viernes, 19 de diciembre de 2025

Historia de la gente. Carretones en Argentina (2)

             

Juan al lado de su hermana Guadalupe


Juan en Argentina

 Su hermano Ángel le ofrece venirse a la Argentina con empleo en sus negocios gastronómicos (rubros de restaurantes, cafeterías).

Corría el año 1953 y en Argentina había aires prósperos -era el segundo mandato de Perón- con una economía intervencionista, el estado como regulador de distribución de la riqueza del país. La creación de industrias tanto en Buenos Aires como en el interior del país le permitía crecer en forma rápida y continua. Este gobierno estaba apoyado por los sindicatos que tuvieron sus inicios con aquellos inmigrantes europeos que llegaron a principios de siglo. Argentina había pasado de ser un país agroexportador a exportar productos industrializados.

Juan volvió a su pueblo para despedirse de sus padres, hermano Pepe (Ferreiro), de su familia (especialmente de su sobrino Pepín con el que encontraría 50 años después) y especialmente de su hermana Rosa, su cómplice de niñez y adolescencia.

Hay una historia muy hermosa que culmina 50 años después con su hermana y su mejor amigo…

Su hermana Rosa le pide que la lleve con él a la Argentina. Mi padre le promete que le mandará el pasaje cuando se establezca en Argentina.

Se despide de sus amigos y le pide especialmente a su mejor amigo, Juan Carlos, que cuide a sus padres y hermana mientras él no este.

Corría el año 1953 cuando Juanito, un Carretón, partió a una nueva aventura….

En el año 1953 Juan viaja a la Argentina. Sus hermanos le pagan el pasaje en avión. Esto da cuenta del nivel económico de sus hermanos.

Lo reciben sus hermanos con sus familias. Ángel, casado y 2 hijos, Teresa con su marido, Guadalupe con su marido y su hijo. Manuela ya no estaba, había muerto 2 años antes. Guadalupe moriría al poco tiempo de la llegada de Juan.

A Juan le deslumbró lo bien que vivían, cada uno ya tenía su vivienda en barrios acomodados de la zona norte de Bs As.

Ángel lo incorporó a uno de sus negocios gastronómico y lo alojó en su casa con su familia.

Para Juan, Ángel eran prácticamente un desconocido ya que lo había visto por última vez cuando tenía dos años. Esta diferencia de edad, de crianza, de historias, comenzaron a marcar ciertas rispideces que culminaron separando nuevamente a los hermanos.

Habría pasado un año desde que llegó, cuando se fue a buscar trabajo dentro del rubro (ramo de hostelería) y a buscar vivienda para alquilar.

Alquiló en un conventillo (pensiones comunitarias) de un barrio popular de la capital de Bs As. Allí se alojaban paisanos suyos recién llegados en barcos e inmigrantes internos de las provincias del interior del país.


Juan forma una familia


Allí conoció a mi madre. Inmigrante interna de la provincia de Santa Fe escapando de un padre abusivo y de grandes carencias económicas. Solían a ir a bailar en la zona donde se escuchaba y bailaba tango, jazz, pasodobles… Era un encuentro de inmigrantes europeos (españoles, italianos, polacos, húngaros) y los argentinos. Los sábados luego de agotadoras jornadas de mucho trabajo se armaban fiestas urbanas para olvidar nostalgias de la tierra dejada atrás. Mi madre era muy buena bailarina, creo que eso fue una de las tantas virtudes que conquistó a mi padre.

Mis padres Guadalupe y Juan

En Argentina se vivían ahora tiempos convulsionados política y económicamente. Los militares habían derrocado un gobierno popular, el Peronismo. A nivel internacional los países europeos se estaban recomponiendo de la II Guerra Mundial. El que fue el granero del mundo en las décadas de los 30, 40, y 50, ya estaba en decadencia.

Mientras tanto en España se seguía viviendo bajo la dictadura de Franco marcada por la autarquía, la represión y la crisis económica. 

Rosa, la hermana menor de Juan, le pedía por cartas que le mandara el pasaje para su viaje. Juan estaba en una situación difícil, alejado de su hermano, viviendo precariamente en un conventillo, con salarios obreros muy bajos y con la situación del país hecha un caos. No estaba todavía en condiciones para poder traer a su hermana.

 De pronto, se corta la comunicación con ella. No respondía las cartas, su amigo tampoco. Pensó que se habían enojado con él. Pero ese no era el motivo.

Última foto que recibe Juan de Rosa. La acompañan sus sobrinos Jovita, Rosario y Pepín

Unos años después viajó Teresa a Cacabelos. La noticia que le trajo era que su hermana se había ido del pueblo con su mejor amigo, con Juan Carlos.

Nadie le quería decir donde estaba su hermana o no sabían. Había deshonrado a la familia, según Teresa. A Juan no le interesaba eso, solo quería retomar el contacto con su hermana. Recién lo lograría 50 años después.

 En el año 1959 llegó al mundo otra Carretona, la única hija de Juan y Guadalupe, yo, Alicia (en honor a Elicia abuela paterna) María Luisa (en honor a mi abuela materna).

