Dani Martínez Pintor al frente de la cocina del Hotel Miralría |
Pasadas ya las primeras semanas de la apertura parcial del Hotel Miralrío, ha comenzado ya la segunda fase con la apertura del comedor. Y lo ha hecho poniendo al mando de los fogones al joven cacabelense Daniel Martínez Pintor; joven, sí, pero con un amplio bagaje formativo y con experiencia laboral en algunos de los más destacados restaurantes de España.
La cita con Dani es en su santuario de trabajo, en la cocina del hotel cuando se dispone a iniciar los preparativos de la primera comida del día. Una zanahoria es la testigo de nuestro saludo y el inicio de la conversación. Con delicadeza está laminándola. Le pregunto por sus primeros años:
DANI: Cómo bien conoces, nací en Cacabelos hace 39 años y residente en la antigua calle principal del pueblo y núcleo del camino de Santiago (Cimadevilla). Siempre fui un niño feliz, al que le gustaba pasar el tiempo correteando con sus amigos (como a todos en la niñez). Mi primer encuentro con el sistema educativo fue en la guardería que estaba situada donde ahora se encontraba la sede del Partido Popular. Tras un breve periodo de tiempo nos trasladaron a las aulas de párvulos pertenecientes al edificio del Colegio Virgen de la Quinta Angustia. Allí cursé hasta 6º de E.G.B, donde disfruté de todos y cada uno de los años de esta etapa.
Ya con el cambio de modelo educativo, comencé la E.S.O en el I.E.S Bergidum Flavium. Hasta 4º de la E.S.O. fui como, quien dice, un estudiante ejemplar, pero una vez empezado el bachillerato, comencé a vaguear y desinteresarme por los estudios. Repetí dos veces 2° de bachiller, dejé los estudios porque quería empezar a trabajar y ganar dinero para no depender de los demás (cómo muchos jóvenes en esa época).
Fueron unos años “locos”, fueron bastantes los alumnos que abandonaban los estudios por la facilidad de encontrar trabajo y ganarse bien la vida. Recuerdo a varios que dejaron el instituto y se fueron, sobre todo a dar yeso a Cataluña, Baleares…se pagaba muy bien.
DANI. Fueron años donde alterné trabajos en la construcción, en bodegas de vinos (un mundo que me apasiona y sigo inmerso para tener más conocimientos) y en la hostelería. Aquí descubrí que era mi pasión. A mí la hostelería me apasiona de verdad, a expensas de que vivamos a destiempo del mundo, pero es un arte. Yo he sido camarero muchos años, pero siempre me llamó la cocina, siempre que podía Des de antes de estar inmerso en el mundo laboral siempre me gustó hacer platos diferentes. Recuerdo que el primer plato que hice fue mi postre favorito: el arroz con leche. Mi madre me enseñó a hacerlo. Recuerdo que cuando yo era pequeñito, ella trabajaba en la Moncloa de San lázaro y siempre que iba a verla, sus compañeras me daban un cuenco de barro con este manjar porque sabían que me perdía por él.
Vinieron luego tiempos complicados, especialmente en tu familia:
DANI: Había dejado los estudios en el año 2003-2004 y tras años de vida laboral, mi padre fallece en el 2013 de un linfoma no Hodking, y al año siguiente, en el 2014, por muy poco, una peritonitis no me llevó de aquí y me dejó seguir con mi aventura.
Esos dos batacazos de la vida te llevan a reflexionar:
DANI: A partir de ahí, decidí que iba a progresar en el mundo que me apasionaba y saqué la prueba de acceso a la universidad en el 2015. Solicité la matrícula de la universidad, que me hizo una prueba de acceso en Madrid, en la cual fui apto y seleccionado para ser uno de los 100 alumnos que admite el Basque Culinary Center cada año. Y ese mismo año comencé a estudiar y vivir un sueño.
