A LA BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO
Por Antonio Esteban
Estoy casi seguro que Marcel Proust, me sabrá perdonar por haberme apropiado del título genérico de sus siete libros: “A la recherche du temps perdu” o sea, “A la busca del tiempo perdido”, pero es el único título que vino a mi PC hoy. Venía otro lo confieso: “El tiempo perdido y recobrado” también de Proust, pero este llegó algo después y lo deseché.) Creo que con las fotos que publicamos estamos recobrando el tiempo que ya se ha ido o, por lo menos, lo intentamos. Hoy hemos recuperado una foto de primera comunión porque es el mes de las comuniones o de las “primeras comuniones” que, a veces, se quedan en eso en “primeras” y únicas comuniones. No hay segundas ni terceras ni cuartas comuniones. Doy fe de ello porque un amigo mío cuando don Francisco, el cura, le ofreció el “pan de los ángeles”, le dijo:” Gracias, don Francisco, pero yo, de esto, no uso”. Había hecho la primera comunión y no volvió a comulgar más. Esta fiesta es propicia para que los comulgantes, como en el caso de Paco, el niño de nuestra foto -hijo de Laila y de “Calucho”- estrenen calcetines o chaquetas que luego sirven para la vida diaria. A mí, allá por el año 1949 del pasado siglo. no me ocurrió eso. Silvino Yebra, el sastre hizo un traje que parecía propio de un camarero. Chaquetilla blanca, corta, corbata de pajarita, también blanca, con pantalones y zapatos de charol, blancos. Lo vestí únicamente una vez porque “lamentablemente” una punta que sobresalía de una puerta desgarró el pantalón. Supongo que Dios me habrá perdonado ya que, después de mi primera comunión. hice alguna más, no vestido de camarero.
Olvídense de mí y recuperen el tiempo perdido con la foto de Paco, acompañado de Gelines. Es mucho mejor.
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