UN DIA DE SAN ROQUE
Por Antonio Esteban González
A Francisco, el “Bufa”, como a todo hijo de vecino -y, esta frase, todo hijo de vecino, es frase hecha que solemos emplear los
escritores con pocos recursos, a causa de la edad- a Francisco, el “Bufa”, iba diciendo, le
gustaban las fiestas entrañables de
barrio, como podía ser el San Roque, en Agosto, y lo celebraba con sus amigos
degustando una de aquellas cervezas enfriadas en artesas de madera con barras
enormes de hielo envueltas en sacos de arpillera y suministradas por Peña o por
Lago, de Ponferrada.
En esta foto, de hace más de medio siglo, Francisco estaba en
grata compañía de amigos como era Agustín, el “Castillo, que tiene sobre sus rodillas
a José Luis, su nieto, Tilde, hija de Agustín con Carlos su hijo y Bernardo,
marido de Tilde que mira con arrobo, como no podía ser por menos, a su hija
Marga que era una niña adorable.
Esta, como otras fotos por el estilo, es una foto, cuando
menos, curiosa porque -valga la
redundancia- hay cosas en ella que son
curiosas o nos producen curiosidad: mesas y sillas de madera que han desaparecido
de los bares, cambiadas por muebles de IKEA o los tercios -había tercios y quintos- de cervezas ya que,
en aquellos entonces, no se pedían botellines y no existían las cañas. Antes se
decía: “Ponme un tercio” que era un
botellín grande o “Ponme
un quinto” que era un botellín
pequeño. Todo dependía de la sed de cada uno y El “Bufa”, aquel día de San
Roque -y Bernardo, el “Danza”- habían pedido, cada uno, un tercio y mientras Francisco lo bebía a
gollete -a morro- Bernardo lo hacía por el vaso.
Otra fotografía más que llena de nostalgia el corazón y,
seguramente, traerá gratos recuerdos a todos, de un ayer que ya es niebla en el
pasado.
No hay comentarios :
Publicar un comentario