Esa es la ilusión de cientos de jóvenes: ingresar en esa prestigiosa institución de
San Sebastián.
DANI: Para poder entrar en la carrera el primer paso fue sacar la prueba de acceso para mayores de 25 años, porque como te comenté anteriormente dejé los estudios cuando cumplí los 18 años y volví a reanudarlos cuando cumplí los 30. Durante los meses que estuve estudiando busqué información sobre escuelas de hostelería y cocina. Descubrí que existía un grado de gastronomía en San Sebastián y me interesé en ahondar más en cómo era la proyección y la enseñanza de esta facultad. Al final me decidí por intentarlo. Solicité la prueba de acceso, la llevé a cabo en Madrid y en el 2019 fui uno de los 100 seleccionados para entrar en el Basque Culinary Center, Facultad de Gastronomía y Artes Culinarias. Fue una decisión muy arriesgada por la situación personal y económica que tenía, ya que es de carácter privado y el coste de los estudios y vivir en San Sebastián es muy elevado. Pero con mucho esfuerzo (trabajando fines de semana, los veranos en Barcelona, las becas y lo que podía aportar mi familia) conseguí sacarlo adelante. Mientras estudiaba, fui cogiendo experiencia en la cocina gracias al trabajo que hacía en las cocinas del restaurante Urepel y La Muralla los fines de semana, los talleres que desarrollábamos en la Universidad y las prácticas anuales en diferentes restaurantes.
Entras ya en contacto con la élite de la restauración española:
DANI: El primer año hice las prácticas en las cocinas del restaurante Mirador de Ulia de Rubén Trincado que poseía una estrella Michelin. El segundo año las llevé a cabo en Barcelona, en el restaurante Roca Moo que gestionaban los hermanos Roca y también poseía una estrella. En tercero hice prácticas internacionales. Estuve tres meses en Lima, en las cocinas del restaurante Ik, haciendo cocina peruana contemporánea y no miento si digo que fue una de las mejores experiencias que he vivido nunca. El cuarto y último año hice el trabajo de fin de grado en las cocinas del restaurante Sanxenxo, que también gestionaba la finca el Albero. Ahí ya me contrataron como segundo de cocina al acabar la carrera.
Iniciando la jornada en la cocina del hotel |
Impresiona como, en tan pocos años, acumulas tanta experiencia en algunos de los más destacados restaurantes. Seguimos el periplo:
DANI: Unos meses después me fui a trabajar a Barcelona al restaurante Feroz por motivos personales y fue el último restaurante en el que trabajé antes de que ocurriera la pandemia. Por su culpa tuve que volver por necesidad económica ya que todavía no se había aprobado la ayuda para los despidos ocasionados por la pandemia y no podía continuar con el cúmulo de gastos. Así que me quedé otra vez en la tierra.
Antes, en julio de 2019, había presentado mi tfgTFG (Trabajo Fin de Grado) y me gradué en Gastronomía y Artes Culinarias con especialidad en Gestión y Emprendizaje.
¿De dónde surgiría tu interés por esta profesión sin haber tenido antecedentes familiares?
DANI: No es del todo cierto que no tenga antecedentes familiares. Mi madre ha trabajado casi toda su vida en la hostelería. Trabajó en sala en La Moncloa, pero fue cocinera en su propio local, el Búcaro (cierto, estaba en la calle Emperador Teodosio), junto con Amalia. Por eso hago las tapas de patatas bravas y alioli que llamo las del Búcaro como homenaje). Fue cocinera en el Apóstol y en la residencia de ancianos de Corullón. También realizó algún curso de cocina y la verdad es que mi madre cocina como los ángeles. Muchas veces me hacía pruebas de sus platos. Pero a mí la vocación me viene porque la gastronomía en todos sus aspectos me apasiona, el buen comer, el buen beber y el conocer la cadena del producto para darle el valor que se merece. Pero sobre todo la cocina, la cual para mi es arte, es pura creatividad, cada plato que elaboras es un cuadro que pintas, la simbiosis de los productos y los sabores, los aromas, es todo maravilloso y el cocinar, llevar a cabo todos los procesos y sumergirte en ellos para mi es toda una satisfacción. Y, cómo no, tener la suerte de ver al comensal disfrutando con ello, te da pura felicidad.
