miércoles, 10 de agosto de 2011

Las marinas de Rioseco

Antiguo cartel en el interio de la pastelería Marina de Medina de Rioseco
Hablar de las marinas de Rioseco, la ciudad vallisoletana de Medina de Rioseco, no es hacer un chiste fácil sobre una localidad con ese apellido, un río que lleva el nombre de Sequillo y que además se autodenomina Ciudad de los Almirantes. No, las marinas de Rioseco son unos deliciosos y genuinos pasteles típicos de esa localidad.
 Su nombre no tiene parentesco alguno relacionado con el mar. Se debe al apellido de su creador(1858)  y primer dueño de la pastelería: León Marina  Son unos hojaldres de una pasta finísima y crujiente, cubiertos de azúcar glass y rellenos de una crema deliciosa. No es muy fácil poder probar este manjar. En principio porque sólo se elabora en una pastelería y sus dueños no están siempre dispuestos a elaborar la cantidad necesaria que el público demanda. Puedes llegar al establecimiento en horario comercial y éste permanece cerrado. Puede estar abierto, haces cola durante media o una hora y, cuando llega tu turno, el pastelero ha decido no elaborar más(rellena con crema los hojaldres al momento de ser pedidos). Él trabaja a su ritmo y nada ni nadie logrará cambiar su decisión. Y no hay manera de convencer al “amable” señor para que se apiade de ti y puedas saborear sus marinas después de recorrer doscientos km.  pensando en ellas.
Son varias las leyendas urbanas que rodean a las famosas marinas y todas contribuyen a que aún sean más apetecibles.
¿Por qué cuento todo esto si Medina de Rioseco no se ve desde mi ventana? Algo lejos sí está, pero si elevo un poco mi ventana, un poco más, un poquito más... a lo mejor sí la diviso. Casi todo es posible echando a caminar la imaginación.
Soy muy goloso y siempre siento un poco de envidia de los pueblos que tienen un pastel, unas galletas, un chocolate, una tarta ¡en fin! un dulce típico local. Cacabelos no lo tiene. Habrá quien diga que el roscón podría ser representativo, pero no. El roscón está poco sofisticado, quizá nos podría servir de base para ese futuro dulce típico local.
Los pueblos o ciudades que han tenido la suerte de tener algún santo o santa(yemas de Santa Teresa de Ávila), o de tener un convento de monjas reposteras(recordad, por ejemplo,  la cantidad de pastas de Sta. Clara que se elaboran por media España), lo tienen muy fácil.
Cacabelos no ha tenido santos, ni santas, ni conventos, creo. Habrá que revisar el fondo de armario de nuestra historia local por si alguno apareciese y nos pudiese servir de referente para nuestro dulce típico. Si nada hay en el mundo religioso, habrá que buscar algún acontecimiento del pasado. Bien valdría algo relacionado con la Batalla de Cacabelos. Maestros pasteleros en nuestro municipio tenemos; de sobra han dado muestra de su buen hacer en sus obradores.  En fin, es hora de ponerse a cavilar y experimentar para tratar de dotar a nuestro pueblo de un dulce representativo. A lo mejor, en un día no muy lejano, podremos oír a un cliente en una de nuestras pastelerías:
- Deme media docena de roscos del Cúa.
Podría ser un ejemplo.¡Que aproveche!

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