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UNA ODA A LA NOSTALGIA (III)
Por Antonio Esteban González
En el libro CUANDO ERAMOS FELICES
Y TODO ERA FIESTA, el autor huyó de una frase consabida: “Cualquier tiempo
pasado fue mejor” y añadió: “No debemos recrearnos en la nostalgia anclada en
el pasado. No sirve de nada. Volver la vista atrás nos tiene que servir,
únicamente, para retomar valores y recuperar emociones que, a lo mejor, ahora
tenemos perdidos. Es bueno recordar, sí, porque no hay que olvidar ni lo bueno
ni lo malo de nuestra Historia y de ese recuerdo, debemos rescatar la parte
positiva de las cosas”.
“Cuando todo era mejor de lo que
es ahora, tenemos un problema existencial
-escribe María Bustamante- pues
no hay armonía entre lo vivido y el “aquí” y el “ahora”. La nostalgia genera
una armadura contra lo real y una obsesión por el regreso que nos impide seguir
adelante”.
Por su parte Javier Íscar y Jorge
Díaz dicen “que no somos nostálgicos más que nada porque no hay nostalgia como
la de antes, pero la frase es pura ironía. Nos hacía gracia porque somos un
grupo de amigos que hablamos del pasado y eso tiende a identificarse con la
nostalgia. No. No somos nostálgicos porque recordemos el pasado desde la risa y
no desde la pena”.
La foto -esta foto-
es nostálgica, sí, y nos presenta a dos personas en un ayer lejano y, en este caso, la nostalgia no es cosa de
dos. En este caso es cosa de uno, por una parte, y de muchos más, por otra,
porque Albertín ya no está entre nosotros.
Suponemos que Emilio, su yerno,
se dejó aconsejar por él y jugó un partido con las viejas glorias, -en todo tiempo hay viejas glorias porque lo
que ayer fue, hoy no lo es- un
intranscendente partido de fútbol en el Campo de las Escuelas.
No importa el resultado ni
quienes formaron parte de los “onces”. No importa siquiera el color de la
camiseta -que era del Barça- pero, sí, importa, hoy, regresar con
nostalgia a una foto de Alberto Rodríguez Bárcena que tantas tardes de gloria
proporcionó a esta villa.
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