jornada.
Desde un humilde par de calcetines hasta una sofisticada máquina
agrícola, todo se podía encontrar hoy
en nuestra villa. Todo era posible en Cacabelos.
Capítulo aparte se merece el buque insignia de todas nuestras ferias, el pulpo. Pulpeiras de Cacabelos y otras llegadas de nuestra vecina Galicia se apresuraban para poder atender aun público hambriento del popular cefalópodo. Tampoco es fácil olvidar la gran oferta de frutos secos(las típicas avellanas), garrapiñadas, quesos, panes artesanos, bicas de Trives, churros, empanadas, etc. que a pocos dejaron indiferentes.
Mi tocayo Carlos cortando los rabos |
Emiliana controlando el punto de coción |
Emiliana, a la izquierda, es nuestra pulpeira más veterana. Su fama se extiende por todo el Bierzo.
Carlos, a la derecha, continúa la práctica familiar y ya domina como nadie los secretos del pulpo.
Ofertas hubo a cinco euros el par; a ocho euros la unidad el mismo paraguas cuando comenzaba a llover; y nuevamente a cinco euros al
finalizar la tarde. Cosas del mercado: la ley de la oferta y la demanda.
El público asaltando los puestos con venta de paraguas. Comenzaba a llover |
Después de un ligero respiro para comer las calles volvieron
a cobrar vida con el bullicio de paseantes y vendedores. Si bien es cierto que
ya al anochecer la presencia de público comenzaba a descender, aún se mantenían
abiertas muchas de las paradas.
Muchos cacabelenses exiliados aprovecharon este puente de mayo para obsequiarse con unos días por el pueblín. Y aun más provecho sacaron los madrileños que pudieron apurar las vacaciones hasta el día dos.
En la fotografía de abajo tenemos un claro ejemplo de estos últimos. Faltan horas para marchar y pasean alegres por la feria. Todavía les esperaban el pulpo, los pasteles, el café, el chupito de aguardiente y una partidita de julepe.
Exiliados cacabelenses en Madrid.: Santiago y Pepe Pestaña con parte de la familia |
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