domingo, 30 de enero de 2011

Los magnolios de la Plaza ( I )

Actualmente trece(cruzo los dedos)fornidos magnolios la rodean, aunque originariamente debieron ser catorce. (Por si nos leyera el Sr. Alcalde: “plante el magnolio que falta para deshacer el malaje del número trece, por favor”). Generaciones de cacabelenses han sido testigos de su paulatino desarrollo y han gozado de sus sombras en los calurosos días estivales. También, y todo hay que decirlo, algunas generaciones de chavales hicimos mal uso de ellos para jugar al llamado “tule de los chimpancés”(ciertamente, algo de primates había en los participantes del juego).

Frente a la zapatería La Carretona hay un espacio vacío que es donde debería estar el décimocuarto. Este debió morir al poco tiempo de su plantación y no hubo repuesto de la misma especie. En su lugar se plantó una mimosa que todos los finales de invierno impregnaba con su aroma todo el jardín. Las grandes proporciones tomadas por esta con el paso de los años obligaron a su tala en los primeros años setenta del pasado siglo. Sus raíces ocasionaban ya graves problemas en la infraestructura de las aceras y su notable inclinación anunciaba un posible próximo desplome.

Detrás de estos trece magnolios existe una historia de amor. Una historia de amor que comienza en unas ferias de San Marcos de Cacabelos, igual que la novela de Enrique Gil y Carrasco “El Señor de Bembibre”. ¿Recordáis...?

“En una tarde de mayo de uno de los primeros años del siglo XIV, volvían de la feria de San Marcos de Cacabelos tres, al parecer criados de alguno de los grandes señores que entonces se repartían el dominio del Bierzo”.

En los próximos días continuaré narrando la historia de los magnolios. Es tarde y el sueño me va venciendo.

3 comentarios :

  1. SI ALGUIEN REGALARA EL MAGNOLIO, LA COSA CAMBIARIA, POR QUE LOS DEL AYUNTAMIENTO NO ESTAN PARA GASTOS EXCESIVOS, ESTAN MAS PREOCUPADOS EN OTROS ASUNTOS, OLVIDANDOSE DE QUIENES SON Y POR QUE ESTAN AHI....
    SALUDOS DESDE EL FOYO...

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  2. !Que recuerdos! Jugábamos con las hojas y con las piñas y recuerdo también el aroma de sus flores,que por cierto ya no huelen tanto, no sé si será por falta de riego o por falta de una buena poda

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  3. Y bajo los magnolios, cuando el empleado municipal estaba regando con la manguera, le cantábamos "la manga riega, que aquí no llega", para salir luego corriendo. jajajaja! qué mojaduras, qué recuerdos! :)

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