Mis padres vivían en el conventillo cuando nací. Al año alquilaron una casa alejada del centro. Tardaban 2 horas para ir y 2 horas para volver de sus respectivos trabajos.

Cuando cumplí 3 años mis padres pudieron comprar un terreno y comenzar a construir su casa. Uno de los aromas de mi infancia es del cemento fresco en la construcción.

Mis padres eligieron una zona con árboles y un río cerca del que mi padre decía que le recordaba el río de su pueblo. Allí me enseñó a nadar y allí pasábamos largas tardes en la orilla. Construíamos


molinos de ramas pequeñas, y me decía que así eran en su pueblo los molinos de al lado de la iglesia de Las Angustias. Me enseño una canción de su pueblo y la cantábamos juntos: 65 años después la pude cantar completa con Marifrán y en Cacabelos…”Al llegar a Cacabelos lo primero que se ve, la Virgen de las Angustias y dos molinos al pie, date la vuelta Pepa, date la vuelta”.

Teresa de visita en Cacabelos. De izd a der: Pepe el Ferreiro, su madre Elicia, Teresa y Angustias, la mujer de Pepe




Para mi crianza y cuidado mi mamá trabaja de día como empleada doméstica y mi papá lo hacía de noche como mozo en restaurantes. Trabajaron duro durante la época de pagar la casa y criar una hija.

Mi padre me hacía las comidas, me mandaba a la escuela (me hacía las trenzas diciéndome que así trenzaban los ajos en su pueblo), compartíamos todo mi día. Esto motivó tantas historias y recuerdos de su infancia y ahora de la mía.

Juan era un hombre callado, tranquilo, paciente y muy trabajador. Trabajaba de noche, pero siempre estaba trabajando en la huerta, plantando árboles frutales, criaba gallinas, conejos, patos.

Tuve la sensación en mi infancia de un hombre nostalgioso, siempre extrañaba su tierra. Yo le preguntaba todo y el me lo contaba con entusiasmo, ese era nuestro vinculo profundo. Pasábamos mucho tiempo juntos, íbamos al río, los días de festivos me llevaba al cine a ver películas de Joselillo, o al teatro Avenida a ver zarzuela o a visitar a su hermana Teresa.

Yo notaba un gran contraste entre mi familia materna y la de mi papá. Mi madre era la mayor de 7 hermanos, eran 5 mujeres y sus hijos, mis tías y mis primos. En cambio, mi papá solo tenía a su hermana mayor. Las mujeres de mi familia materna tenían las características de la fortaleza que enseña la vida de penurias y sacrificios, con mucho carácter, pero a su vez muy contenedoras y protectoras. Mi padre era muy querido y respetado por ellas y mis primos.


Con mi papá y un primo el año 1969


Así crecí con mucho amor, sintiéndome el centro de estos dos seres golpeados por una vida llena de privaciones que intentaron y lograron darme todo aquello que a ellos les faltó. El tema del estudio era uno de sus principales valores como posibilidad de movilidad social a la que ellos no habían tenido acceso.

 

La dictadura militar

Cuando era adolescente y cursaba la escuela secundaria, año 1976, se produce el golpe militar. Mis compañeros y yo hacíamos trabajos comunitarios ya que íbamos a una escuela católica.

Los vecinos del barrio estaban organizando una cooperativa para arreglos en el barrio. La represión venía siendo cada vez más violenta, los militares entraban a los barrios y allanaban las viviendas de los vecinos. Una de ella fue mi casa.

Mis padres Guadalupe y Juan en tiempos de la dictadura militar


 Mi padre estaba trabajando. Cuando volvió quemó todos mis libros y revistas políticas que utilizábamos en la escuela, incluso su colección de la guerra civil española que compraba semanalmente. Yo me enojé mucho con él, no dimensionaba los peligros del momento, cosa que mi padre lo sabía por haber vivido la guerra civil y la represión en su país.

Eso me salvó la vida porque al otro día vinieron de vuelta y no encontraron nada que justificara un secuestro.

Él siempre tuvo conciencia y responsabilidad política con su España natal. Mantuvo su nacionalidad española orgullosamente. Cuando al final del franquismo se dio apertura a la democracia parlamentaria mi padre votaba a través de la embajada española.

Fueron años duros tanto política como económicamente. Me casé joven, tuve tres hijos varones y comencé a estudiar en la universidad cuando mis hijos iban a su escuela, quedé embarazada de mi hija, la cuarta, y mi padre seguía acompañándome para que terminara mis estudios, me faltaba dos años para licenciarme.

Con mi papá cuando su primer nieto iba a venir al mundo

   En esa época ya se había jubilado, pero seguía trabajando de sereno en un restaurante. Cuando volvía de trabajar, pasaba por mi casa, se quedaba con mi hija pequeña hasta el mediodía que venía de la universidad con mis otros hijos de la escuela.

Cuando me gradué el título se lo regalé a mis padres que me habían ayudado a recibirme.

Guadalupe y Juan con sus nietos, mis hijos, Sebastián  (el mayor) y Matías (el bebé)


Con mi madre lo veíamos triste luego de dejar de trabajar, así que comenzamos a convencerlo de viajar a España a ver su pueblo.

Continuará...

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