Peregrinos esperando la apertura del albergue |
El albergue de peregrinos de
Cacabelos está a punto de echar el
cerrojo por este año. Quizá se mantenga abierto unos días más si la afluencia
sigue siendo numerosa. Desde mayo han pasado por sus instalaciones miles de
peregrinos. He visto muchas mañanas como algunos esperaban en sus
puertas antes del horario de apertura. Tienen siempre preferencia a
hospedarse los que van a pie; los ciclistas han de esperar a que haya plazas
vacantes más tarde.
La mayor parte de las críticas
sobre el albergue de Cacabelos, que pululan por foros y webs temáticas del
Camino de Santiago, son positivas a la hora de valorar sus instalaciones. Y
todas son positivas cuando se trata de valorar a los hospitaleros y hospitaleras.
Algo tendrá el agua cuando la bendicen.
Al atardecer me acerqué hasta las
Angustias y entré a charlar un rato con la hospitalera del turno de tarde. Le
tocaba a Mónica. Este año son cuatro,
tres chicas y un chico: Mónica, Begoña, Maira y Jesús.
Mónica está en la oficina
haciendo las últimas anotaciones del día en el libro de registro. No tendrá ya
la posibilidad de recibir más peregrinos. Ya hace rato que ha puesto el cartel
de completo, igual que viene sucediendo casi
todos los días de este mes de septiembre. Si aparece alguno, le aconseja seguir un poco más, apenas dos mil metros, hasta el albergue de Pieros.
- Sí, todos estos días tenemos
completo el albergue. En mayo empezamos teniendo plazas vacantes, igual que en
junio y julio. Agosto fue un mes más fuerte, pero en septiembre se ha notado
mayor número de peregrinos. Comenta Mónica a quien interrumpe un peregrino
solicitándole en inglés alguna información. Ella se la da, en inglés también, y
el peregrino se retira agradecido hacia su habitación.
- ¿Habías trabajado otros años de
hospitalera? ¿Cómo definirías este trabajo?
- A todos que me lo preguntan,
lo digo siempre: es un trabajo muy especial porque tratas con mucha gente de
distintos lugares. Pero la mayoría es muy agradecida. No considero que haga
nada más que cumplir mi obligación; como es atenderles, informar, etc. pero
siempre lo agradecen mucho, cualquier cosa. Luego quieren regalarte también
algo de lo que llevan, una galleta, una fruta...Estoy muy contenta haciendo este trabajo.
- ¿Has tenido algún gesto de
agradecimiento de algún peregrino después de haber seguido el Camino?
-Sí, la última ha sido una postal de una chica japonesa
que se puso enferma y yo llamé al médico y atendí como era mi obligación.
Interior del albargue. Todo está tranquilo. |
Cinco euros es el precio por persona. Y el peregrino se puede duchar
con agua caliente, tener acceso a
internet, hacer uso del lavadero, de la
máquina de café y bebidas, y lo más importante, unas sábanas limpias para
dormir en habitaciones dobles.
Hay mucha
variedad de peregrinos, y no me refiero a la variedad de nacionalidades. Se
puede encontrar el peregrino místico, el peregrino turista, el peregrino
alucinado, etc. Hace pocos días leí que existe una clase que yo desconocía: el
capulligrino.
- Mónica, ¿se albergan muchos capulligrinos en Cacabelos?
- A mí no se me han dado, suspira Mónica, la verdad es que no puedo quejarme. He
debido tener suerte porque no he tenido peregrinos de este tipo, ni problemas
con ninguno. Sólo, cuando abrimos en mayo, tuve que enfrentarme con uno que
perseguía a una peregrina hospedada aquí, pero que ya la acosaba desde antes de
llegar. Todo se solucionó bien.
- A veces se habla de las diferencias entre españoles y
extranjeros.
- No suele haber muchas. Quizá los españoles sean más
abiertos, pero puede ser debido al idioma. Los franceses pueden ser un poco más
cerrados. Se esfuerzan menos para hacerse entender.
- Aquí duermen cada noche setenta peregrinos, cada uno
hijo de su madre. Las normas deben de ser estrictas para que esto funcione.
-No hace falta decir las normas, la gente tienen un buen
comportamiento. Se les informa de las instalaciones y a los ciclistas del lugar
donde deben lavar las bicicletas.
-Hace dos o tres años un peregrino francés resultó muerto por atropello
una madrugada poco después de abandonar el albergue de Cacabelos.
- Sí, me lo han contado, yo no trabajaba aquí. Este
año, en mayo, se murió un peregrino canadiense cuando estaba acostado. Tuvo un infarto.
El médico nos dijo que fue una muerte repentina, que no sufrió. Tenía ochenta
años. Era de ascendencia gallega.
Mónica ha ido contestando a todas mis preguntas con
amabilidad y sin prisas. Yo iba de paseo y he interrumpido su trabajo. No le
importó dedicarme este tiempo. Ya empiezo a entender el por qué valoran tan
bien a los hospitaleros de Cacabelos
Muy buena esta pequeña entrevista , pues nos acerca una parte del camino que muchos desconocemos, el albergue tiene muy buena pinta y ademas creo que esta muy bien situado en una zona muy guapa decacabelos
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