Es de saber que alrededor de una buena mesa y un buen banquete, siempre hay algo que se está celebrando o acordando, es complicado que haya algo malo detrás. Otra de sus grandiosidades.
Has trabajado en el Muna de Ponferrada, el restaurante más destacado del Bierzo y quizá de la provincia de León ¿Es una decisión arriesgada hacerte cargo ahora del Miralrío?
DANI: Si. He trabajado a parte de otros restaurantes, en el Muna. Y he sido jefe de cocina del restaurante CoDo aquí en el bierzo, en tiempos post pandemia.
Cuando se estaba comenzando a realizar el proyecto de Miralrío, hace unos 3 años, se me ofreció llevar el proyecto del restaurante, pero como bien se sabe el proceso llevó mucho tiempo y todos tenemos que vivir. Aunque yo también estuve cruzando una mala temporada personal y no me sentía con confianza ni en el momento para afrontar algo así. Pero este año, un par de meses antes de poder llevar a cabo la apertura, los astros se pusieron de acuerdo y yo estaba libre y Mónica, Román y Manuel, se volvieron a poner en contacto conmigo, porque ya tenían fecha de apertura. Y ese fue el momento. Lo más importante para llevar a cabo algo así y poder hacerse cargo, es tener confianza en uno mismo y creer en ti y yo, después de mucho trabajo y esfuerzo, volví a creer y confiar en mí. Así que fue el “momento”. La sensación es como que todo lo que ha pasado después de haber iniciado los estudios, te haya vuelto a traer a donde comenzó todo, a tu hogar. Y créeme, que después de haber vivido fuera mis años, en el Bierzo se vive muy bien. Somos unos privilegiados. Aunque tenemos mucho que hacer.
Fachada principal del nuevo Miralrío
Vas a compartir el proyecto de este hotel, ¿Cuál es tuyo para la cocina?
DANI: La verdad que es algo maravilloso porque encima conozco a Manuel y Mónica como quien dice de siempre, alguna juerga me he corrido con ellos, incluso antes de que estuvieran juntos, y ayudarles a ellos y a Román a poner en marcha esto es un orgullo. Volver a escribir en la historia del conocido hotel Miralrío con gente que ha decidido volver, o no marcharse de aquí, es un orgullo y un reto.
Vista parcial del comedor del Hotel Miralrío
¿Y limitándonos a la cocina?
DANI: El local tiene un potencial increíble, pide algo diferente. Pide darle un punto más a la gastronomía en Cacabelos y ofrecer algo diferente. No pretende ser un restaurante de ticket medio elevado porque nos gustaría que todo el mundo que le apetezca pueda disfrutar de él. Queremos trabajar una carta dinámica, que cambie platos por temporada pues permite que se puedan ajustar más los precios porque los productos son más económicos, o por que se generen nuevas ideas y creaciones que gustaría que probara el comensal. Hacer una cocina contemporánea y llamativa, pero que tenga esas pinceladas de siempre.
También intentaremos en la medida de lo posible, si alguien tiene antojo de algún producto o por un plato que quiera degustar, siempre y cuando avise con mínimo de una semana de antelación, desarrollárselo. Lo que se denominará: ¿Qué quieres que te cocine? Y, como no, siempre y cuando se vaya mejorando, poco a poco, desarrollar eventos.
Personalmente creo que este local va a dar mucho de sí y dará muchas alegrías y vida a Cacabelos.
Esperamos disfrutar mucho tiempo de tu cocina, Dani.
Muchas suerte 🍀🍀
ResponderEliminar