Por Arsenio López Faba,
cacabelense Premio Extraordinario Doctorado en la Facultad de Ciencias Económicas
y Empresariales de la Universidad Complutense, profesor adjunto a cátedra y
Profesor y Secretario General del Centro Superior de Estudios Financieros de la
Asociación Española de Banca. Fue pregonero de la Pascua 2015.
Cacabelos tiene el privilegio de estar en el Camino de
Santiago y de tener un hermoso santuario dedicado a Nuestra Señora de las
Angustias.
El edificio es grandes proporciones, con planta de cruz
latina de una sola nave y con una esbelta cúpula de media naranja en el
crucero. Su estilo es barroco, con una fachada sobria adornada de dos series
superpuestas de columnas adosadas y con un frontón semicircular, y una espadaña
con numerosos pináculos por adorno, con
un esbelto reloj de sol que permitía a los peregrinos establecer la hora
mediante la medición de la posición del sol.
Consiste en un elemento vertical
cuya sombra es mínima cuando el sol alcanza el cenit.
Reloj de sol en la fachada del santuario cacabelense |
El primer cronómetro diario fue probablemente el reloj de sol
del año -1450 encontrado en Egipto, considerado la cuna de la sabiduría, el
cual llevaba incorporadas varias escalas que permitían utilizarlos en los
distintos períodos del año. También en Egipto, y hacia la misma época, han
conocido los relojes de arena y de agua o clepsidras; si bien tales
instrumentos no permitían conocer la hora, servían para contabilizar intervalos
más o menos largos de tiempo. En el reloj de sol se señala las horas mediante
la sombra de un estilo que incide sobre un cuadrante en el que están marcadas
las horas por unas líneas llamadas horarias. El estilo siempre tiene la
dirección paralela al eje de rotación terrestre; en cambio, el cuadrante puede
adoptar distintas posiciones, y en cada caso son también diferentes las dos de
las líneas horarias.
La observación de los ciclos de la naturaleza y del
movimiento de los astros permitió a los egipcios establecer un calendario anual
y dividir los 365 días en hora. El principio del año coincidía con la crecida
de las aguas del Nilo y la salida helíaca de la estrella Sathis (Sirio, el 19
de julio). Los astrónomos dividieron el año en 12 meses de 30 días, añadieron
cinco días para completarlo, y reunieron los días en décadas y los meses en
tres series de cuatro, formado las estaciones correspondientes a las tres fases
principales del cielo agrícola egipcio: inundación, siembre y retirada de las
aguas, y cosecha. Los días estaban fraccionados en 12 horas nocturnas y 12
diurnas: el conocimiento de esta división del tiempo era necesario para el
desarrollo puntual del culto. Para determinar las horas del día disponían de
relojes de sol y clepsidras. Para lo noche los astrónomos recurrían a loa
clepsidras y a la observación de las estrellas, confrontando sus distintas
posiciones en tablas que redactaban ellas mismos. Los mapas del cielo y los
tratados de astronomía encontrados en lugares sagrados (templos o tumbas),
documentan su conocimiento en los planetas (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y
Saturno) y las estrellas que reunieron en constelaciones diferentes de las
nuestras.
La inmortalidad divina de que gozaba el soberano estaba
ligada el rítmico e inagotable surgir del dios-sol, Ra. Sin embargo, junto a
esta visión del más allá positiva, idealista y tranquilizadora, surgieron
corrientes de pensamientos pesimistas, con viva exhortación a gozar de la vida
terrenal. El canto del arpista expresaba:”…pasa un día feliz y no te canses de
hacerlo. Naira, no hay nadie que lleve consigo sus propios bienes; mira, no regresa
quien se ha ido”.
Los relojes mecánicos aparecieron por primera vez en el siglo
XIII, que entonces eran impulsados por pesas que caían. El descubrimiento de
Galileo de la oscilación isocrona del péndulo abrió en 1581 una era de mucha
mayor precisión en el cronometraje.
La esfera y algunas piezas de este reloj están expuestas en el Museo |
Es una vieja costumbre que después de las doce campanadas del
reloj del Ayuntamiento de nuestra admirada Villa de Cacabelos comiencen las
fiestas de Pascua con sus pasacalles. Pero aquel año de 1950 tocó dieciséis
veces. Le preguntamos al encargado si se había estropeado el reloj, a lo que
contestó:
-No puede estropearse
porque su maquinaria es suiza. Lo que ha pasado es que engrasé “la rueda catalina” y ha hado dieciséis
veces la una.
Desde entonces, de día y de noche, cuando recurría esta situación,
ya sabíamos la causa: el engrase de “la rueda catalina”.
En la actualidad el reloj más exacto del mundo es el
alimentado por energía atómica -descubierto cuatro años después-, solo falla
una fracción de segundo al año; su exactitud es una milmillonésima de segundo,
presentado precisiones de 10¯12
segundos, y se basa en la frecuencia de inversión de átomos o moléculas
excitadas.
Después
de diez siglos de funcionamiento, los relojes de este tipo adelantarán o
atrasarán menos de un segundo; algo que sin duda maravillaría al genial
vigilante de la “rueda catalina” y su mágica precisión en el reloj más valorado
de nuestra Plaza.
CARLOS, A PARTE DE GRAN TIPO, CUANTA CULTURA TRASMITES EN TUS COMENTARIOS. VIDAL
ResponderEliminareN QUE FECHA SE DERRIBO EL AYUNTAMIENTO? QUÉ PENA DE TORRE¡¡¡