LOLÍN, EL “MELERO” y PEPÍN, EL “CHURRO”
Antonio-Esteban González
Hoy, ahora, aquí, también podríamos decir lo que
dijimos hace unas semanas cuando los soles violentos e inclementes del verano
nos abrumaban: Lolín, el “Melero y Pepín, el “Churro”. O viceversa, pero no lo
decimos para no autocopiarnos y ser -o pretender ser- originales y auténticos,
que es una de las cosas que siempre hemos intentado ser: auténticos y
originales. Unas veces lo hemos logrado y, otras, no, pero en ello estamos.
Lolín, o sea Lolo o sea, Manolo o, si se me apura,
Manuel, siempre ha sido en Cacabelos Lolín y, además Lolín, el “Melero”, tal vez porque algún
antepasado suyo -quizás ancarés- vendía miel, que era una honrada manera de
ganarse la vida y viajar y conocer mundo, aunque fuese a lomos de una
caballería.
Lolo se dedicó al noble oficio de la aguja y el
dedal y a vender telas: panas, panillas, otomanes, rayadillos, “Príncipe de
Gales” o paños con raya diplomática.
Y Pepín -la familia de Pepín- a trabajar la tierra,
porque conocían, como nadie la variedad de uvas que crecen en los altos del
Castrillón o Camino de los Magaces o en Pieros: garnacha, tempranillo, mencía o
alicante y más, que no cito.
Aquí están en una fotografía para los amigos del
blog, en las escaleras de la Plaza Mayor, trajeados, ambos y con el nudo de la
corbata en su sitio, como la caída de los pantalones sobre el empeine y los
zapatos relucientes.
Quizás fuese domingo y los domingos los mozos de Cacabelos -y los de El Bierzo y los de cualquier rincón
de este país que antes se llamaba España-
vestían las mejores galas para ir a Misa, para tomar su vermú con sifón
y pasear a las mozas, calle arriba, calle abajo, mientras Cipriano, el
retratista o Quico, el “Curioso” esperaban su oportunidad en el puente.
Al fondo, detrás de los dos amigos, vemos una de las
farolas que, durante muchos años iluminaron las noches de la villa y que se han
perdido como se han perdido muchas cosas, pero ahí están ellos -Pepín y Lolo o Lolo y Pepín- recordándonos un ayer no tan lejano y que,
posiblemente traerá agradables recuerdos para todos.
Con esos recuerdos nos quedamos.
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