Maruja, madre de Pepe, falleció el 30 de agosto |
A NUESTRAS
MADRES,
LAS FLORES
MÁS HERMOSAS DE NUESTRO JARDÍN
Por Pepe
Couceiro
Dicen
que cuando llegamos a este mundo lo primero que percibimos es una luz cegadora,
un aire enrarecido que, además, nos hace forzar por primera vez nuestros pequeños
y desentrenados pulmones, el ensordecedor ruido del hospital y de la gente
cercana y finalmente el áspero contacto de las sábanas contra nuestra delicada
piel. Después de ello, y en este medio tan hostil, nuestros ojos se cruzan con
un ser de ojos llorosos y cuyo rostro emana dulzura y AMOR por cada uno de sus
poros hacia nosotros. En ese momento nuestra alma se reconforta al ser abrazados
contra su pecho y por primera vez nos sentimos protegidos desde que dejamos la
oscuridad. Gracias a la vida nos hemos encontrado con nuestra madre y en lo más
profundo de nuestro ser sabemos que estaremos a salvo para siempre.
Dicen
que la experiencia de alumbrar una vida transforma de tal manera que el ego se
convierte en un AMOR incondicional hacia el nuevo ser en ese mismo instante. L@s
hij@s damos fe de ello a lo largo de nuestra existencia y siempre lo
consideramos como el más bello presente con el que nuestras madres compensan la
alegría de vernos llegar a su mundo. Con el tiempo nos damos cuenta que ese regalo
es lo que nos hace apreciar más la vida al percibirla con una mayor gama de
colores, el que nos da fuerza para dejar de ser víctimas y convertirnos en
dueños de nuestro propio destino y el que nos hace mantener en un mayor
equilibrio nuestro sistema endocrino fortaleciendo nuestra salud.
Y
ahora permitidme hablaros brevemente de una madre que bien podría representar
el prototipo de las vuestras, la mía.
IN
MEMORIAM, MARÍA LÓPEZ VÁZQUEZ (1927/2017)
Maruja
nació en Cacabelos un 11 de abril de 1927 y dejó este mundo el 30 del pasado
mes de agosto. A sus 90 años lo había dado todo por su familia y dejaba de
sufrir para siempre. Como para cualquier hij@, nuestra madre fue la mejor posible,
con una trascendencia incuestionable en las vidas de todos nosotros. Desde
niños, junto a mi padre, nos inculcó el significado del esfuerzo, coherencia, autoestima,
humildad, honradez y respeto. En su interior sabía que todos esos valores eran las
llaves que nos abrirían las puertas para ser personas felices ante los numerosos
y prominentes baches que tendríamos que esquivar a lo largo de nuestra vida.
En nombre de todos los que tanto te quisimos y
que nunca te dejaremos de querer: ¡GRACIAS por tu AMOR!
Parte maravillosa de mi infancia y adolescencia!!!! Grande Maruja
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