sábado, 7 de mayo de 2011

Ha muerto Maruja la del Gato



No hará falta ningún dato más para saber quien era Maruja, a la mayoría les será suficiente el dato del titular. Maruja fue durante muchos años el alma de la cocina del restaurante Gato. Ella y su marido Manolo fundaron el restaurante y lo regentaron hasta su jubilación. Nada que ver con el actual restaurante que lleva el mismo nombre en la actualidad.
Se atrevieron a iniciar la actividad de restauración cuando en Cacabelos apenas había negocios de este tipo. Poco a poco fueron logrando fama en la comarca y en el mundo del transporte. Cuando la Nacional VI cruzaba nuestro pueblo, era normal ver a diario decenas de automóviles y camiones aparcados en las inmediaciones del actual parque y a sus conductores comiendo en el Gato. Consiguieron auparse a los primeros puestos de la gastronomía regional gracias a las cualidades culinarias de Maruja y a la buena dirección de Manolo.
Si en su faceta profesional Maruja destacó, más aún lo hizo en su vida familiar y social. Supo dar cariño a todos los que de una u otra manera estuvieron relacionados con ella; fuesen de la familia, empleados, amigos o clientes.
Sus hijos(Mary Luz, Manolo, Celia, Mª Carmen y Olga) saben la entrega que tuvo su madre hacia ellos. A pesar del cansancio producido en extenuantes horas frente a lo fogones, siempre estaba pendiente de ellos. Y saben también como esta atención se prolongó a sus nuevos hogares una vez independizados ya de la casa materna.
Sus hermanos, sus cuñados, sus sobrinos, todos cuantos tuvieron algún problema. acudieron a las faldas de Maruja para recibir el cariño, el apoyo moral o, incluso, el apoyo material. Y lo tuvieron.
La generosidad era una destacada cualidad que ejercía con naturalidad. De la misma forma que ejercía la caridad a escondidas, por la puerta de atrás y al amparo de la noche, cumpliendo el mandato evangélico "que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda".
Cuántos clientes querían saludar a Maruja antes de abandonar el local y cuántos clientes se fueron convirtiendo en amigos.
Poco a poco la enfermedad había ido minando su cuerpo, se cansaba y ya salía poco de casa. Aprovenchando las últimas vacaciones de Semana Santa acudieron a visitarla varios de sus nietos y con ellos se animó a dar un pequeño paseo por el parque. Cuando regresaba a su casa, pude saludarla y notar una chispa de alegría y felicidad en sus ojos. ¿El motivo? Verse arropada por aquellos jóvenes nietos suyos. Ahora era ella la necesitada del calor familiar. Hasta el final vivió más preocupada por los demás, sobretodo por su marido, que por ella misma.
Ya sé que es caer en un tópico, pero no encuentro mejores palabras para finalizar estas líneas recordando a Maruja:
Ha muerta un mujer buena.
D.E.P.

3 comentarios :

  1. Gracias, Carlos. Soy una de sus nietas y no lo hubiera escrito mejor. Un abrazo, Chiqui

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  2. Carlos, muchas gracias por estas líneas que con tanto cariño has escrito.

    Un saludo

    Carlos (nieto)

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  3. Efectivamente, Maruja era una mujer buena, siempre con una sonrisa y con una palabra amable en la boca. Siento mucho que se haya ido. En mi recuerdo tengo grabado "El Gato" y sus increíbles gambas a la gabardina. Gracias, Carlos, por un mensaje tan cariñoso.

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