ELITA Y LOS
SUYOS
Por Antonio Esteban
Elita es la niña pequeña y sonriente que vemos en la
fotografía de esta semana, entre su padre Enrique y su madre Ermitas, palabra,
esta, Ermitas, que, miren ustedes
por donde, de niños, escribíamos con “H”
y que no corregimos hasta muy entrada la adolescencia, cuando comenzamos a
dedicarnos a este hermoso oficio de juntar palabras.
Ermitas, es obvio, se parece mucho a su hija y, quizá, aún
más, a Rosendo que, en la fotografía tiene una expresión tranquila mientras
observa la cámara que lo enfoca o al retratista que maneja la cámara.
Esto aparte, yo, hoy, quiero hablarles del significado del
nombre de Elita, diminutivo de Elia,
procedente del griego Helios que era como llamaban en la antigua Helade, al
dios Sol , un dios coronado con una
brillante aureola, que conducía un carro a través del cielo, cada día, hasta
los últimos límites del Océano que circunda la Tierra y regresaba, por la noche
a su punto de partida.
El dios Helios -que significa el que brilla- era hijo de
Hiperión y de Tea y hermano de Selene -la Luna-
y de Eos -la Aurora-.
Píndaro describió el
carro de Helios arrastrado por corceles que arrojaban fugo por los belfos y que
tenían estos nombres: Flegonte, Aeton, Pirois y Eoo, todos los cuales estaban
relacionados, naturalmente, con el nombre de Helios.
Así que mis lectores ya saben que el nombre de Elita procede
del griego Helios que significa el que
brilla o resplandece y si analizamos esto con tranquilidad es cierto que
Elita brilla y resplandece, como sus compañeros de Ecos de Bérgida. ¿O no?
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