miércoles, 29 de junio de 2016

Imágenes y recuerdos de Cacabelos (CCXXVI)





LA PUENTE DORMIDA
Por Antonio Esteban González
Recordé, cuando llegó a mis manos esta fotografía, una lección de Gramática  -Gramática Española y no “gramática parda”-  de  mis años de niño en la escuela, bajo la autoridad de don Paco Santos, el maestro.
Decía la Enciclopedia de José Dalmáu Carles que uno de los accidentes del nombre era el  género, que nos indicaba el sexo de las personas, de los animales y el que se atribuye a las cosas y que los géneros eran: masculino, femenino, neutro, epiceno, común y ambiguo y como soy curioso por naturaleza recurrí al Diccionario Ideológico de la Real Academia Española de la Lengua, de don Julio Casares y comprobé que la palabra “puente” es de género ambiguo. Es decir tiene el género de las cosas inanimadas que unas veces se consideran de género masculino y otras de género femenino, como el mar o la mar; el calor o la calor, palabra, ésta, muy usada en nuestra zona y, no tanto el puente o la puente.
Como curiosidad diré que el epiceno  se usa en nombres de animales que con un mismo  artículo designan los dos sexos: el ratón, la mosca, el lagarto o la codorniz.
Y, lo que son las cosas  -me he dado cuenta ahora- que  una simple cuestión gramatical ha dado pie para poner pie  -valga la redundancia-  al artículo sobre el puente  -o la puente-  de esta semana.
Lo de dormido o dormida, porque el adjetivo debe concertar con el sustantivo, viene dado por el nombre que, en este caso es femenino. Creo que ha quedado suficientemente aclarado el título que, por otra parte, suena muy bien.
La foto tiene algunos años y nos muestra una panorámica distinta del rio Cúa que, tal vez no sea recordada por muchos, pero es nostálgica y ahí está.

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